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Después de que les dijera que si, el Marco y el Padilla se llevaron a JiMin para la sala porque todavía quedaban horas de clases y les daba miedo de que "se les perdiera el chinito". Me pregunté si es que yo hubiera recibido un trato parecido a haber nacido antes, haber nacido en Corea. En vola hubiera sido bailarín de k-pop, tengo los buenos "skills" para bailar, los pasos me salen bonitos. Igual canto bacan, aunque no lo hago mucho. La hubiera hecho de "pana", puta mis viejos que las cagaron.

Durante Historia, el Feña me habló todo el rato de la mina que le gustaba. Ya me tenía algo chato, todos los días hablando de lo mismo, si la mina ya no lo pescó. Me interesé mucho mas en como comían los ancestros indígenas de mis compañeros que de lo que me hablaba este hueón.

— Erí como el poto, Jeon. — Me dijo cabrado cuando se dió cuenta que no lo estaba pescando.

A la salida tenía pensado en comprarme un cúbito de cien, hacía mucho calor porque era Marzo, segunda semana de clases. Mis planes se cancelaron cuando me encontré a JiMin sentado en las escaleras de la salida con una mochila negra entre las piernas. Se veía tan adorable, era como un "brocacochi".

Me acerqué a él y le tapé el sol para que se diera cuenta, ya que estaba mirando hacia abajo. Levantó la cabeza y me miró algo confundido.

— Hola, JungKook.

Su voz. Su voz era tan "asdfghjklñ". Me sentía terrible poco mino al lado de este chinito.

— ¿Qué estai' haciendo aquí?

— Estoy esperando a mis papás — Me causaba algo de risa su tono, marcaba mucho las palabras y las pensaba un poco antes de decirlas — No sé todo eso de micros y Transantiago aún.

Estaba terrible cansado y de verdad quería irme para mi casa, pero me dio cosita. Me imaginé a mi mismo ahí, en un universo paralelo en donde había nacido en Corea. No podía dejarlo esperando solo.

— ¿Dónde vives?

— Espera — Puso su palma abierta al frente y luego comenzó a buscar algo en su mochila.

Me pasó una hoja bien dobladita, la abrí y ahí tenía escrita su dirección. Este hueón no podía ser mas tierno.

Caché que le servía tomar la misma micro que yo, así que le ofrecí llevarlo.

— Te llevo yo. Llama a tus viejos y diles que te vas con un amigo.

— No quiero molestar.

— No, si no moletai'. No me cuesta nada.

La pensó un momento y después asintió. Tomó su teléfono y le marcó a sus viejos, supuse, ya que empezó a hablar en coreano.

— Me dijeron sí, pero que no tarde.

— Sí queda súper cerquita, oh.

Se levantó de la escalera y se limpió el pantalón del uniforme con las manos. Se puso su mochila con las dos correas y me miró expectante.

Salimos de la reja juntos y miré los kioscos. Puta, aún tenía hambre y sed, así que se me ocurrió una estupenda idea.

— JiMin, te invito una sopaipilla.

— ¿Sopaipilla? — Me miró con cara de no cachar ni una. En ese momento entendí al Padilla y al hueón del Marco.

— Sí, y a un cúbito.

— Gracias.

— Si no te gustan, me lo das a mí. No, mejor te doy de probar. Si no te gusta, te compro otra cosa.

— No hay problema.

Compramos y, como le dije, le di de probar. Le gustó y le echó arriba de todas las hueas de salsa que pilló, igual que yo. Le compré un cúbito de agua nomás porque tan cerdo no somos y partimos pal' paradero.

— Según el mensaje, viene de 8 a 13 minutos la micro.

JiMin asintió. Ya se habia comido la sopaipa y ahora se devoraba el cubo, creo que le había dado sed. Yo andaba por las mismas.

— Oye, ¿Las sopaipillas no ser comida chatarra? Mamá me dijo que ya no vendían fuera de los colegios. — Le dió otra chupada al cubo y se limpió la boca con la manga.

Me preguntaba si este hueón de verdad iba en cuarto medio.

— Sí, pero arreglaron la ley como quisieron. Las tías iban a perder harta plata po.

Pasado el tiempo, nos subimos a la micro y le pedí el número de celu al JiMin. Me lo dió al tiro, es tan simpático.

te invito una sopaipilla × kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora