Capítulo 4

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De camino a la escuela, yo no le había dirigido ni una sola mirada a Ally que aprovechaba cada cinco minutos para pedirme perdón, pero la verdad es que lo que hizo me dolió bastante. ¿Era una egoísta? No, yo no la había obligado a prometerme que iba a estar conmigo. ¡¿Cómo se le ocurrió dejarme sola en aquella fiesta?! Cada vez que lo pensaba, me encendía más.


Por parte de la chica de los ojos verdes, no hubo más. Creo que se cansó de incordiar a la menos indicada, seguro que mis karaokes de One Direction conseguí retirarla.


Todo de verdad parecía estar en calma, entré al colegio por la parte del campo de baseball y nadie parecía prestarme más atención de la necesaria, como si después del suceso del viernes todos se hubiesen olvidado de mí, y eso me alegraba en cierto modo. Caminé contenta por los pasillos que llevaban hacia mi casillero, Ally se había quedado ya en la puerta de clase pero yo tenía que buscar aún unos apuntes. De pronto, sentí que tiraban de mi brazo fuertemente y acabé dentro del baño de los profesores, ¿quién había tirado de mí así?


-Mudita.- Dijo la ojiverde sentada en un lavamanos con una piruleta amarilla entre sus dedos y una media sonrisa odiosa en sus labios. Por otro lado, miré a Verónica, que era quien había tirado tan fuerte de mi brazo.


-Eh... ¿qué tal estás?- Dijo la de ojos oscuros mirándome como suplicando una disculpa.


-Déjala, no va a hablar.- La chica misteriosa se bajó de donde estaba sentada para acercarse a mí. La piruleta se introdujo entre sus labios y entonces de uno de los bolsillos de su chaqueta de cuero negra, sacó un colgante de diamante que hizo que mis ojos se abrieran más de lo habitual.


-Creo que no deberí-...


-No creo haber pedido tu opinión, Vero.- Dijo ella mientras cogía mi temblorosa mano y colocaba el colgante en esta. ¿Qué era eso? –Supongo que te preguntarás qué es esto... ¿No? Bien... La zorra de Brenda me debe muchas cosas, y como va a venir a mí directamente... Tú, mudita, vas a guardarme su preciada joya para que no sospeche. ¿Qué te parece?


Yo, rápidamente negué y ella hizo un gesto rápido con su cabeza que no supe lo que significaba hasta que noté que la tal Verónica agarraba mis hombros.


-Lo mejor es que lo hagas.- Dijo a mis espaldas y yo empecé a temblar de forma sobrehumana, no me gustaba que todo se saliese de mi rutina, me ponía nerviosa, ansiosa, quería irme de allí como fuese.


-Eh, eh, eh, ahora no vayas a llorar. Te lo estoy pidiendo por las buenas.- Dijo la chica delante de mí, sus ojos verdes estaban clavados en mí, lo noté. –Si haces esto por nosotras, vamos a protegerte. El hermano de Vero es el feo de James. ¿Lo conoces?


Asentí casi inconscientemente alzando un poco mi mirada hacia la de ella, perdiéndome en aquel inmenso océano que tenía sus ojos, casi ni noté que me acarició la mejilla con la yema de sus dedos al notar cómo yo me tranquilizaba poco a poco.


-Te hacen mucho daño, ¿verdad?- Volví a asentir tristemente, miré al suelo ahora y noté un sabor salado en la comisura de mi labio, limpié el rastro de la lágrima con la manga de mi sudadera, cuidando que no se viera mi muñeca. Sobre lo que había secado, noto la mano de aquella chica rozarme la mejilla y después pasar su pulgar por mi párpado, haciendo que cerrase los ojos.

Aurora; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora