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Pasado

Mami había comprado algunas flores coloridas y bonitas, decía estar aburrida y que cuándo eso ocurría una mujer debía empezar a buscar algo productivo que hacer. Con eso decidió poner la casa aún más bonita de lo que estaba y compró un montón de flores geniales.

Ha hecho mucho sol últimamente y me da mucho calor. Hoy por suerte mami me ha dejado usar pantalones cortos y no vestidos como hace siempre, porque quiere que la ayude a plantar las bonitas flores.

Estaba nerviosa, desde que había cumplido nueve años mami decía que cada vez me acercaba más a ser una mujer y aunque no sabía bien como iba a crecer tanto como mami sabía que era verdad, después de todo los papás no dicen mentiras.

El viento no soplaba ni un poquito y mami parecía bastante cómoda a pesar de que ya sentía mi frente llena de sudor; yo solo deseaba acabar está tarea de mujer grande y correr al otro lado del gran árbol para poder encontrarme con Guillermo, hoy jugaríamos como lo hacíamos todas las tardes que nos daban permiso. Quizás su mami nos de un té helado para refrescarnos como hacía siempre que moríamos de calor.

-Debemos estar... concentrate, Daniela.- Mami me regañó, tenía unos guantes y yo también pero me sentía incómoda con ellos, hacían sudar mis manos y me quedaban muy grandes. Mami abría un hueco en la tierra negra con una pala pequeña y ponía ahí las flores para luego llenar los espacios con más tierra. -Es tu turno.

-¿Después de esto podré ir a jugar con Guillermo mami?- Había agarrado la palita y comenzaba a cavar tal cual lo había hecho mami hace un momento. -¿Mami?- Insistí viéndola ya que no me respondía. A veces mami nunca me respondía las preguntas, tenía muchas preguntas sin responder.

-No pierdas de vista lo que haces, nunca lo hagas.- Volví a concentrarme en mi tarea, si lo hacía mal seguro que no me permitiría irme con Guillermo. Tenía dos días sin jugar con él y ya lo extrañaba.

Tenía cosas importantes que contarle cómo el hecho de que había crecido cuatro centímetros desde la última vez que había ido al doctor y mami parecía feliz por eso. El día que sea del tamaño de mamá seré una mujer como ella, y por el paso en que iba agarrando centímetros de la nada parecía ser muy pronto.

-Listo.

-Ahora la flor...- Señaló una flor muy linda color blanco y parecía muy delicada. Cuando estaba llenando los espacios vacíos con tierra lo hice con mucho cuidado, no quería lastimar la pobre flor y esperaba que el sol no la matara. No creo que ella resista el calor de igual manera. Me sentí un poco triste por la indefensa flor.

-¿Cómo se ve?- Mami me regaló una pequeña sonrisa y mi corazón latió rápido al verla, mami nunca sonreía parecía estar siempre muy triste aunque cada vez que le preguntaba por eso decía que no tenía nada y que me imaginaba cosas. Pero la verdad era que se veía tan triste que a veces la abrazaba, aunque a mami no le gustan los abrazos.

-Vete a jugar.

-¡Sí!- Me saqué los guantes y los dejé en sus manos.-Gracias mami. ¡Diviértete!- Besé su mejilla y me fui corriendo hacia el árbol grande.

Guillermo parecía feliz de saber que había crecido un poco pero a pesar de eso ahora el siempre era más alto que yo, no sé cómo pasó pero creo que un día simplemente despertó con mil centímetros más. Siempre los hombres son más altos que las mujeres, no sé bien por qué pero es así.

-Ten pequeña.- La mami de Guillermo me dio un vaso lleno de té helado. Me gustaba venir aquí, siempre me trataban mejor que en casa, me daban dulces y bebidas que me gustaran a pesar de que a Guillermo no.

-Gracias.- Le sonreí luego de darle un gran trago a la bebida. Estaba divina como siempre, a veces le decía a María que me diera de este té, pero nunca tenía el mismo sabor al que preparaba la mamá de Guillermo, el decía que tenía un ingrediente mágico que nadie más poseía y cuando le preguntaba a su mamá ella solo respondía que el ingrediente mágico era "amor".

Desesperado DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora