Capítulo 2

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–Tú no te metas. No te incumbe-Me dice sin mirarme siquiera

–Creo que si es mi asunto cuando veo que se comete una injusticia, y creo que aquí, no quieren nada con usted. Así que, la puede soltar por las buenas o por las malas usted decide. Pero si decide lo segundo, cosa que no le aconsejo personalmente, después no diga que no le avise.

   El hombre cuando termino de advertirle ,se vuelve para mirarme sin soltar a la chica que se tropezó conmigo hacia escasos minutos. La tiene cogida de un brazo, el cual veo que se le está poniendo cada vez más blanca de la presión que ejerce ese hombre.

–Pero mira quien es... viene a por su zorrita...-le zarandea de un  lado al otro. Ella cede y cae al suelo de rodillas.

–Mira tío creo que ya me estoy pasando de amable. Suéltala

– ¿O si no que harás?- me pregunta chulesco.

   No lo pienso ni un segundo, le doy u puñetazo en la boca del estómago y lo inmovilizo consiguiendo que suelte a la muchacha que sigue en el suelo. Una chica morena se le acerca rápidamente la ayuda a levantarse del suelo, le indico que la aleje lo suficiente. Llamo a la policía les doy un informe detallado de la situación y me indican que acudirá la patrulla más cercana y una ambulancia. Las muchachas están sentadas en un escalón con la otra chica a su lado preguntándole que ha pasado y la intenta consolar.

   Desde que llega la patrulla me piden que preste declaración y sé que me estoy metiendo en un gran lio. Una vez termìno de prestar declaración, recojo tanto mis bolsas como las de las muchachas. Me acerco a ellas, que ahora se encuentran al lado de la ambulancia mientras terminan de evaluar el brazo. He decidido referirme a ella como caperucita roja, ya que cuando choco conmigo tenía la capucha puesta no sé si de la caída o de antes. La que supongo que es su amiga cuando me ve llegar se levanta y le enseño las bolsas

–Creo que como dejáramos esto por ahí suelto no iba a durar mucho-les digo intentando hacerlas reír un poco. Pero parece que no hace muchas gracias.

–Muchísimas gracias – me dice la chica que está de pie

–No hay de que, no todos los días se puede hacer uno el héroe.

    La profesional médica le indica que no tiene nada roto pero que deberá llevar una férula durante un tiempo ya que tiene un pequeño esguince en la muñeca. Caperucita se me acerca con la mirada baja e insegura.

–Lo siento tantísimo, no sé cómo se lo podré compensar por haberle estropeado la noche.

–Bueno no me la ha estropeado usted más bien ha sido ese hombre que se creía su dueño  ¿Qué tal si para solucionar lo de compensarme empezáis por decirme como se llaman?-sonrió y ellas me corresponden la sonrisa

–Yo me llamo Alai –dice apresurada la amiga de la caperucita- y ella es Sibisse

    Entonces la pequeña caperucilla se llama Sibisse, nunca me hubiera imaginado que esa chica se llamara así. No es que sea un nombre muy común.

–Se decir mi nombre gracias-dice Sibisse le da un codazo a su compañera

–Ya, pero como sé cómo eres prefiero decírselo yo. El pobre chico no se puede quedar con la intriga después de quitarnos al capullo de tu ex de encima.-Miro a las chicas son bastante graciosas discutiendo como si no estuviera.

– ¿Tú crees que después de que me salvara sin que tuviera que hacerlo no le diría mi nombre? Que mal piensas de mi colega

–No he dicho eso, he dicho que después de ese capullo espantas a todo los tíos que se intentan acercar

Sibisse (pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora