Capítulo 1

218 21 0
                                    


— ¡Imposible Kowalski, todo esto pondrá en peligro toda nuestra misión confidencial!

— Pero Skipper, no hay otra manera

Skipper se mostraba desesperado, eran las 5:20 de la mañana, y aunque aún estaba oscuro, el pequeño del equipo no tardaría en despertar, era un día que había estado esperando desde hacía mucho tiempo, y estaba muy emocionado por tal acontecimiento, la hora era el problema, debían darse prisa o todo saldría mal, y terminarían destrozando su pequeño corazón, Skipper no permitiría que su pequeño soldado, se decepcionara de él.

No hacía mucho, el equipo había rescatado al más joven de las garras de la muerte, el poco tiempo que habían pasado con él desde aquel entonces, había sido de lo más gratificante para cada uno de los pingüinos, pero en especial para Skipper, quien ahora tenía un pequeño discípulo, para quien sabía, era un ejemplo a seguir. Además el niño, alegraba cada día sus corazones, su ternura era la que ningún otro ser poseía, y el amor hacía sus nuevos hermanos que aunque adoptivos, siempre lo hacían sentir como una parte especial y fundamental de su pequeña gran familia, era evidente.

— ¡Esto es una verdadera ganga Skipper, debemos comprar! Nos alcanzará, con nuestro trabajo de pesca y nuestros otros oficios, ¿no crees?, mira incluso está amueblada

Skipper miró un minuto en silencio, examinaba cada rincón, era un lindo lugar, perfecto para su familia, efectivamente tenían el dinero suficiente para comprarla, poseerla, entonces sí, su familia tendría un hogar, un hogar cálido, que le permitiera a todos estar a salvo, mientras los dos mayores se ausentaban para conseguir el pez de cada día. El pequeño Cabo, podría aprender más de las ciencias y otras cosas que Kowalski y la escuela a la que asistía, le enseñarían, además del entrenamiento que él mismo aportaría a su formación, para lograr que fuera un pingüino de bien, y estaría todo, como lo imaginaba, bien, todos serían felices por completo.

— Tienes razón Kowalski, debemos comprarla ¿Traes ahí las sardinas?

— Claro Skipper, tengo conocimiento de los términos de compra-venta y todo está listo, podremos ocuparla en seguida.

— Excelente, porque viene el invierno y será muy crudo durmiendo ante la intemperie.

Y así era, los cuatro pequeños pingüinos habían estado sufriendo por encontrar un lugar seguro para vivir, o al menos pasar la noche, se habían topado con una muy pequeña cueva de hielo, a la cual acudían para dormir y protegerse a su vez de las focas leopardo, a veces hacían guardias en las que rolaban turnos para protegerse, de cualquiera de los peligros de la noche.

Skipper y Kowalski, llegaron lo más rápido que pudieron a su antigua cueva, estaban ansiosos por dar la noticia a sus otros dos elementos. Y ahí estaban ambos, acurrucados a una pared de su pequeña cueva, medio paralizados por el frío y el hambre, Kowalski y Skipper habían demorado en la compra de la pequeña casa y aún ninguno de los cuatro había consumido alimento alguno.

— Sé que están hambrientos, pero Kowalski y yo les tenemos buenas noticias, así que empaquen sus cosas y vámonos

— Skipper ¿a dónde vamos?— preguntó Cabo, temblando de frío

— Eso es confidencial, es una sorpresa

Los ojos de Cabo brillaron como dos pequeños luceros iluminados por el resplandor de la luna al caer el ocaso, y su corazón sintió esa ligera sensación de exaltación a la desconocida sorpresa.

— Bien muchachos hemos llegado— exclamó el líder después de un tiempo de caminar entre el frío viento de aquella tarde, hasta llegar al destino.

— ¿Qué es esto?— comentó el más pequeño

— Teóricamente, basado en mis experiencias al tratar con humanos y todo eso, además de hacer comparaciones con nuestra pequeña cueva, esto es mejor conocido como casa— exclamó el genio

— Y es toda nuestra señores, adelante— comentó el capitán

Los pequeños entraron en la casa, observaron cada espacio, sus muebles, sus envestiduras, sus cálidas alfombras, las habitaciones, que de hecho eran una cocina, un sanitario, una estancia con una muy linda chimenea, una habitación grande para dormir, una pequeña bodega y lo mejor de todo, una terraza en la cual por las noches se podían ver los astros del firmamento, y disfrutar de la inmensidad del azul océano.

— Me gu'ta— pronunció Rico con dificultad

— Es perfecta Skipper, por cierto quería decirte, convertiré la bodega en una especie de habitación con instrumentos para mis investigaciones, es decir un laboratorio, y una parte de la terraza en un observatorio, para poder estudiar los astros celestes. Será muy interesante, entretenido, podré adquirir nuevos conocimientos y de pasó explicaré algunas cosas a Cabo y a Rico, y a ti si quieres.

— Por supuesto Kowalski, estoy tan feliz, que incluso tus locuras de ciencias y esas cosas que no sirven para nada, como los has podido observar con ese par de "inventos" que estallaron, me alegran. Ahora Rico estrena esa cocina y prepáranos pescadito.

— Ok— dijo éste último y corrió a la estufa a encender los fogones, para preparar una deliciosa cena.

— Skipper, mañana debemos ir al campamento humano, necesito algunas cosas para el laboratorio y el observatorio, y algunas otras para adecuar la casa.

— Por supuesto Kowalski, ahora disfrutemos nuestra nueva casa.

— Gracias Skipper, gracias Kowalski, es una hermosa casa— exclamó Cabo— ahora si somos una familia completamente feliz.

Esa noche los cuatro pequeños pingüinos cenaron delicioso, pescado caliente, durmieron en una cama suave y tibia y soñaron con el magnífico presente y futuro que les esperaba.

Al amanecer las emociones seguían a pulso, y se preparaban para salir a adquirir nuevos artículos para su nuevo hogar.

— ¿Llevas el cambio soldado?— exclamó Skipper

— Las suficientes sardinas para comprar todo lo que nos hace falta— replicó el genio

— ¡Entonces vamos!— exclamó emocionado Cabo, mientras daba pequeños saltos de alegría.

Habían ido un par de veces a ese campamento, había muchas personas, y había muchas cosas novedosas y extrañas ante los ojos de Cabo, interesantes y espectaculares para los de Kowalski, aburridas para los de Rico, e inútiles hasta cierto grado para Skipper.

— ¡Necesito que me ayuden a buscar un aparato que tiene muchas lentes, se llama telescopio, además de otro al igual con lentes llamado microscopio!— exclamó Kowalski ansioso, cuando llegaron al campamento. ¡Ahora!

Los cuatro pingüinos, emprendieron su búsqueda, Kowalski logró encontrar rápidamente su microscopio con la ayuda de Rico, y Skipper tenía en sus aletas un telescopio, además de unas cosas de artillería.

— Listo Kowalski, deja los pescados en aquel cajón, tomamos esto, pero les regresamos estos pescados, así, todo justo.

— Bien dicho Skipper, ¡Vámonos, unos humanos se acercan!

Comenzaron la huida, sin embargo Skipper sintió al momento que algo faltaba,

— ¿Dónde está Cabo, Kowalski? Lo dejé contigo.

— Sí Skipper, pero desapareció, cuando tomé el microscopio

— No puede ser, ¡Regresen!...

Volando a casa para NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora