Prólogo

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Bien sabía que debía unir mi vida a un hombre digno y de renombre, es lo que siempre decía mi madre. Y mi madre tenía razón en todo o así parecía ser, su vida ha sido exitosa e intachable al menos a la vista de todos y sus consejos valían mucho.

Más que consejos eran órdenes pero todas las madres eran así ¿o no?

Cuando al fin lo logré no pude más que ser feliz, no solo por el alivio que encontré al realizar su sueño sino al darme cuenta de lo feliz que me hacía esta nueva vida, al fin tenía una paz que nunca había saboreado a excepción de Guillermo, con él siempre valía la pena romper las reglas. Abrazaba una nueva vida, dónde solo debía aguantar y agradecer todo lo que ha venido con ella, disfrutarla al máximo mi oportunidad de sentir paz.

A pesar de todo, lo que mi madre quería que lograra era mí éxito personal y eso para mí estaba bien, pero no era la manera en la que deseaba que llegaran las cosas. Quería que fuera natural un amor de verdad, como en los libros, con chispas, luces, fuegos artificiales y las mariposas en el estómago como el que sentía con Guillermo. No este odioso hombre, él no era ni la mitad de lo que yo había soñado pero era todo lo que necesitaba para mantener a mi madre feliz y orgullosa de mí y sobre todo, lejos. ¿Suena mal? Creo que es peor ver la mirada de decepción de una madre hacia su hijo o escucharla hablar mal de él porque no cumplió sus anhelos.

Lo que importaba en estos momentos era hacerla sentir orgullosa y aunque suene estúpido todas mis decisiones a lo largo de mi vida han girado en torno a lo que ella necesita y quiere de mí.

Un sacrificio más que haga a cambio de mi felicidad no quiere decir nada, la estabilidad es lo que necesito en mi vida y ya era hora de conseguirla, estaba muy joven pero necesita salir de aquí. No hizo falta mucho, mamá se adelantó a los hechos, me quitó un peso de los hombros. Mi único trabajo ahora era ser irresistible y tenerlo comiendo de mi mano.

Y si de algo estaba segura era que nunca iba a ser como ella, mis hijos serían felices y seguirían sus sueños, eso era un hecho.

Limpié una lágrima apagando la luz del baño para dejar de ver mi reflejo en el espejo, salí de ahí y me hundí en mi cama. No debía seguir llorando o mi rostro quedaría arruinado y ella se volvería loca, como siempre lo hace.

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Chocolates! Espero les encante tanto como las otras! Un beso!

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Desesperado DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora