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JiMin se enfermó de la guatita y no fue al colegio. Me sentí el peor compañero del mundo. Pero, hueón, la comida coreana esta llena de especias y cosas picantes y fuertes, pensé que no se iba a enfermar por un poco de fritura. Ya, sí igual la cagué, no debí haberle comprado el cúbito.

Me pidió que le consiguiera la materia del día y eso hice. Fui a la sala del cuarto B para hablar con el Padilla, cruzando los dedos porque haya copiado algo. Sacohuea, le sacó puras fotos a la pizarra. Al final terminé pidiéndole los cuadernos, de mate y lenguaje, al Pablito. Le decíamos así porque era chiquitito de porte, super simpático y "Kawaii".

Todavía me acordaba de la dirección de JiMin, así que decidí ir a dejarle los cuadernos altiro. No sé dónde saqué tanta personalidad de repente. Es que me sentía, de verdad, muy culpable.

La casita era terrible piola, como la mia. Quedaba a unos minutos del paradero, así que no me demoré nada en encontrarla. Golpeé la reja y después caché que tenía un timbre.

Siempre con la boca abierta, JungKook.

— Hola, ¿en qué puedo ayudarle? ¡JungKook!

JiMin se había asomado por la ventana para hablar. Por su carita, noté que estaba bien de salud, pero estaba algo chascon.

— Hola, JiMin. Traje los cuadernos de un compañero para que pases la materia nueva.

Salió de la casa luego de unos segundos, en los que demoró en sacarle los cerrojos a la puerta. Se acercó a la reja a paso lento, traía su pijama puesto y sus mejillas estaban muy rojitas.

— Lo siento por salir así. Me siento muy avergonzado. — Abrió la reja mirando hacia abajo. De verdad que era toda una ternurita.

— No te preocupes. Fue mi culpa que te enfemaras y tampoco te avisé que vendría.

Saqué los cuadernos de la mochila y se los pasé. Los hojeo un momento, caché que era para ver cuanta materia era.

— Kamsahamnida.

— De nada.

— ¿Por qué no dijiste que sabías hablar coreano? — Puso cara de enojado y me reí.

— Porque no sé po. Me se una que otra palabra nomás. Mis viejos siempre me hablaron en español.

— Bueno. — Me volvió a sonreír y yo, inconsciente, hice lo mismo.

— Me tengo que ir ya. ¿Mañana vendrás?

— Sí, ya estoy mejor. — Comenzó a cerrar mientras yo me volvía a poner mi mochila — Nos vemos, Jungkookie.

Puso llave y se fue a paso lento, nuevamente, hacia su casa. Su pijama era una polera azul larga, que le quedaba algo suelta y unos pantalones de tela celestes muy sueltos. Antes de cerrar la puerta, se pasó la mano por cerca de la nuca para masajear su cabello. Eso causó que la polera se le fuera hacia un lado y se le viera un poco más de piel, de la espalda, de lo que uno acostumbra a ver.

Y me pareció sexy po, hueón.

te invito una sopaipilla × kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora