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Nuestra casa era tan grande, que sólo permanecer en el patio me hacía sentir más pequeño de lo que ya era.
Estaba jugando con el agua de la piscina, haciendo pequeños círculos que se transformaban en ondas sobre la superficie.

Adrien... —Al mirar hacia el frente veo a Elizabeth, con su característica cola pomposa de gato y sus orejas—. ¿Qué haces en mi orilla?

¿Disculpa? —De todas las cosas que pudo decirme, sólo se dignó en molestarse.

Esa es mi orilla, yo acostumbro a venir aquí —Me levanto, a punto de irme, ella se acomoda en el otro extremo de la piscina, ignorando mi presencia, ¿por qué está así? Hace apenas un año era tan dulce.

Lizzie, ¿es acaso que me odias? —Su comentario le ha hecho gracia al parecer, ya que una pequeña risa a lanzado al aire.

—Tú ni nadie está a la altura de hablarme siquiera, no son mi familia.

—¿También crees que eres adoptada? —Pregunto de manera inocente, ella también posee heterocromía y su cabello es rubio, quizás nuestros padres nos adoptaron por nuestras extrañas características.

De seguro que sí. Mis padres deben ser dioses, por esa razón no pudieron cuidarme.

Fue algo estúpido intentar hablar con ella.

Adrien © | Libro #10 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora