VI

102 9 0
                                    

Ella.
Marzo.

-¡Eh, Miranda!-le interrumpió los pensamientos una voz a su lado. Sacudió la cabeza y dejó de mirar a Arthur que parecía que la ignoraba. Volteó a su lado y se encontró con un Carlos sonriente.

-¿Qué pasa Carlos?-preguntó Miranda acomodando las hojas del artículo de la actividad sobre la mesa. Carlos sonrió aún más y se colocó frente a su pupitre, ella alzó sus ojos aqua para mirarlo desde su asiento y evitó con todas sus fuerzas voltear la vista en busca de su profesor.

-¿Qué?-sonrió la castaña. El chico de ojos avellana tomó algo de sus bolsillos y lo sacó estampándolo en la madera del pupitre frente a Miranda. Cuando quitó la mano, la chica se asomó a ver el objeto y se encontró con dos boletos para el concierto de Just figth. Los tomó asombrada y vio los asientos, que estaban en primera fila.

-¡Vaya!, es genial, Carlos; me alegro mucho por ti- felicitó la chica con una gota de envidia, ella amaba esa banda desde que sus pechos comenzaron a crecer.

-Pues alegrate también por ti-informó el rubio, atrayendo la atención de ella. -Porque tú irás conmigo.

Los ojos de la adloescente se abrieron como platos, y en seguida una sonrisa se formó en su rostro. Pero luego se borró, al ver a lo lejos a su profesor viendolos con el seño fruncido.

No podía aceptar, es decir, si lo hacía Arthur creería que Carlos y ella tenían algo y ella simplemente no podía permitir que él pensara eso porque...¿por qué?

¿Qué estás pensando, Miranda?, se dijo. Es un profesor, sólo eso. Un profesor.

¿Qué estaba pensando?, que sólo porque le dio el privilegio de llamarle por su nombre, que sólo porque le dio un aventón y le prestó su abrigo: él estaría enamorado de ella. Ese hombre sólo trataba de ser amable, porque eso era, una persona amable, y honesta, y considerada.

-¿Entoncees?- preguntó Carlos después de un rato en el que Miranda sólo se la había pasado viendo los boletos. -¿Irás?

-Yo..., es que...

Nada la detenía. El concierto era dentro de un mes, podía apartar ese día y no hacer planes; podía decir que sí, no era nada malo; además, Carlos le gustaba, podía aprovechar para estar con él. Pero, había algo que la hacía querer negarsele, y ese algo era tan grande y confuso que simplemente no podía aceptar. No podía y no quería.

-Debo ver si puedo- se excusó devolviendole las entradas al pelirubio. -Es el cumpleaños de mi tía un día antes y creo que se lo festejaremos ese sábado.

Carlos la miró como si no se lo tragara, pero luego sólo sonrió y se encojió de hombros.

-Piénsalo, estará divertido-dijo el chico colocándose a su lado y le tomó el hombro delgado con su mano haciendo que ella lo volteara a ver; porque la castaña no podía evitar voltear a ver al maestro de literatura que fingía no prestarle atención.

-Todo contigo es divertido-agregó esto último susurrandoselo al oído antes de darle un beso en la mejilla, provocando un sonrojo de éstas.

Después de que el chico se alejara a su asiento, ella pudo soltar el aire que estaba conteniendo y se le abrió la oportunidad de aceptar su oferta ahí mismo. Pero, de nuevo, se rompió al recordar a Arthur.

De acuerdo, entre ellos no podía haber nada, porque era muy, muy inadecuado; pero Miranda ya no podía negar más que todos esos encuentros no habían significado algo para ella. Y es que ¿cómo no iban a significar?, si el hombre se cargaba unos ojos como arma, unos labios como perdición, una mente de obsesión y un cuerpo de muerte. Claro que Miranda había caído rendida a los pies del joven profesor. Era guapo, lindo, amable, honesto, apasionado y responsable.
Y claro que había sentido un cosquilleo en el corazón cuando pasaron momentos y no podía permitirselo.

OBSESSION'S WORDS [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora