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Hola soy yo otra vez, disfruten mucho este capitulo.

Manuel condujo varias millas, Mayte no le preguntó donde iban, en realidad no le importaba, mientras estuvieran lo más alejados de Fernando, para ella era suficiente.

No se atrevía a mirar a Manuel. Tenía mucho miedo de verlo a los ojos, en cambio, él no dejaba de buscarlos. Su cabeza descansaba sobre sus nudillos mientras veía por la ventana, a veces veía su reflejo en el cristal y se detenía a admirar su figura, su ángel guardián, quien finalmente le había quitado ese monstruo de encima.

Ella finalmente tomo la valiente decisión de irse, solo Dios sabe de dónde sacó tanto valor, pero de lo que si estaba segura era que sin él y sin Manuel, sin duda no sería capaz de hacerlo.

Lo oyó apagar el coche y finalmente volteó a verlo:

-¿Dónde estamos?-

-En la palaya-

¡¡¿QUÈ?!! La playa más cercana estaba...... cuántas millas habían recorrido. Ella sonrió de forma espontánea, Dios ¿Cómo este hombre puede ser tan condenadamente maravillosos?

Mayte bajó del coche y, de inmediato el aire salado le llenó los pulmones, se quitó los zapatos y dejo que la arena hiciera cosquillas en sus pies, y luego volvió a ver a Manuel: que acababa de hacer lo mismo.

-¿Quieres quitarte la bufanda?- preguntó con una sonrisa amable. Esa sonrisa que había extrañado los últimos días.

-No, estoy bien gracias-

Él asintió con la cabeza, sin decir nada más; con el tiempo y cuando Mayte se sintiera mejor iban a hablar. Caminaron por la playa sin decir una palabra un buen rato, hasta que Manuel, ya cansado que cayó sobre ambos, trato de hacerla reír sumergiendo sus pies en el agua y salpicándola, pero al entrar pisó mal y casi cae.

-Estás loco Mijares- Mayte dijo riendo, su pantalón estaba húmedo hasta las rodillas. Manuel se lo enrolló, uniéndose a la risa de May.

-...El agua está un poco fría- dijo mientras temblaba un poco por el frío, haciendo a May reír otra vez.

Dios ella se reía. Después de todo lo que había pasado en los últimos 3 años, y sobre todo esa noche, ella reía. ¿Cómo puede ese hombre hacerla sentir tan bien?, era algo que realmente quería saber.    

-Mh, ¿en serio?-hundio un pie en el agua también sacándolo inmediatamente- si bueno decir que "está un poco fría", es un eufemismo-

May se dejó caer en la arena, y Manuel la siguió. La vio temblar de nuevo, y se quitó la chamarra de cuero:

-Toma-

-Oh- sonrió con ternura- no es necesario-

-May estás temblando.....-

-¡Dije que no!- exclamo de repente, haciéndolo saltar un poco

-Okay- murmuró, mirando la arena. Maldita sea Mijares, bien hecho. No dijo nada, solo escuchaba sus respiraciones, cuando Mayte tomo una muy fuerte:

-Lo siento, yo... No sé qué me pasa, es que....- Si lo sabes, la maldita voz dentro de su cabeza seguía repitiéndoselo. Quizás esta vez tenía que escucharla.

-Tranquila, no pasa nada-contestó él con una sonrisa. Pero de May se sentía culpable, lo último que quería era hacerlo sentir mal, después de todo lo que había hecho por ella, después de todo lo que comenzó a significarse para ella.

Se quedaron en silencio un par de minutos, los cuales parecían horas, después la tomó de la mano sonriendo con dulzura.

-Me gustaría quedarme aquí un momento y decirte lo que pasó- dijo con un tono de voz un poco insegura, determinada y dulce al mismo tiempo.

-Me encantaría escucharlo-dijo sonriendo.

Se sentó a su lado, estiró un brazo y la invitó a acercarse, para que pudiera tenerla en un tierno abrazo. Tomó un tiempo para que Mayte se acostumbrara al contacto entre sus cuerpos, pero no dijo nada, todavía no entendía lo que estaba sucediendo.

-¿Estás cómoda?-preguntó, haciendo que sonriera.

-Mucho, ¿Nos puedes cubrir con tu chaqueta?- May, parecía una niña y Manuel no podía decir que no. Él le sonrió con amor y cubrió su cuerpo con cuidado, como si se tratara de un bebé, entonces ella se relajó a su lado.

Todavía estaba oscuro, la luna y las estrellas era su única luz, pero no importaba; se las arreglaron para mirarse a los ojos.

-Fernando y yo... discutimos- May por Dios se honesta por una vez- Hace 3 años. Empezamos discutiendo- se alejó y Manuel le dio una mirada de perplejidad.- No he sido completamente honesta contigo el otro día, después que descubrimos que no podía tener hijos, Fernando no ha tratado de la misma manera. Usó palabras fuertes conmigo en un principio.. Que poco a poco se convirtieron en violencia física- Manuel amplio los ojos y ella no sabía si era porque estaba molesto, sorprendido o confundido. Tal vez todos.

-Él...-

-Comenzó a golpearme. Al principio solo en mis brazos, pero luego....- una lagrima corrió por su mejilla- lo hizo en la cara, dijo que yo provocaba esos golpes, que yo era una mujer inútil y que lamentó el día que se casó conmigo- May suspiro y Manuel lo único que quería era abrazarla, pero tenía miedo, era como si hubiese encontrado el cristal más delicado del mundo, el que con un simple toque se podría romper.

-Nunca le he contado esto a nadie, tenía miedo que no me creyeran, yo... no sé, Fernando siempre ha sido muy amable conmigo, incluso cariñoso delante de otros personas, tal vez si les contaba no me creerían. Además tengo miedo de lo que es capaz de hacerme, yo creo que pude llegar hasta matarme- ella siguió hablando, pero Manuel se dio cuenta que ya no lo veía a los ojos: May estaba mirando hacia abajo, se concentró en como su camisa azul chocaba con su camisa blanca, sus abdominales contra sus pechos y, de pronto se sintió desnuda frente a él.

-Esta noche estuvo cerca de conseguirlo- fue entonces cuando ella retiró la bufanda de su cuello y la arrojó a la arena, dejando visibles las marcas color purpura que el maldito Fernando había dejado alrededor de su cuello.

-Dios...- sí, Manuel pensó que era el momento adecuado para invocar a Dios. Lo que esa mujer había sentido, cada dolor, era como si él lo sintiera en su propia piel, Quería tocar esas marcas y hacerlas desaparecer con sus caricias.

Pero no lo hizo se quedó paralizado.

-No.... Te sientas obligada a seguir, si no quieres hablar está bien-

-No, quiero contarte todo, quiero que conozcas cada parte de mí, incluso las más oscuras- al decir esto comenzó a contarle todo lo que había sucedido esa noche. Cada detalle, cada emoción, cada gesto.

-Te he llamado porque no tengo a nadie más- concluyó, finalmente encontrado el valor para crear un vínculo; sus delicados dedos rozaron su barba, tocando parte de su piel donde nunca se habían posado.

-Lo mataré- dijo Manuel con un notorio tono de enojo y un semblante duro.


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