Presente
Año 1997.
Hoy era un día muy importante y lleno de movimiento en casa. Los empleados corrían de un lado al otro, los jardines estaban siendo aún más perfeccionados y las bonitas cortinas de la casa habían sido cambiadas por unas exactamente iguales, yo no podía apreciar la diferencia pero Ana sí.
Estaba segura que solo eran manías suyas como una manera de demostrarle a Julio que estaba muy preocupada y ocupada por mi futuro y todo ese cuento. En esta casa nada tenía sentido, ni si quiera yo.
Fernando había pedido una charla privada con Julio, me puse un poco nerviosa de lo que mi padre pudiera decirle, después de todo ese hombre era un villano de primera; y luego de varias horas al teléfono mi padre informó su visita y que era de suma importancia que la cena de hoy cumpliera los mejores y más altos estándares. Algo grande estaba por sucederme y mi pecho se hinchó de la pura anticipación, cada día estaba más cerca de respirar aires nuevos.
A pesar de que tenía sospechas sobre lo que iba a pasar, mis dudas quedaron aclaradas gracias a mi madre quién me llenó de advertencias mientras maquillaba mi rostro. No podía ser una mamá común y corriente, ella no hablaba con dulzura y no sabía si era por miedo o vergüenza por todo lo que me había dicho pero Ana nunca me miraba a los ojos, su mirada viajaba de un lado al otro por mi rostro pero nunca se detenía en mis ojos a menos que fuera para advertirme u ordenarme algo. Ese tipo de situaciones se daban cada pocas veces en la vida, como esta y a pesar de todo aprovechaba esos momentos para apreciar sus ojos, eran oscuros nada diferente o fantástico como eran los de Guillermo, pero cada vez que veía sus ojos oscuros intentaba descifrar la mujer que era. Mis conclusiones han llegado a cero.
Ella se enfocaba con gran ahínco en tapar mis pecas, decía que era una desdicha que mi piel fuera marcada por tan feas manchas. Por mi parte no me parecían feas y eso tenía mucho que ver con el hecho de que Guillermo adoraba mis pocas pecas.
Cada vez que me veía contaba cada una de mis pecas de manera paciente, ha venido haciendo eso desde que la primera peca apareció en mi nariz. Me parecía algo bastante tierno, que se tomara el tiempo de contarlas y apreciarlas. Si cerraba mis ojos y me concentraba podía sentir como repartía besos en cada una de mis pecas.
Mi corazón se estrujó de dolor ante el recuerdo de sus labios nobles y suaves. Hace tan solo unas semanas lo había tenido todo para mí y ahora solo podía tener su recuerdo únicamente.
-Debemos aceptar de forma rotunda, Daniela.- No respondí seguí con mis ojos cerrados mientras ella aplicaba pintura de labios color rosa. Ella nunca dejaba que usara pintura de labios roja, nunca me dio una explicación del por qué, simplemente de escucharme decirlo se volvía un poco loca. De igual manera no era mi intención usar ese tono en mi piel, sobre todo por el hecho de estar cansada de ver el color cada día de mi vida en sus labios.-¡Daniela!- Ana movió mis hombros con fuerza para llamar mi atención.
-Te estoy escuchando, madre.- Ella solo giró los ojos.
-Déjate de tonterías y juegos de niños.- Cada vez que decía esto mi cuerpo se ponía en tensión de inmediato, eso quería decir que no quería que me refiriera a ella como "madre" en ese momento. Era una especie de plática de mujer a mujer.
Por primera vez en bastante tiempo miró mis ojos y no estaba segura pero creí ver un temblor recorrer su cuerpo. Dicen que los ojos son las ventanas del alma, quizás ella puede ver todo el daño que le ha hecho a mi alma y por eso evita de sobre manera chocar con mis ojos.
-Ya te dije que entendí.-Estaba molesta. Muchas chicas de mi edad disfrutaban de una experiencia nueva y reveladora en la universidad, descubrían placeres varios y hacían nuevos amigos. Mi único amigo ha sido Guillermo y es un amigo del que estoy perdidamente enamorada.
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Desesperado Deseo
RomanceA Daniela García siempre le enseñaron cómo debía ser su vida, por dónde debía caminar y de qué manera tenía que hablar. A Daniela García le indicaron su modo de vestir, actuar, incluso pensar. Ella estaba destinada para algo grande y lo sabía, así c...