Capítulo 11

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Heechul escupió en la pica del pequeño y mal iluminado cuarto de baño, aguantándose las ganas de vomitar con urgencia. Pese al paso de los años, nunca se acostumbraría a ello.

—De verdad deberíamos aumentarles el precio por correrse en nuestra garganta. No me importa hacer descuento a los chicos guapos, pero para algunos de ellos debería estar prohibido, joder...

A su lado, Donghae se lavaba las manos a consciencia con jabón escurriéndose entre sus dedos. Habían terminado con un cliente que ambos habían compartido porque éste así lo había querido. Y aunque adoraba a su hyung más que a nada en el mundo, tener sexo con él no era algo que le gustase. Lo habían hecho incontables veces antes porque así lo querían los clientes y porque los ponía calientes, pero ninguno de los dos lo disfrutaba. Era raro, y sin tener audiencia ni siquiera les pasaba por la cabeza. Sentían que eran como familia, por lo que tal aberración les era imposible de imaginar. Sin embargo, el dinero que obtenían con ello era mucho más del habitual, y tampoco es que tuvieran la oportunidad de escoger.

El castaño sabía perfectamente de lo que el otro estaba hablando. Algunas veces, incluso después de lavarse los dientes, el sabor se quedaba en sus bocas – especialmente cuando, desde el principio, habían sentido asco. Donghae había sido afortunado esa vez porque su hyung había evitado que realizase esa tarea así que no podía quejarse, pero se sentía mal por él. Pese a todo, todavía sucedía algo en su interior y sentía que esa era una de las raras ocasiones que obtenía para contárselo al otro.

—Hyung —llamó en un susurro sin levantar la vista de todo el jabón que cubría sus manos. Heechul gruñó a su lado, por lo que continuó—. Creo que estoy enfermo.

Heechul volvió a escupir en la pica.

—No te preocupes, el nauseabundo sabor desaparecerá en cuanto nos tomemos un buen coctel en el bar.

—No me refiero a eso...

Al escucharle, el otro levantó la vista con visible preocupación en sus ojos. Llevó una de sus manos a la frente del menor, comprobando su temperatura.

—No tienes fiebre.

—No así... no fiebre —explicó Donghae, mordiéndose el labio—. Es solo que... a veces, mi corazón late más rápido de lo normal. Y...tengo esta extraña sensación en mi estómago.

— ¿Cómo si quisieras vomitar? —Quiso saber Heechul. Donghae negó con el rostro.

—No, en realidad es una sensación bonita. Pero cuando sucede, mi cara está caliente también y... no lo sé.

Como si quisiese confirmar su teoría, sus mejillas se pusieron un poco más rojas y Heechul supo inmediatamente el por qué.

—Dime, ¿piensas en alguien especial cuando te sientes así?

Donghae se puso aún más rojo y asintió con el rostro tímidamente.

—Sucede siempre que estoy pensando en Hyukkie —susurró.

Heechul no supo qué decir. Por una parte estaba feliz de saber que Donghae había encontrado a alguien de quien enamorarse y no pensaba que ese tal Eunhyuk fuese malo. Quizá sería capaz de tratarlo bien, decirle cosas dulces y bonitas todo el día y toda esa mierda. Por otro lado, sin embargo, sabía que las relaciones no encajaban con el estilo de vida que llevaban. No había manera de construir una, e incluso si el amor por el otro fuese lo suficientemente fuerte como para durar, ¿cómo iban a salir de ese trabajo? Si su amor era la pequeña flor en medio de una pradera, entonces la vida era la bota que la pisoteaba antes de que pudiera florecer. ¿Cómo iba alguien a detener esa bota a mitad de su trayectoria?

Laughing the nighttime into dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora