Las cosas estaban claras, la llave nos había llevado hasta el despacho donde nuestros padres no nos dejan entrar. ¿Por qué tendrán tan escondida la llave si el despacho no tiene ningún secreto? No habían secretos, tampoco algún tipo dudoso de información, me hacía dudar de todo en aquel momento. Sólo algo había salido mal y eso era que lo habíamos dejado abierto, la conmoción de haber entrado, además de que papá luego llegaría, nos hizo salir huyendo de allí para esconder la llave otra vez.
Me arreglé con el traje que me había traído papá, era completamente blanco, con la corbata azul y la camisa verde pastel. Me miré al espejo, podía ver que combinaba con mi cabello y ojos, me veía bien... Como si nunca hubiera sido dañado por los insultos, podía verme al espejo como yo, sólo Adrien, no un fenómeno, no un bicho raro, no un Russtherford.
—Yo... Soy único —Dije fingiendo ser seguro, pero podía ver unas lágrimas escurriéndose por la comisura de mis ojos, a pesar de querer aceptar mi propia condición, era un deforme, con cualidades extrañas que nadie podría apreciar.
[...]
Podía notar como todo era un ambiente familiar, mis padres sonriendo, mis hermanos felices y yo ahí, sin encajar en ninguna parte. No tenía los mínimos deseos de comer, era como si el hambre que hace pocas horas sentía hubiera desaparecido.
Luego de veinte minutos la cena había acabado, no sin antes comer el postre preparado por Ian. Quise comer, pero mi padre me lo negó, dijo que si no había comido la cena preparada con tanto amor, no podía disfrutar del postre. Últimamente lo veía más estricto que antes, era duro conmigo, cosa que era muy inusual.
Cuando entré a mi habitación lo encontré a él, sosteniendo una caja entre sus manos que estaba en mi cama, estaba muy molesto.—¿Qué demonios significa esto, Adrien? —Dejó la caja allí para dirigirse hacia mí, me tomó del brazo bruscamente haciéndome bajar a la primera planta, no quería que mis demás hermanos notarán lo que estaba ocurriendo, intenté soltarme pero él era demasiado fuerte.
—No tengo idea —Admití, pero él seguía furioso, sosteniéndome sin darse cuenta.
—¡No me mientas! ¡Tenías esa caja! ¡Yo la encontré! —No sabía porque me gritaba, mucho menos que contenía esa caja que nombraba.
—No tengo ninguna caja —Agité mi brazo para que me soltará, pero él no lo hacía, seguía apretándome, incluso estaba más molesto aún.
—¡¿Por qué tenías esto en tu habitación, Adrien?! ¿Cómo se te ocurre? ¡Podrías haber dañado a alguien!
Siguió diciendo más cosas como aquellas, yo sólo quería ignorarlo, me ponía triste, me hacía sentir peor de lo que estaba. Ignoré cada comentario, cada palabra hiriente para luego caminar hacia mi habitación cuando él acabó de reclamarme cosas sin sentido, ¿para qué necesitaría una caja?
—Mi Adrien —escuché a mamá, mientras entraba en mi habitación con una rebanada de pie y un vaso de jugo. Se sentó junto a mí, sonriendo me extendió el vaso de jugo color verde, un color bastante inusual—. Debes beber un poco de jugo para hidratarte, luego come. No quiero que te enfermes.
Me sentía contento de poder comer algo que quisiera, por lo menos mamá si se preocupaba por mí. Al cabo de unos minutos terminé de comer lo que me había traído, cuando una extraña oleada de sueño me invadió.
—Yo... Yo...
—Duerme, pequeño —Me dejó acostado en mi cama, besó mi frente y luego salió de la habitación. Sentí unas pulsaciones en mi hombro, lo que me hacía recordar mi marca, lloré del dolor, pidiendo que se acabará, esperando una cura.
No sabía en qué momento mi cabeza había comenzado a darme vueltas. Estaba acostado, pero aún así sentía como si girará incontables veces en pequeños círculos.
Mis lágrimas y aquella picazón tan conocidas recorrieron mi espalda hasta que luego no pude sentir nada más que mi sentido común se nublaba.El sentimiento era suficiente para describir como los huesos podrían quebrarse ante una verdad ignorada.
Era como una enfermedad que atacaba silenciosamente.
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Adrien © | Libro #10 |
Cerita PendekSiempre se sintió distinto a los demás. Siempre supo que él no era común. Nunca sabrás que cosas te esperan, ni mucho menos cuando sufres cada día de burlas, de odio, de insultos y sólo por no ser igual a los demás. Te invito a leer su vida y aprend...