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Nada ni nadie iban a quitarle la hermosa sonrisa que adornaba su bello rostro, esa mañana. Despertó sintiéndose absolutamente genial, por primera vez en mucho tiempo. La idea de ver a Manuel hizo que sus ojos brillaran de alegría y le provocaba volver a sentir mariposas en el estomago.

Sensaciones maravillosas que no había sentido durante mucho tiempo, sensaciones que quería sentir  cada día de su vida.

Se repetía a si misma que eso estaba mal, era una mujer casada y probablemente él estaba casado también, y además es su jefe. Pero cuanto más lo pensaba, se daba cuenta que nada de eso le importaba; quería pasar tiempo él. Y sabía que su matrimonio ya estaba terminado desde hace mucho tiempo.

Siempre hay que agachar la cabeza, Mayte. El matrimonio es sagrado y tiene que ser honrado, sin importar lo que suceda, debes de respetar las promesas que le has hecho a Fernando.

Las palabras de su madrastra razonaban en su cabeza como una melodía y, de inmediato, su sonrisa se desvaneció. Ella y Rebecca nunca tuvieron una buena relación, pero debía soportarla por su padre. Extrañaba mucho a Doña Noemí su madre y a su hermana Isabel, se preguntó que dirían ellas de toda esa situación; probablemente que hacer para salvar su matrimonio o como terminarlo. Por lo contrarío la respuesta de Rebecca le insistiría en seguir con ello.

Recuerda muy bien cuando Rebecca le dijo que seguía casada con su padre porque eso es lo que hacen las buenas mujeres; aunque ya no sentía nada por él, ni él por ella, ni siquiera compartían la misma cama, pero no importaba nada de eso, para sus amigos y familia ellos estaban tan unidos y enamorados como siempre.

Lo que importa es la apariencia.

 Mayte sabía que no había forma de escapar de esa trampa mortal llamada matrimonio, ni siquiera si así lo deseaba; ella había intentado pedirle a Fernando el divorcio como un millón de veces, pero respuesta siempre había sido una bofetada en la cara.

Tal vez un día encontraría el valor para hablar con alguien, tal vez por primera vez en su vida sería capaz de buscar ayuda, y quizás el hombre con el que tiene un almuerzo hoy sea el indicado.

No tiene idea porque, pero pude confiar en Manuel Mijares, por supuesto no le iba a decir hoy, o pronto, pero tal vez cuando sea el momento adecuado, iba a decirle toda la verdad.

Quizás el no está casado, a lo mejor quiere volver a salir contigo May.

A dónde crees que vas a ir vestida así?- la somnolienta voz de Fernando la hizo saltar del susto. Por lo general el no despierta hasta después del mediodía, suele hacerlo para pasar lo que resta del tiempo en el sofá viendo la televisión y haciendo sabrá Dios que, hasta que ella regresa a casa para prepararle la comida. Por Dios cuanto lo odia.

Trabajar- dijo ella tratando de no mostrar su molestia, pues tenía miedo de su reacción.

En la calle?, porque eso es lo que parece, con lo que llevas puesto-

Mayte bajo la mirada y por un segundo se preguntó si iba vestida correctamente, tal vez había exagerado, dio un rápido vistazo al espejo y sacudió su cabeza: no había nada mala en vestir una falda hasta la rodilla de color carmesí oscuro, ni la camisa blanca que tanto amaba, cierto tal vez tenía los primeros dos botones abiertos, y su falda era estilo tubo y marcaba muy bien sus preciosas piernas, pero no notaba el error en su outfit.

Trató de convencerse que su arreglo no se debía a ninguna razón particular llamada José Manuel Mijares, de ninguna manera, solo que hoy.... quería verse bien, amaneció de ánimos.

No quiero que otros hombres te miren las piernas y el busto todo el día, eres solo MÍA MAYTE- dijo sentándose en el colchón.

May tuvo los ojos clavados en el suelo tratando de no verlo.

No hay hombres en la escuela, solo mujeres- mintió, tal vez tenía que dejar de responder sus preguntas y salir de la maldita casa de una buena vez, para no ser forzada a cambiar si atuendo, debía hacerlo ahora porque estaba segura que la obligaría.

Oh bueno... creo que debería visitar la escuela más seguido- se rió- ya sabes tengo que recordar como  luce una mujer de verdad de vez en cuando, no lo crees?-

Mayte sintió que los ojos se le llenaban de lagrimas queriendo salir, no le importaba ni una mierda la opinión de su marido, ya no lo amaba, daría lo que fuera para no verlo más, pero había algo en sus palabras que se enterraron como una daga en el corazón.

Por qué no te consigues una entonces?- rompió y mordiéndose la lengua un segundo después, mentalmente se maldijo así misma, y preparándose para su bofetada.

Qué te hace pensar que no lo he hecho?- se rió; se rió de ella, de su sufrir, momento a momento, día tras día, palabra tras palabra, le había quitado toda su felicidad y pronto le quitaría la vida también, la hizo miserable y eso le satisfacía mucho.

Mayte salió de su casa sin decir nada más, mientras lo hacía pudo oír su carcajadas y se preguntó si lo que había dicho era cierto.

Si él la estaba engañando.... por qué se sentía tan culpable de almorzar con un colega? A caso eran las palabras de su madrastra?

Eres una idiota Mayte.

Esta vez la voz de su cabeza estaba en lo correcto. 





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