pecados con mi primo(adaptación)suga y tu

Parte 36

hierva mala nunca muere XD estoy de vuelta

  – ¿No van a bajar a almorzar?

¡Joder!

– Su...
– Shhh... –Él coloca su dedo suavemente en mis labios heridos– Toma tu ropa y ve al baño.

Obedezco, tomo mi ropa y me apresuro a correr al baño desnuda.

– ¡Por cierto! –Me detengo en la puerta– Me encanta el color de tu trasero.

Dice divertido y sonrío como idiota, y entonces entro y cierro la puerta con llave. Pego mi espalda de la puerta y me deslizo hacia el piso y con la misma que lo toco me sobresalto a levantarme, mi trasero arde y duele, no dudo que más tarde tenga moretones... esos moretones que tanto me encantan, aunque me cuesten en el alma conseguirlos. Me miro en el espejo y estoy sonrosada y mi labio inferior está con sangre casi seca. Abro el lavabo para remojar mi cara, mi labio arde, joder... Escucho las voces de Suga y mi papa, es poco entendible, pero no me quiero mover de dónde estoy. Tocan la puerta.

– Hija te esperamos abajo para almorzar, daremos un recorrido por los bulevares, no tardes...

Entonces sé que Suga nos ha salvado, otra vez. Éste hombre tiene el don de la manipulación, hasta con mis padres, o qué sé yo si con el resto del mundo, si algo es seguro es que él puede hacer conmigo lo que le plazca... hasta sin yo saberlo... tocan de nuevo la puerta y eso necesito para despertar de mi ensueño. Alzo la cabeza y miro la puerta detrás de mí a través del espejo.
– Pasa. –Aún ni me he vestido.

Suga abre la puerta y nuestras miradas se encuentran a través del espejo. Yo sonrío o por lo menos hago el intento de una sonrisa de lado, y él la corresponde. Camina hacia mí y se coloca tras mi espalda, nuestras miradas no se abandonan en ningún momento a través del espejo. Coloca su cabeza en mi cuello e inhala y exhala estremeciendo mi cuerpo.

– Quiero que recuperes tu vida cotidiana normal, que te alimentes como antes lo hacías y recuperes tu antiguo trasero.

Sonrío ante sus palabras, siempre tan inspiradoras, me llegan al alma. Él coloca una mano delicadamente en mi trasero mientras que con la otra cubre mi abdomen. Lo acaricia lentamente.

– Me encanta ver tu trasero rosado y con la marca de mis palmas en ellos... me excita tanto... –Aprieta mi abdomen con su mano apegándome más a su vientre y asiéndome sentir su erección.
– Suga... –Gimo pues aún me duele el trasero... mucho.
– Shhh...

Siento como baja su pantalón y el rose de la tela con mi trasero sensible, hace poner mi cuerpo tenso. Coloco ambas manos en la cerámica y lo miro a través del espejo, me sonríe, y mete su miembro entre mi trasero a mi intimidad, aún no hemos tenido sexo anal... pero algo me dice que tampoco quiero que suceda... no hoy, no ahora. Con su mano izquierda me toma de mi cintura desnuda y la otra la coloca en mi sexo, yo sólo me sostengo fuerte del lavabo. Nuestras miradas no se abandonan en ningún momento, fijamente nuestros ojos recorriendo el deseo a través de un espejismo, y se profundiza en mi intimidad de una sola embestida. Muerdo mi labio y gimo con cuidado, aún me duele. Con su mano en mi sexo acaricia mi clítoris circularmente, cierro los ojos y los abro de golpe al sentir su miembro rosar fuertemente por mi intimidad, aprieto la cerámica del lavabo y él entierra sus uñas en mis caderas, sin quitar su intimidante mirada de mí, atento ante cualquier gesto que haga cuándo me penetra con su salvajismo pasivo. Lo miro, y me sorprende de nuevo enterrándose en mí fuertemente, rápidamente coloco una mano en su cadera, así como la de él en la mía. Lo hace de nuevo mientras a su vez acaricia mi clítoris ahora de arriba hacia abajo, me embiste con fuerza pero sus ojos no dejan de mirarme y yo no los de él, su rostro refleja tanta posesividad sobre mí que hasta da miedo. Me embiste sorpresivamente de nuevo y gimo entre mis labios, lo hace de nuevo sin dejar de acariciar con experiencia mi clítoris, Dios, estoy al borde del cielo. Lo hace de nuevo, otra vez, fuerte, mientras aprieta con fuerza mis caderas y yo entierro mis uñas en las de él, sus parpados ya quieren cerrarse lo que me indica que ya quiere llegar conmigo a nuestro lugar preferido, acelera sus movimientos y gruñe deliciosamente en mi oído, esa melodía que tanto me enloquece escuchar, gruñe mi nombre mientras mueve sus caderas con rapidez, duro, fuerte, profundo. Gimo su nombre así cómo sé que él lo necesita, una embestida más, y hemos llegado a un clímax deshacedor, bendiciendo mutuamente nuestros nombres, se abraza más a mí y abrimos nuestros ojos encontrándonos con un rostro satisfecho, el de él, y el mío, ¿Qué más pedir?

– ____... debemos bajar a almorzar... –Habla con voz sexymente ronca.
– Hmmm... pero yo no me quiero mover. –Hago pucheros a través del espejo y él sonríe.
– Tienes qué, nos esperan abajo, así que no tardes.

Besa mi mejilla y se separa tiernamente de mí, dejando un vacío extraño, pero que suelo sentir con frecuencia. Sale de la habitación, y opto por darme una ducha así tal cual me ordena éste jodido mandón.