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Nota: esta parte es un poco más larga y un poco cansada, pero espero que les guste lo qué pasa al terminar el capítulo.***
Ella.
Febrero.-¿De verdad no puedo ir?-refunfuñó la niña de cabello castaño a su madre, la mujer negó con la cabeza con cierto fastidio y regresó toda su atención al comal donde preparaba un omelette con demasiada destreza en sus delgadas muñecas. La niña hizo un gesto de fastidio y volvió a insistirle a su madre que la dejara ir a la fiesta acuática de su amiga Tray.
Miranda volteó a verlas mientras pinchaba con su tenedor un pedazo de durazno y se rió por lo bajo, disfrutando de la discusión que tenían su madre y su hermana.
-¡Pero todos mis amigos van a ir!-le reclamó su hermana a su madre cruzando sus brazos frente a la pijama de flores que llevaba puesta, ésta sólo se giró a su hija con esa mirada furiosa de ojos verdes aún más fastidiada, llevaban unos veinte minutos discutiendo por lo mismo y Maya no se rendía.
La niña la volteó a ver con ojos de súplica y se veía tan tierna estando enojada con esa estatura que su madre deseo no estar molesta con ella; Maya apenas tenía estatura para que su cabeza le llegara al pecho a su madre y al hombro a Miranda. Sus ojos eran aqua como los de su hermana y su piel era demasiado pálida, resaltando la inmensa cantidad de pecas que tenía en el rostro y en el cuerpo, igual que su madre, Fátima, que tenía pecas por doquier. La mujer llevaba un pantalón y una blusa deportivas con un delantal sobre su ropa, el cabello negro recogido en un moño y sus labios rosados compungidos por el enojo.-¡Que no, Maya!, está vez no se puede.
-Pero, ¿por qué no?-remató la niña haciendo pucheros. Miranda, que se encontraba encontraba sentada en la barra de la cocina, recogió sus platos del desayuno y se dirigió al lavaplatos con una sonrisa burlona por el berrinche de su hermanita.
-No hay nadie que te lleve, Maya-siguió discutiendo su madre. -Tú padre y yo nos iremos con tu tía Ana para ver al abuelo, y alguien tiene que llevarte y recogerte.
-¡Pero es una fiesta acuática, mamá!. Nunca he ido a una.- respondió la niña apretando sus puñitos. Miranda se giró recargándose en el lavaplatos, sintiendo el frío del metal en sus piernas cubiertas sólo por un short negro y holgado.
-Y no irás, porque no piensas ir sola ¿verdad?- sentenció la mujer poniendo el último omelette en un plato. Lo tomó y se giró para ir a sentarse a la barra donde aguardaba el plato de cereal de su esposo.
-¿Qué le pasa al abuelo?-se interesó por fin Miranda metiéndose en la conversación. La mujer resopló quitándose el mandil y dejándolo a un lado antes de sentarse en el banquillo.
-Nada, sólo que no se ha aliviado de la gripe durante un tiempo y parece ser que tiene un virus raro por ahí-dijo la mujer fingiendo no estar preocupada, pero no podía engañar a Miranda, ella conocía a su madre tan bien como la conocía ella, y cuando le temblaban los dedos como lo estaban haciendo en ese momento, Miranda se daba cuenta que estaba alarmada por algo.
Se acercó a su madre y la abrazó por los brazos con sumo afecto mientras que ésta le apapachaba los brazos con sus manos alargadas.
-Puedo ir sola, mamá- quiso seguir discutiendo la niña. -Tengo doce años, no necesito que me cuiden.
La adulta suspiró enojo y se soltó del abrazo de su hija para girarse a su otra niña, esta última la miraba con las cejas estrujadas una contra la otra al mismo tiempo que movía inconscientemente su pie de arriba a bajo muy lentamente.
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OBSESSION'S WORDS [EN PAUSA]
Misterio / SuspensoMiranda se acuesta con su profesor de literatura. El típico profesor guapo por el que todas las alumnas suspiran. No era como si no se diera cuenta que siempre la veía y algún día tenía que pasar después de todas esas miradas de deseo. Pero a vece...