Pasado
Era una niña mentirosa y eso era malo. Lo decían mis maestras en el colegio y yo también sabía que era verdad. Pero no podía hacer otra cosa más que mentirle a mi mejor amigo y a mis papás.
En mi clase de religión las monjas decían que a Dios no le gustaban los mentirosos. Tenía miedo de lo que él, Dios, pensara mal de mí, pero también dicen que perdona y es comprensivo; él me va a perdonar por mentirle a todos ellos.
Mamá creía que jugaba sola las veces que me permitía salir, papá también creía eso y Guillermo solo pensaba que me estaba portando muy mal y que por eso ya no me dejaban salir. Pensaban de esa forma porque era lo que necesitaba que creyeran, así nadie se molestaría conmigo. Era difícil, pero había podido hacerlo desde que papi me prohibió jugar con Guillermo.
Me crecería la nariz como Pinocho, eso es seguro. Todos los días me miraba y tocaba la nariz en el espejo solo para ver si había algún cambio. ¿Si crecía qué les diría? Otra mentira para que me creciera aún más.
Corrí lo más rápido que pude hasta el gran árbol de la casa, era nuestro punto de encuentro y lugar secreto. Me apoyé del tronco tratando de respirar con normalidad. A nadie le interesaba esta parte de la casa, nadie venía por aquí, solo los trabajadores cuando podaban la maleza, de resto este era mi sitio secreto y favorito en todo el mundo.
-¡Bu!- Pegué un brinco y me tapé la boca del susto. Mi corazón se agitó aún más y Guillermo se partió de la risa.
-¡No hagas eso!- Miré a mi alrededor, pero como siempre todo estaba solitario. Estábamos lejos de casa y de los jardines de mamá, nadie podía oírnos, pero no estaba demás ser un poco precavida. Si no me descubrían no había regaños o golpes ni castigos.
-Eres tan miedosa.-Se burló un poco más.
-Cállate.- Guillermo se volvía un poco molesto con el paso de los años, quizás era por sus nuevos amigos en el colegio.
Además de eso se volvía más alto cada vez, y yo a pesar de que crecía no lograba alcanzarlo. Ya estaba segura que nunca sería tan alta como él.
-Ya tienes diez años debes dejar de asustarte por todo...- Se cruzó de brazos y yo solo giré los ojos. Se creía tan superior y solo era un año mayor que yo. Era tan tonto. Yo no sería tonta como él cuando tenga once.
-¿Qué haremos hoy?- Pregunté para cambiar el tema. Además que tenía poco tiempo antes de que llegara papá. Miré sus ojos verdes y grises, a veces parecían cambiar de un tono a otro, por eso le decía que tenía ojos cambiantes, siempre los ha tenido de esa manera.
-¿Por qué casi no sales?- Sentí un miedo crecer tan solo escuchar esa pregunta salir de sus labios. Tragué con fuerza, como cuando te ahogas con un pedazo de dona.
-Me he portado mal...-Dije simplemente. Era la respuesta de siempre.
-¿Estás saliendo mal en el colegio? Porque yo te puedo ayudar a estudiar...-Y esto era lo que él siempre creía, que me castigaron por salir mal en el colegio. Pero simplemente me castigaban por ser su mejor amiga, si se lo decía le dolería tanto como me duele a mí y quizás se aleje. No quería perder su amistad así que continuaría con mis secretos.
-No, claro que no. Soy la número uno, sabes que me gusta el colegio.-Estudiaba mucho para que no me castigaran por tener malas calificaciones.
-¿Entonces?
-¡No sé, Guillermo! Los padres son así.
-Los míos no...- Lo sabía y sentía un poco de celos de él. Sus padres siempre lo querían y abrazaban, lo trataban bien y no parecían pelear nunca. En cambio que los mios peleaban demasiado.
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Desesperado Deseo
RomanceA Daniela García siempre le enseñaron cómo debía ser su vida, por dónde debía caminar y de qué manera tenía que hablar. A Daniela García le indicaron su modo de vestir, actuar, incluso pensar. Ella estaba destinada para algo grande y lo sabía, así c...