VII

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Ella.
Marzo.

Tarareó su canción favorita de Just figth de nuevo y tomó su cepillo de cabello para desenredar su melena marrón y acomodarla en un moño despeinado dejando así su rostro totalmente descubierto. Siguió tarareando hasta que llevó su mirada a sus ojos que se reflejaban frente al espejo.

Se sentía extrañamente atractiva, o bueno, sabemos que Miranda siempre tuvo en mente lo hermosa que era; pero esa tarde, se sentía... ¿cómo decirlo?. Diferente.
Sus mejillas se encontraban sonrosadas sin necesidad de rubor haciendo parecer más marrones aquellas pecas con las que cargaba, sus cejas estaban perfectamente depiladas, como toda chica las quisiera tener, sus pestañas lucían más negras y espesas con aquel fino delineado con el que se había maquillado. Y sus ojos, entre aquellos tonos pálidos y obscuros, se hacían destacar más, haciendo que el turquesa que se encontraba en las orillas del iris de sus ojos se viera más intenso y el marrón que se encontraba al centro, rodeando la pupila, se notara más potente.

Ah... nuestra querida Miranda estaba emocionada.

-Ahhh...- rugió molesta Maya, que se encontraba acostada en el edredón purpura que acolchaba la cama del cuarto de Miranda, viendo a su hermana alistarse para el concierto de su banda preferida. -Deja ya de cantar Mi, no has dejado de tararear Say that desde la mañana, no quiero seguir soportando esto hasta que te vayas.

La mayor soltó una risita burlona y volteó a ver a la chiquilla mientras buscaba con la mirada su chaqueta de cuero.

-Es una pena May, yo tuve que soportarte durante doce años-soltó en broma, avistó su chaqueta en el perchero y se encaminó escuchando la risa sarcástica de su hermana.

-¿Mi?-la llamó la niña pecosa, la volteó a ver y una sonrisa de oreja a oreja se le formó al ver de nuevo el puchero de su hermana. -¿por qué no sólo te dio los dos boletos e íbamos juntas?

Miranda soltó una risita y se sentó junto a Maya para ponerse sus converse blancos.

-Hablo en serio, Mi, ese tipo no tiene nada que hacer allá-volvió a encapricharse la niña inclinándose a su hermana para que la volteara a ver y cuando lo hizo le enseñó su mejor carita de perrito triste.

-No, Maya, ya te dije que yo no compré los boletos-le limitó la mayor empujando la frente de la pequeña hacia atrás con su dedo indice.
La niña se llevó sus dos manos a la frente para quitar las manos de Miranda y volvió a hacer su puchero.

-Pero a mí también me gusta Just figth-se quejó la menor y se sentó a un lado de su hermana, ésta la miró cuando acabó de colocarse los converse, meneó la cabeza sonriendo como si ya se lo esperara y soltó un suspiro pensando en qué hacer para que su hermana no se sintiera apartada por salir a ver la banda favorita de ambas con un chico y no con ella.

-Te llamaré-dijo por fin.

-¿Cómo?-preguntó Maya viendo como su hermana mayor.

-Te llamaré cuando toquen Stronger, si es que quieres-aclaró Miranda agitando su mano en el aire como si le restara importancia, pero para la niña era muy importante. Inmediatamente sus mejillas se llenaron de color y los ojos se le iluminaron.
Era lo mejor que podría haber hecho Miranda en aquella situación; Maya ya no le reprocharía de haberse ido sin ella, era todo lo que la pequeña deseaba: escuchar su canción favorita en vivo.

-¡Sí!, no es lo mismo, pero es grandioso-la apremió dándole un abrazo que la chica aceptó con una adorable sonrisa.

En ese instante el móvil de la castaña mayor recibió una llamada con el tono que todo iPhone tiene.

OBSESSION'S WORDS [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora