9. Percy Jackson & Andrómeda Jackson

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(Percy Jackson)

- Perseus, Andrómeda... - murmura mi padre, visiblemente agitado, mientras le da vueltas a su tridente - ¿Podéis explicarle al señor Zeus lo que...?

- Conozco perfectamente la situación en la que estamos, hermano - sisea él - Lo que me gustaría saber es la identidad de esa niña que tantos problemas nos está causando.

- ¿No te es familiar su rostro, acaso? - señala Hefesto.

- Oh, claro que lo es - lo acalla Zeus, mirando a Elena Kane - ¿Y bien?

- Su único pecado es ser una devota de la cultura clásica.

- Y tener mucha imaginación - añade Apolo, sonriente.

- ¿Qué hay del numerito de descuartizamiento de Setne? - pregunta Hades.

- Ha sido bastante bueno. Especialmente la agonía inicial.

- ¡Ares! - lo reprende Afrodita.

- ¡Ya basta! - corta Atenea - Lo importante ahora es...

La corta un súbito estruendo en el exterior del edificio, similar a la de un millón de rítmicos golpes sobre el asfalto.

- ¿Qué...? - murmura Artemisa.

- Son Serapis, Rick y Cronos - dice la voz de Elena Kortés a nuestras espaldas - Creen que se nos han adelantado, que nos pillan por sorpresa. Qué ricuras.

Me vuelvo, sabiendo de antemano lo que me encontraré. Y, evidentemente, la creadora sostiene ambas Hecates II, indudablemente mejoradas y tuneadas. Le lanza una a Exo-Carlos, que la pilla al vuelo. Inclina la cabeza, sonriente. Hay tintes de psicopatía y disfrute en su rostro.

- Hora de que vuelen sesos y tripas - pega un tiro al aire, y abandona el Empire State bajo la atónita mirada de los dioses.

- Oh, cielos - Hestia se roza los labios con los dedos, preocupada.

- No me parece una buena idea tener a una versión femenina y mortal de Ares correteando por ahí - bufa Hera.

Carlos mira alternativamente la puerta y su arma.

- Qué demonios, yo también voy - imita a su amiga, atravesando el umbral al trote.

...

(Andrómeda Jackson)

- Menudo espectáculo - silba David.

Apenas le presto atención al improperio que lanza Leo en griego mientras contemplo, aterrorizada, el colosal ejército que se extiende frente a nosotros.

- Chicos, esto es una locura - murmuran Carlos y Elena, con una mano en los hombros de sus respectivos exos.

- Coincido - Fernandes traga saliva - Una locura y un suicidio.

- Si no fuera alguna de esas dos cosas, no sería tan divertido - ríe Kortés.

- Perdona mi escepticismo, Elena, pero no me apetece palmarla hoy aquí - bufa Kathya

- Pues la palmarás mañana allí - contraatacan los dos Stones, con una risa seca - ¿No te parece mejor morir con honor en una batalla?

- ¡Iríamos al Valhalla!

- Creo que no funciona así, Carina...

- Me. Da. Igual.

- ¿Queréis callaros de una vez? - chisto, bastante molesta - Viene alguien.

Serapis, Rick y Cronos cabalgan sobre tres corceles blancos, sus ojos son dos zafiros que nos escrutan tan impasibles como sus jinetes.

- Bonitas monturas. Parecen sacadas de un cuento de hadas - Elena baja el arma y se la tiende a Forestgreen - ¿No se os ocurría nada más digno?

Al fruncir los otros el ceño, suelta una risita y posa las palmas sobre la tierra. El polvo y la arena acumulados en los rincones salen de sus escondites y forman un furioso torbellino que se ennegrece a cada segundo. De repente, la marea oscura cae con estruendo, revolviendo ropas y cabellos por igual. Incluso los dioses parpadean, asombrados.

CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSA #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora