Vampire

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Rubén

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Rubén

—Joven Rubén, el señor Doblas lo solicita en su oficina —Dijo la voz de Nora detrás de la puerta, suspiré y me levante—
—Ahora voy, gracias Nora
—Por nada Joven, con su permiso

Escuche sus pasos alejarse y suspiré, camine fuera de mi habitación y me dirigí al despacho de mi padre, seguro necesitaba saber que me habían dicho los Rogel o saber cómo me trataron —Lo cual no era probable porque no le importa nada que tenga que ver conmigo—

Toque la puerta y escuche un serio "Pasa Rubén" abrí la puerta y camine a una silla frente él escritorio, mire a mi padre esté miraba unos papeles con atención y tenía una mueca de disgusto, no entendía porque hasta que lo recordé: eran las notas del colegio. Mierda, seguro me mata

—Acabó de ver tus notas, no son excelentes pero tampoco son malas. Son mediocres y conformistas —Dijo molesto y calle, no quería problemas— No estoy molesto o al menos no tanto. Pero «Lo sabía» debes mejorar, no puedo permitir que mi hijo tenga notas bajas, dañas mi imagen —Asentí—
Discúlpame padre, subiré mis notas
—Esta bien, eso espero Rubén —Suspiro cansado— ¿Que sucedió con los Rogel? —Me miro—
—Nada, avise directo que todo estaba en orden y les mencioné el baile y la subasta, al parecer les agrado la idea dijeron que nos verían el día del baile
—Muy bien, ve con el sastre y procura que te hagan el mejor traje —Asentí y me levante— Mañana no irás al colegio, necesito que ayudes a tu madre a organizar todo
—Esta bien, me retiró

Asintió y salí de su oficina. Me esperaba algo como eso, siempre era lo mismo con mi padre, pero aún así me dolía. Él no era así antes y me dolía ver a la persona fría que llamó padre y recordar a la cálida persona que solía llevarme encima de sus hombros

Solo me quedaba el recuerdo de su sonrisa, de su risa, de su calidez, de sus abrazos, de sus regaños para nada bruscos, de los días que jugaba conmigo. Todo quedó como recuerdo, porque ahora todo es diferente, incluso yo lo era, me había vuelto algo cerrado y odiaba muchas cosas

El psicólogo al que me enviaron de niño decía que era normal, según él era debido a que perdí a mi mejor amigo y a mi madre de una manera tan repentina, sé que hace unos momentos el mencionó a mi madre

Pero ella no es la biológica y jamás la podrá remplazar, aquella mujer que ahora lleva el título de "Mi madre" había hecho que mi mejor amigo se hiciera tan frío, me sorprende ver que aún después de 15 años de la muerte de mi madre, no pueda aceptarla ni aceptar a el que, actualmente es mi padre

Me sorprende que aún después de 15 años le guardo rencor a esa mujer que llegó un año después de la muerte de mi madre. Sacudí la cabeza y mire al frente, camine a la sala y hay estaba ella, leyendo una revista posiblemente de chismes o porquerías "para seguir gustándole a tu hombre"

—Mary —La llame y me miró—
—Creí que ya habíamos aclarado que debías decirme "Madre" —Dijo— ¿No lo entiendes?
—Lo entiendo y pensé que ya te había quedado claro que nunca te diré "Madre" —Hice comillas— porque mi madre está muerta y no pienso dejar que compartas un título que ella gano con esfuerzo —Dije molesto—
—A mi también me costó llegar aquí —Dijo indignada—
—Ah lo siento, debe ser realmente cansado abrir las piernas ¿No?

Un golpe secó resonó en la sala y mi mejilla comenzó a arder, maldita perra me había golpeado, note como volvía a levantar la mano y estaba por hacer algo de lo que me iba a arrepentir pero por suerte Nora estaba ahí, y detuvo su mano y la mía. Le debo una, Nora soltó bruscamente a Mary y la alejo de mi

—¿Esta bien Joven? —Pregunto mirando mi mejilla—
—Si Nora, descuida —Dije en un murmuró—
—¿Quien te crees para tocarme, gata? —Pregunto Mary asqueada—
—Para empezar "Señorita", —Hizo comillas— no soy ninguna gata y me creo lo que a mí me de la puta gana —La miro— Lárguese de aquí antes de que le destroce su nariz falsa y le arranque las extensiones

Mary, como la perra indignada que es le soltó una bofetada a Nora, quien claramente no titubeó y también la regreso pero más fuerte, Mary grito y Nora se acercó a ella con las intenciones más claras que nada

—¿Que demonios está pasando aquí?

Mierda, mi padre

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