Capítulo 23

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Pues tal y como se quedó Lexa, sin entender una mierda. Clarke se puso de pie y comenzó a caminar de un lado para el otro pensativa y musitando cosas sin sentido, tipo "no podemos ser ese uno por ciento" por mucho que la morena le suplicó que le dijera qué narices ocurría ésta prefirió quitarle hierro el asunto y desviar los temas de conversación, no podía asegurar sus sospechas y antes de decir nada tenía que corroborarlo, así pues, la ayudó a retirar los platos de la mesa y lavar los cubiertos:

– Te espero en la habitación en lo que terminas de secar los platos.

Ojala se lo hubiera dicho con voz erótica o alentadora, sin embargo, estaba más en el mundo de yupi que junto a ella. Lexa bufó, esa sería su vida ahora, constantes cambios de humor. "Ahora te pido que me hagas el amor, para luego follarte como si no hubiera un mañana" Por lo menos se quedó, sorprendente, pero lo hizo aferrada a su cuerpo, como si inconscientemente quisiera evitar que se fuera a algún lado. Sea lo que sea, una de dos o se le pasaba o terminaría contándoselo. Durante unos minutos la observó dormir, era tan bella con sus músculos faciales relajados y sus cabellos dorados acariciando su tez.

La primera en despertar siempre era Anya, llegase a la hora que llegase, siempre tenía la hora cogida, las seis de la mañana, ni un minuto más ni un minuto menos, lo primero que hizo fue poner en marcha la cafetera, lo segundo y que no podía faltar más, agarró los desinfectantes, se puso los guantes y a limpiar la puerta, de solo pensar que el culo de su jefa se había rebozado ahí le daban escalofríos. Le estaba dando ahí bien con el fush fush cuando la puerta se abrió y roció a Raven con el desinfectante:

– Eh tía, sé que he tenido sexo del guarro pero tanto así como para darme con el desinfectante– dijo poniendo un mohín de asco– ya te vale.

– Estoy limpiando la puerta.

Raven la miró extrañada, conocía la faceta pulcra de Anya, pero no sabía que podía llegar a esos extremos:

– ¿Por qué haces eso?

– Porque me apetece hacer de chacha a las seis de la mañana no te jode.

Dijo Anya con ironía. Raven le recorrió con mirada lasciva:

– Pues de sirvienta sexy te digo yo que das morbo.

Anya puso los ojos en blanco y señaló la puerta:

– Borro las huellas que dejaron los glúteos de tu jefa– se puso con los brazos en jarra y susurró– a noche llegué y escuche como Lexa la empotraba contra la puerta, creo que se ha quedado a dormir.

– ¿Por qué susurras?– preguntó con el mismo tono– le llamaremos la jefa diabólica, pero no creo que tenga el oído tan agudizado como para que nos escuche– puso los ojos en blanco– le dije a Lexa que nada de zonas comunes.

Anya alzó una ceja:

– No eres quien para restringir nada preciosa ¿Cuántas veces te abre pillado haciendo lo mismo?

– ¿Follarme a la jefa?– rio entre dientes y sacó la prenda que guardaba en su bolsillo– nunca, pero oye añadir sus braguitas en mi colección sería todo un logro.

Fue hasta la cocina para servirse un poco de café. Anya no era la única que tenía la hora cogida, la ojiazul abrió los ojos perezosamente y miró el reloj. Gruñó porque tenía que irse para sacar a Digory, pobrecito se había quedado solo. Sonrió tontamente al encontrarse a la morena profundamente dormida junto a ella mientras rodeaba su cintra con un brazo. Se atrevió a darle un beso en la comisura de sus labios y acariciar su brazo con la yema de sus dedos. No pretendía despertarla, pero al parecer tenía sueño ligero y el ritmo de su respiración relajada cambió, entreabriendo sus preciosos ojos verdosos e inconscientemente curvó una comisura de sus labios y con voz pastosa le deseó los buenos días:

El diablo viste de Rojo (Clexa AU) (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora