Eunhyuk tuvo que esperar más de una semana antes de volver a ver a Donghae.
Mucha gente rara pasó por la tienda para comprar cosas mientras tanto. De antemano supo que ese no era el mejor distrito de Seúl, pero quizá había esperado tener menos clientes borrachos, o gente que parecía que lo que querían era destrozar toda la tienda y también a él. Pero sabía qué decir, cómo tratarlos, así que no tenía ningún problema con ellos. Lo que no significaba que no estuviese asustado, claro.
Agradable Donghae no llegó por la tarde como la última vez. No, llegó por la mañana, apenas unos minutos después de la apertura. Sobre esa hora sólo algunas madres con sus hijos o gente mayor habían pasado por ahí, así que Eunhyuk estaba ocupado reponiendo las estanterías. Cuando silenciosos pasos se detuvieron justo detrás de él, lo primero que hizo fue rezar para que quién quiera que fuese no le vomitase en el hombro. Después de todo, no sería la primera vez.
—Espere, por favor. Acabaré en un segundo —dijo, acabando de colocar una pequeña torre de judías en lata. Nunca lo admitiría, pero estaba profundamente orgulloso de su manera de colocar las latas, incluso si nadie más que él se daba cuenta.
—Hola.
Esa voz.
Fue un milagro que no se golpease la cabeza contra la estantería mientras se levantaba del suelo a la velocidad del rayo, aunque sí chocó contra la estantería a su espalda y ello provocó que algunas latas cayeran al suelo rodando.
— ¡Oh, hey, Donghae! ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí? —preguntó, riendo como un idiota después cuando su mirada se quedó en la cesta que el otro sujetaba. — ¿Quieres comprar algo?
¡Imbécil! ¿¡Qué otra cosa podría hacer aquí si no!?
Donghae asintió. —Pensé que podrías ayudarme...
— ¡Sí, sí, sí! ¡Sin problema! ¿Qué necesitas?
El castaño parecía más triste y especialmente cansado ese día. Ese hecho bloqueó cualquier rastro de euforia porque quería saber qué estaba pasando. Parecía que Donghae había estado despierto toda la noche... ¿Era eso rastro de eyeliner lo que veía en sus ojos?
— ¿No deberías limpiar esto primero? —preguntó Donghae, muy bajito. Eunhyuk siguió su mirada.
—Oh—rápidamente recogió las latas y prácticamente las tiró al lado de las otras. A punto estuvo de tirar un par porque iba a toda prisa. En ese momento le importó poco si quedaban o no ordenadas. Cuando acabó, se acomodó la ropa y le sonrió. — ¿Y bien? ¿Qué puedo hacer por ti?
Las manos de Donghae aferraron la cesta con fuerza, y a Eunhyuk le pareció que temblaban un poquito. — ¿Tienes...gasas? ¿Tiritas, quizá?
Algunas veces Eunhyuk hablaba sin pensar. — ¿Por qué? ¿Hay alguien herido?
Supuestamente, era un comentar divertido, pero Donghae ni siquiera se inmutó. El castaño no respondió, simplemente se quedó ahí de pie, pareciendo alguien realmente desgraciado. Incluso agachó la mirada, y Eunhyuk supo que debía disculparse.
—Lo siento, yo—se rascó nerviosamente la nuca —Lo que puedo ofrecerte es una caja de primeros auxilios. Ya sabes, esas que puedes llevar en el coche. Están por ahí.
Le guió hacia un pequeño apartado al otro lado de la tienda. Llegó antes que él, así que pudo ver que Donghae cojeaba ligeramente. La pregunta le quemaba en la punta de la lengua, pero se contuvo de preguntarle. No quería parecer maleducado.
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Laughing the nighttime into day
FanfictionAbrir una pequeña tienda de alimentación en uno de los peores barrios de Seúl no iba sólo a traerle buenos clientes, Eunhyuk lo supo desde el principio. Pero lo que no podía imaginarse era que uno de esos clientes dejaría una fuerte impresión en él...