Capitulo catorce: El fin de la calamidad

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Alessar dió media vuelta y se dirigió a Éden y Bill, los dos estaban allí recostados sobre árboles en completo silencio, oyendo cuidadosamente los movimientos del dragón Tairum.
-Alessar, ¿tienes un plan?- preguntó Éden con una mirada impaciente.
Alessar asintió y dijo -¡Escuchen! Tenemos que volver a la montaña, justo por donde llegamos.
-¿Y luego qué?- preguntó Bill confundido.
-Debemos llamar la atención del dragón- dijo Alessar mirando los cielos y el fondo del bosque.
-Pero... No entiendo ¿a donde quieres llegar con todo esto?- justo entonces se oyó un gran rugido que probablemente se oyó a kilómetros a la redonda. Éden y Maedor saltaron del susto y se estremecieron por su poderosa voz.
-Ya no hay mucho tiempo... sólo le pido que llamen la atención de la bestia y lo atraigan justo en la entrada a las montañas ¿entienden?-.
-Pero Alessar... ¿Como lo haremos?- dijo Éden con una mirada de sorpresa y confundido por el plan que no llegó a entender bien.
-Esperen a mi señal... Tranquilos, se que lo harán bien- dijo Alessar apoyándo sus manos en los hombros de sus compañeros, luego se alejó corriendo a gran velocidad, desapareciendo entre los árboles.
-¿Que haremos ahora?- preguntó Bill intranquilo mirando a sus alrededores.
-Pues ya oíste, debemos esperar la señal- Contestó Éden luciendo muy tranquilo en ese instante.
Bill suspiraba profundamente a causa del agotamiento. No sólo el camino lo habia agotado, sino todo lo que habia ocurrido en él. Tristeza, dolor, muerte... Sentía que había visto demasiado.
-No se tu Éden, pero a veces quisiera rendirme y dejar que el destino haga lo que le plazca con el futuro- dijo Bill mirando las hojas de los grandes árboles.
-¿Por que lo dices?- le preguntó Éden sentándose en el suelo y mirándolo seriamente. Bill se quedó un momento en silencio, muy pensativo y luego dijo en un suspiro -Maedor... Denabel... No han podido sobrevivir... ¿Qué te hace pensar que nosotros podremos?-.
-¡Porque debemos hacerlo!- exclamó Éden -Es nuestro deber, por nosotros y por lo que más queremos... No debemos rendirnos ¿No querrás que nuestros amigos perdieran la vida en vano, o si?-.
Bill se sentía muy desanimado en esos momentos, las penas pasadas le pesaban y se le afligia el corazón al recordar. Pero pudo ver en Éden una mirada repleta de profunda tristeza, pena y dolor, sentimientos que Bill pudo percibir fácilmente que escondía. Pudo entenderlo y sabía que tenía razón, y que era la mejor opción.
-Ven vamos- le dijo Eden a Bill acercándose a él y apoyándo la mano en su hombro -Debemos caminar hacia la montaña, hay que estar atentos- y se avanzaron caminando sobre las hojas de los árboles que habian caído de loa árboles hace algún tiempo, aunque con mucho cuidado, aún no era el momento de alertar a la bestia.
-¿Como lo haces Éden?- le preguntó Bill.
-¿A que te refieres?-
-Siempre luces tan calmado y tranquilo... como si nada de ésto te afectara- dijo Bill mirándole a los ojos.
-Tengo que hacerlo Bill, no es como si no me afectara todo por lo que hemos tenido que pasar hasta ahora. Tengo un objetivo, algo por lo que seguir luchando... tu deberías de hacer lo mismo Bill- dijo Éden de una manera muy seria y mirando hacia un punto exacto en el paisaje, como si estuviera casi completamente perdido en sus pensamientos.
Bill asintió dando un gran suspiro, entendía lo que le había dicho Éden y sobre todo por el momento que él estaba pasando tambien. Aún así Bill lo admiraba, porque no a él parecía disimularlo demasiado bien, pero para Bill no era tan fácil de hacer.
Repentinamente escucharon un silbido que a lo lejos que fluía por el viento, sin dudarlo, supieron que se trataba de la señal de Alessar.
Éden y Bill se miraron entre sí y rápidamente sin pensar demasiado, empezaron a gritar y saltar, con la intención de llamar la atención del dragón.
Pero no podían oírlo, sus movimientos habían cesado, y eso los preocupó bastante. Éden y Bill apagaron sus gritos, confundidos y la vez decepcionados por la ausencia del dragón, que parecía haber abandonado el lugar.
Subitamente, la bestia apareció por los cielos volando lentamente. Éden notó que la mirada del dragón había pasado por ellos, ya los había descubierto y todo iba bien de momento.
Éden y Bill comenzaron a llamar al dragón con el fin de llamar su atención. El dragón paso otra vez agitando sus alas en el cielo y enseguida aterrizó poniendo sus patas sobre la tierra derribando árboles que eran pequeños a comparación de su tamaño. Los jóvenes se dieron varios pasos hacia atrás para evitar ser aplastado por algún árbol.
El dragón los estaba observando fijamente.
-¡Aqui están!- exclamó Tairum -Les dije que no podrán escapar de la muerte. Lo que han hecho me ha enfurecido, no sólo me ofenden sino también que me faltan el respeto... Intentar escapar de mi, el mas grande de los dragones en la tierra... Es una ofensa, deberían estar agradecidos de ser asesinados por mí, la gran calamidad del último milenio- finalizó Tairum, mientras levantaba su gigante cabeza hacia el cielo.
De pronto, Éden y Bill se percataron de las llamas que podían notarse en su cuerpo, entonces comenzaron a correr sin pensar demasiado en dirección al cruce de la montaña.
Como se esperaba, Tairum dejó salir una gran llama de su boca que incendio todo a su paso. Éden y Bill continuaron su huída moviéndose de un lado a otro, esquivando las grandes llamaradas de fuego. Al cesar las llamas, Tairum comenzó a perseguirlos muy furioso maldiciendolos como más no podía.
Éden y Bill corrían por sus vidas pero también, con cada paso que daban, corrían con el destino del mundo, dándole un final que todavía era incierto.
Los jóvenes volteaban la cabeza una y otra vez mientras corrían sin descanso. El escape parecía imposible, y si lograban hacerlo sería por algún tipo de milagro, al menos eso pensaban ellos. Tairum continuaba lanzando llamaradas de fuego de su interior incendiando todo a su paso y derribando árboles que caían por el peso de su cuerpo y la fuerza de sus patas.
Aún así las llamaradas no podían alcanzar a Éden y Bill, pero podían sentir el calor a sus espaldas cada vez más fuerte. Aunque aún el dragón no lograba alcanzarlos, el camino empezaba a complicar más la huida, además, los árboles crecían cada vez más juntos uno del otro a medida que avanzaban y se tornaba más dificultoso esquivarlos, ya que tenían que doblar hacia la derecha, según Éden, para dirigirse al cruce montañoso.
-¡Eden! ¡estoy cansado!- exclamó Bill muy dificultado para hablar por la exaltación.
-¡Ya casi llegamos Bill, ¡debemos resistir!- respondió Éden avanzando con más velocidad dando todo lo que podía ofrecer su cuerpo, ya que a decir verdad no estaba en buenas condiciones.
Escaparon del dragón por otro minuto, a Tairum se le complicaba mucho más perseguir los pasos de los jóvenes, ya que las raíces de los árboles se volvían cada vez más fuertes y gruesas, entonces se le tornaba más difícil derribarlos.
Luego, al fin pudieron ver la montaña frente a ellos, y arriba, mirando a través de los árboles pudieron ver aquel cruce por el cual habían entrado a Edomar y por el que ahora debían dirigir al dragón sin saber exactamente con qué fin.
-¡Allí es!- gritó Bill con un poco de emoción.
-¿Que haremos ahora?- se preguntaba Éden, dudando en su mente de el plan de Alessar, que desconocía casi completamente.
Justo antes de llegar a la montaña, se habían percatado de que la presencia de Tairum había desaparecido, sus pasos se habían detenido, y todo sonido de destrucción había cesado.
Al darse vuelta, lo único que pudieron ver fue el bosque ardiendo en llamas, una vista completamente anaranjada que se levantaba sobre el cielo convirtiéndose en humo negro.
-¿Donde se ha ido?- se preguntaba Éden en voz alta altamente preocupado.
-Oh no... ésto no está bien- agregó Bill presintiendo en su corazón que las cosas se pondrían peor.
Éden y Bill se miraban entre sí y además miraban todo a su alrededor, incluso hacia arriba, intentando no hacer ningún tipo de ruido para escuchar cuidadosamente cada sonido en las cercanías. Repentinamente, Éden y Bill cayeron de espaldas hacia la montaña después de haber sido sorprendidos por el gran dragón Tairum que cayó del cielo justo frente a ellos, dándoles una sorpresa que realmente no esperaban.
El dragón reía con un tono malvado e intimidante. Éden y Bill temblaban de miedo y se apoyaban con fuerza a la montaña, en ese momento sabían muy bien que ya no tenían escapatoria y lo único que podían esperar era la llegada de Alessar, pero aún así no sabían con certeza que iba a pasar.
-Alessar... ¿donde estas?- murmuraba Éden mirando hacia arriba, esperando ver al capitán sobre el cruce pero era inútil, no aparecía y además las hojas de los árboles obstaculizaban la vista de los jóvenes.
De repente Tairum habló en un tono muy alto y con un poco de furia que podía notarse con facilidad -¿De verdad creyeron que podrían escapar de mi? ¿en mis propias tierras? Deberian de usar más sus cabezas- dió una pausa y luego prosiguió -Yo soy el amo de estas tierras, el señor de los dragones de esta era. ¿Como pretenden ustedes, basuras insignificantes, entrar a mis tierras, despertarme de mi tranquilo sueño e irse cómo si nada hubiesen hecho?... ¿De verdad son tan ingenuos como para creer que no haré nada al respecto?-.
Los jóvenes se quedaron en silencio por un momento, pero Éden abrió su boca y sin miedo preguntó -¿Como saber que eres el señor de los dragones?, ¿quien lo dice?- Bill miró a Éden sorprendido por el haberse atrevido a hablarle así a la bestia que estaba a punto de devorarlos y lo golpeaba con su brazo pero Éden poca atención le prestó.
El dragón rió y dijo -Eres muy valiente insecto, pero no durará mucho, paciencia- advirtiéndole a Éden.
-¡He visto dragones más majestuosos que tu!- exclamó Éden, mirando a Bill con una sonrisa entremedio para asegurarle que todo estaría bien, a lo que Bill decidió confiar y dejarlo continuar.
Tairum rió y abrió sus gigantescas alas poniéndose de pie en dos patas, dejándo ver su verdadera majestuosidad. A lo que Éden respondió tragando saliva con todo sentimiento, en especial de horror y preocupación, que recorría su ser.
-Admito que eres grande, pero he visto peores... y más inteligentes de hecho-
-¿Como te atreves?- gruñó el dragón al oír la peor ofensa que pudieron haberle hecho -Ahora sentirán el poder de mis llamas- advirtió mientras se inclinaba hacia atrás y una bola de fuego se pudo ver fluir por su cuerpo.
-¡¿Que has hecho?!- gritó Bill antes de ser quemados vivos. Pero en el momento justo, apareció desde cielo el capitán Alessar, quien se aterrizó en la cabeza del dragón con su espada en mano e incrustandola en la gruesa piel de la cabeza de Tairum. La bestia gritó aturdiendo a los jóvenes que fueron salvados de la muerte por sólo unos segundos, entonces tomaron sus espadas y se levantaron con furia, lamentando las pérdidas sufridas e incluso el es tener que estar allí ahora en vez de estar con sus familias y en sus hogares que tanto anhelaban.
Entonces, corriendo en ayuda del capitán, con gran fuerza, Éden y Bill atacaron por las piernas del dragón, rozando sus espadas con ellas provocándole heridas bastante profundas y causando la caída final del gran dragón blanco.
Alessar fue lanzado por los aires cuando el dragón agonizaba de dolor moviéndose de un lado a otro hasta que cayó al suelo, lo que sonó como si una montaña cayera derrumbandose por completo.
Alessar cayó desde una gran altura, pero las ramas de los frondosos árboles detuvieron su caída, pero no lo suficiente, porque de igual manera cayó al suelo en un golpe muy duro que le infligió mucho dolor en su espalda y había conseguido marearlo. Alessar estuvo quejándose del dolor por unos segundos hasta que de un desmayo cerró sus ojos y descansó.
Luego, despertó un poco confundido y con su vista un poco borrosa. Al aclararse las imágenes, notó a Éden y a Bill a su frente preguntando y hablando sin parar.
-¡Al fín despertaste!- exclamó Éden mirando fijo a Alessar.
-¿Que ha pasado?- preguntó Alessar, quien tenía todos los recuerdos confusos.
-¡Hemos ganado!, ¡derrotamos al dragón!- gritó Bill con una gran sonrisa en su rostro que sin dudas reflejaba la paz y tranquilidad que llevaban buscando desde que comenzaron el viaje.
Al dar un paso al costado, la vista de Alessar captó a la gran bestia sobre el suelo en su propio charco de sangre. Todo había acabado, la misión estaba concluida, aunque no estaban seguros de lo que sucedería a partir de ese momento. Alessar se puso de pie para tratar de estar despierto y atengo por si acaso.
-¿Que va a ocurrir ahora Alessar?- preguntó Éden en el momento exacto en que un ruido proveniente de la torre de Alkalor. Un sonido aturdidor que pudo oírse a kilómetros de distancia a su alrededor, parecía una voz grave gritando en su agonía, lo que estremeció a la compañía luego de que los aturdiera.
Una vez cesó, Éden, Bill y Alessar se miraban sorprendidos y confundidos al no saber qué era exactamente lo que ocurriría.
Aún así, la esperanza que aún guardaba Éden no había sido en vano, la misión había acabado y la bestia mas temida estaba ahora muerta. Ahora, Éden volvió a recordar a su pueblo, a su madre, y a su hermanita Élizeth, a quien extrañaba como nunca lo había hecho.
<<No puedo esperar a verla otra vez>> pensó mientras se dejaba caer al suelo apoyado a un árbol que aún se mantenía sobre la tierra y dando una sonrisa que reflejaba paz y tranquilidad, porque según lo que él pensaba, la peor calamidad había sido derrotada y que lo peor ya había pasado.
Alessar y Bill se sentaron en la tierra destruida al igual que Éden para relajar sus cuerpos y mentes luego de la batalla. Todos sintieron al fin paz en el ambiente, algo que no sentían desde que comenzó el viaje, pero espacialmente Alessar, que incluso antes de la partida había visto la oscuridad infligir dolor en las personas a su alrededor.
-Lo único que nos queda es volver- dijo Alessar -Alkalor aún sigue vivo, pero sus fuerzas han disminuido, parte de la vida y fuerza del dragón provenia de el señor de estas tierras, y aún estaba conectado a él vitalmente. Ahora lo único que nos queda es resistir a los ataques en Angard y proteger a nuestro reino hasta que las últimas fuerzas del mal se extingan-.
La luz del sol menguaba, la noche estaba llegando rápidamente así que decidieron pasar la noche allí y recuperar fuerzas, esperar a la luz del día para comenzar el viaje de regreso a casa.
Había sido un largo camino, un melancólico viaje por los confines de la tierra donde se perdieron varias vidas. Muertes que los heroes sufrieron hasta las lágrimas, pero que después de todo, en el final, sintieron que no habían sido en vano, porque todo había acabado y el mundo parecía volver a la normalidad, y jamás se olvidaría a aquellos que dieron sus vidas por el mundo.

Muchas gracias a todos los que leyeron mi capitulo, ya saben que me hacen muy feliz cada uno de ustedes. Disculpen que no tenga mucho tiempo para subir capítulo, así que por eso agradezco mucho a los que esperan mi historia :)
Un agradecimiento especial a Anahi-Salas que me acabo de enterar de que la asaltaron y la golpearon, así que un abrazo grande y recupérate, no te preocupes que estarás bien y tu amiga mejorará, ya sabes que agradezco muchísimo tu apoyo de siempre, sos re buena onda, es una de las cosas que me hace feliz al escribir 😊 gracias a todos! Y esperen el próximo.

Las crónicas de ÉdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora