Capítulo 1

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Después de la muerte del Señor Tenebroso. Cuando el mundo volvía a la normalidad. Diecinueve años después de la legendaria Batalla de Hogwarts. Surgió la profecía, que dejaría al descubierto misterios que ya no incumbían al mismísimo Harry Potter, sino a su heredero Albus Potter. Quien sin saberlo nació siendo tan diferente y tan único a la vez.

Potter venció a la única familia que tenían aquellas neoyorquinas. Sin ellas siquiera llegar a conocerla.

¿y si Voldemort no tuvo solamente una hija?

¿y que si esa chica tuviera una historia que contar?

La historia de una guerrera, que con la sangre maldita, el legado maldito, resurge de sus cenizas como un fénix, siendo para todos como un threshal, una criatura extraña e incomprendida... hasta que conocer el pasado. El presente y hasta el futuro; de toda la humanidad.

Y todo comienza con un silencio. Un largo silencio. En las afueras de Nueva York, un hombre en capa que cumplía con su deber, cargaba con las hermanas. Delphi y Anne-Bell, hacia lo desconocido, un mundo que sus padres han repudiado toda su vida. Era devastador ver a aquellas criaturas indefensas, sin padres, sin familia; lo que había hecho años atrás, se repetía. No a su completo consentimiento, pero estaba sucediendo. Nadie podría saber, que el que hasta hacia unos meses era considerado como el mayor mago de todos los tiempos << Ha hecho cosas grandes... malas; sí. Pero grandes>>. Tenía no una, sino dos herederas. Y que si Merlín los amparaba, no heredarían las dotes de su progenitor.

Una puerta de madera se ve ante sus ojos, lejos de todo aquel que desee interferir; una casita casi de mentiras con vapor saliendo de la chimenea, luces en las ventanas a la orilla de un riachuelo. Casi un pequeño paraíso para una persona tan grande. Delante de la hermosa casita, apareció Minerva McGonagall.

-Pensé que ya no llegaría Profesora- dijo el guardabosques aun sosteniendo a las dos niñas en sus enormes brazos.

-Estuve pensándolo Hagrid- dijo mirando con desconfianza la puerta de la casita.- Esto es una mala idea.- dijo mirando a la mujer que observaba fulminante por la ventana.

-Si desea saber mi opinión al respecto... pienso que no es necesario todo esto. Son hijas de usted-sabe-quien profesora. Estar preocupados es lo que mejor sabemos hacer, pero en tiempos tan serenos es mejor no dejar a la deriva su... legado- dijo buscando las palabras adecuadas. A lo cual McGonagall reaccionó mirándolo.

-Hay que estar seguros, de que lo que necesitan estas niñas, es amor. Lo que sus padres nunca tuvieron.

-Y estas personas no parecen nada amigables y menos amorosas.- dijo sarcástico- estarían mejor en un orfanato.

-si, que luego todos sus cercanos se espanten de su magia contenida; muy seguro- dijo la profesora aún más sarcástica. No podría ser más incómodo para los dos; en este tipo de situaciones confiaban en que Dumbledore supiera las respuestas, las estrategias y en pocas palabras, el futuro. Pero hasta lo más grandes deben morir.

-Devuélvanme a mis hijas- dijo una voz a sus espaldas. Pero antes de que algo más pasara la profesora había lanzado un hechizo paralizador hacia el hombre; quien lo había esquivado.

-¿Quién es?- dijo la profesora apuntándolo. El hombre, inmóvil no por el hechizo, sino por el miedo, no respondió- Acérquese, no le haremos ningún daño.

-N-no, claro q-que lo har-á-n- dijo temblando.

-Si se muestra en este instante no saldrá herido.

-Ah, pero c-creo que el herido es ot-ro- dijo. Instintivamente McGonagall volteó y vio a Hagrid, en el suelo, sangrando.

-Pero ¿qué?- dijo McGonagall volteándose- Lumos!- el hombre no estaba en ninguna parte y tampoco las hermanas.


El legado Maldito // Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora