VIII

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Ella.
Marzo.

Era demasiado temprano cuando despertó. Había tenido un sueño raro, donde alguien la perseguía y no podía moverse rápido, como si estuviera corriendo en un campo con maleza y se le enrredara en los pies. No sabía si se podía llamar pesadilla, porque aunque sentía un miedo terrible mientras corría en sus sueños, cuando abría los ojos, todo regresaba a la normalidad. Su cuerpo no temblaba ni sudaba como solía pasarle con un mal sueño y su corazón latía con lentitud, como si su cuerpo hubiera tenido el mejor descanso de todos.

Pero ella estaba intranquila, no se podía explicar el por qué sintió tal cantidad de angustia y en tan sólo un segundo desapareció, como si nunca hubiera existido.
Y no era la primera vez que no podía consiliar el sueño después de aquel episodio de pánico fugaz.

Así que esta vez decidió levantarse, era domingo, entonces podía salir a caminar aprovechando que era de mañana y no podía dormir.

Se levantó de la cama y estiró su cuerpo alzando los brazos tratando de despertar totalmente a sus músculos. Caminó rodeando la cama y abrió las puertas de par en par de su ropero. Sacó unos leggins deportivos, una sudadera y unos tenis para correr.

Decidió no ponerse playera y salir con un simple top deportivo con su sudadera encima, le parecía más refrescante, la primavera estaba comenzando y el sol era cálido en la mañana, así que aprovechó eso.
Recogió su cabello en una coleta y decidió no maquillarse para salir a correr.

¿Qué mas daba?, a las siete de la mañana en un fin de semana, ¿quién estaría para verla en top y sin maquillaje?

Oh..., Miranda ni se lo imaginaba.

***

Después de dejar una nota en la barra de desayuno para sus padres, salió y se dirigió directamente al parque de su ciudad con los auriculares puestos y Just fitgh sonando en su teléfono.

El parque de la ciudad se había construido en honor a "Niños perdidos" en apoyo a la desaparición de pequeños, por esta causa el lugar es totalmente cerrado por arbustos gigantescos que simulaban paredes, con únicamente cuatro entradas, una en cada cara del rectángulo que abarca el terreno. Dentro es una zona muy verde, con una enorme extensión de césped y árboles por todos lados, así como arbustos y flores. Un camino de graba que conecta cada uno de los juegos infantiles de gran tamaño colocados en cada esquina y a un hermoso quiosco de madera blanca.

Normalmente Miranda no iba allí, casi nunca tenía el tiempo suficiente por sus prácticas de natación y las veces que se le abría un espacio en su agenda, prefería pasarlos en casa viendo Netflix, así que no le parecía extraño que todas las personas que seguramente iban con frecuencia la vieran como si fuera una desconocida, a excepción  de la Señora Markiny, su vecina de al lado, quien la había saludado con una mano y una enorme sonrisa interrumpiendo la clase de Yoga matutina que una chica joven daba en un espacio del césped a más ancianos; la señora era una ancianita afroamericana, con cabello demasiado rizado y corto que brillaba en un tono plateado. Casi siempre ocupaba prendas rosas y suéteres verde pistache.

A Miranda siempre le pareció una viejita que podría ser la abuelita de todos, pues desde pequeña, cuando se colaba a su casa por el patio trasero, al no tener a ninguna de sus dos abuelas había adoptado a la Señora Markiny como la suya; o quizá había sido al revés, pues Becky, si la llamamos por su nombre de pila, nunca había podido embarazarse y después de que su esposo muriera, varios años antes de que la familia Wooldok se mudara a su lado, nunca había tenido la oportunidad, sin embargo tenía un gran grupo de amigas que antes le prestaron a sus hijos para que los disfrutara como los suyos y ahora sus nietos. Miranda desde que tenía memoria se había colado a la casa de su vecina para recibir mimos de unas manos arrugadas y de paso para ver las maravillosas marionetas que la ancianita realizaba, casi diario, después de comer, salía con la excusa de ir a jugar al patio trasero y siempre terminaba en el sofá que olía a frutas de la casa de Becky comiendo las galletas que la señora compraba del supermercado exclusivamente para la pequeña, un vaso de leche tibia y una de sus marionetas en la mano para jugar, mientras que la anciana la veía y le hacía preguntas acerca de su día y de la escuela.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2018 ⏰

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