Extra. Cristina.

832 66 11
                                    

–No puedo creer que me convencieran de venir–digo hundiendo mi cara en mis manos.

–Vamos hombre, que es lo que necesitas.

–No, lo que necesitó es dormir por más de seis horas.

–Que Mau tiene razón, Sebas, necesitas dejar la rutina algunas veces–contesta Ricky, defendiendo a su hermano–. Dale una oportunidad al lugar, si no te gusta nos vamos.

Asiento no muy seguro, sin darme cuenta de que su grande plan es subirme al escenario a cantar, de esa forma no podré irme en un buen rato. No puedo negarme cada vez que me piden que toque otra canción así que sigo mientras les mando malas miradas al par de hermanos, quienes solo se burlan de mí.

Estoy cantando la última canción cuando una chica que entra por la puerta para sentarse en la barra llama mi atención. No porque vea su cara o algo por el estilo, sino que es la única que usa una gorra, casi pareciera que está intentando esconderse de alguien. La canción acaba y bajo del escenario hasta acercarme a Mau y Ricky, con quien llegan algunas fans y comienzan a sacarse fotos con nosotros.

–No me creo que nuestro plan haya funcionado, hermano–dice el rubio y ambos chocan puños, pero yo estoy muy concentrado en aquella chica misteriosa.

Además, no es por ser presumido o egocéntrico, pero el pub no es tan extenso y ya todos los que están aquí nos pidieron una foto, mientras que ella no nos dirige la mirada. Simplemente me parece extraño, así que me acercó para pedir una bebida.

–And so, they keep on twiddlin' them thumbs
Skiddly-dee-da-dum
They gonna keep on twiddlin' them thumbs
Skiddly-dee-da-dum-dum...

–Tienes una buena voz–digo logrando que tiré su bebida–. ¡Lo lamento tanto, en serio!

Ella comienza a disculparse con el mesero quien le asegura que no hay problema alguno, incluso pregunta si desea otra bebida y antes de que ella responda, me atrevo a hacerlo yo:

–Por favor, ponla en mi cuenta–me giro a verla solo para darme cuenta de que ella me está viendo a mí–, en verdad lo siento muchísimo.

Ella sonríe algo divertida por la situación, e intento ver la cara de aquella chica; sin embargo, la gorra que lleva usando desde que entró al local me impide ver su cara en su totalidad, aunque debo de admitir que luce bastante familiar.

–No te preocupes, en realidad fue mi culpa: yo la tiré no tú.

Le sonrío un tanto apenado, antes de extender mi mano y presentarme.

–Sebastián–habló al ver que observa mi mano con la misma diversión con la que respondió anteriormente.

Niega levemente con la cabeza, antes de acercarse y plantar un beso en mi mejilla; algo que por seguro me toma desprevenido. –Cristina, un gusto.

Suelto una pequeña risa y ella levanta un poco más su cara, logrando que frunza mi ceño mientras me siento a su lado en la barra.

–Me resultas bastante familiar–digo lo que he pensado desde que tire su limonada y ella agacha un poco la cabeza–, pero por tu acento sé que no eres de aquí.

–De seguro me parezco mucho a alguien: soy de México estoy aquí de visita.

La miro con diversión, sabiendo que oculta algo. Si no lo hiciera, no habría agachado su cabeza con mi comentario, pero cuando estoy por preguntarle si no tenemos amigos en común, un grupo de fans se acerca y me piden que me tome fotos con ellas, por lo cual acepto gustoso.

El álbum de una chica con el corazón roto| Crush 1.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora