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Estaba decidido, di mis primeros pasos, observando cada pequeño detalle en los movimientos de mi cuerpo, todo tenía que ser perfecto, debía dar una buena primera impresión.

La había observado ya hacía varios días y sabía que en su rutinario vivir, ella se detenía en los barandales de aquel parque, aproximadamente a la misma hora a observar el atardecer, era una parada casi obligatoria, donde Ela apoyaba sus brazos en esas frías barras de metal y dejaba descargar el peso de su día en la vista del ocaso. Después de este extraño ritual, todo su ser se veía más sereno, era como si dejara que el crepúsculo se llevará todas sus preocupaciones y la noche trajera consigo la calma.

Conforme la oscuridad se apoderaba del lugar, los faroles del parque empezaban a recibir su turno de centinela, uno por uno iban contrayendo sus párpados y dejaban ver sus ojos, que al instante empezaban a emanar la luz que alumbraba el sendero por donde Ela continuaba el camino, rumbo hacia su casa.

Había perdido mi oportunidad de hablarle de lo hermoso que es el cielo cuando se acerca la noche,  por observar con placer y alegría el cambio que esto producía en ella.
Ahora Ela casi danzaba con pasos alegres por el camino  hacia la salida del parque y yo iba tras ella, a una distancia bastante amplia y prudente para no asustarla, pensando en no rendirme y continuar hasta tener la mínima oportunidad de poder hablar  con ella.

Me detuve un segundo para auto-convencerme de que era un valiente y tomar un gran respiro...cuando todo lo que había planeado, las palabras que habría de utilizar y los gestos que debía de hacer fueron borrados de mi cabeza.

Ahora me invadía una mezcla de miedo y Rabia y la adrenalina empezaba a hacer efecto en mi sistema nervioso, no me podía quedar ahí, observando como pasaba todo, debía de hacer algo!!




AUN SIN TITULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora