Durante el viaje intenté escapar de mi realidad por momentos, pero fue inútil. Primero me llevaron a un aeropuerto. Cuando llegué ya había más chicos y chicas. Todos parecían de mi edad, pensé que si había diferencia de edades solo sería entre uno o dos años. Abordamos el avión y me fue asignado un asiento a lado de una chica a la que se le notaba muy contenta. Yo solo me senté sin decir nada. En seguida un hombre entró, lo reconocí enseguida, ya lo había visto en las noticias algunas veces.
—Mi nombre es Jorge Quezada y soy uno de los encargados del proyecto Andrómeda, que como ya saben, es uno de los avances tecnológicos más importantes para la humanidad, mismo que les salvará la vida. Bueno, solo quería darles la bienvenida y desearles un buen viaje, mucha suerte y nos vemos en un par de días.
Aquel tipo dio su estúpido discurso que más que alegrarnos, lo único que provoco fue hacernos sentir como propiedad del gobierno y no como personas o al menos así me sentía yo. Momentos más tarde se nos dio todas las indicaciones pertinentes y el avión despegó. La chica a mi lado veía por la ventanilla, deslumbrada por el paisaje. Me pregunté si era yo una exagerada, pues la veía a ella y no me podía creer que alguien estuviese tan radiante en una situación como aquella.
—Es alucinante ¿no crees? –me habló, sin dejar de mirar a través de la ventanilla.
—¿Perdón?
—El paisaje, el mundo, el porvenir, que tengamos una segunda oportunidad... es alucinante.
—Sí, como digas. –le conteste de mala forma. La verdad es que no me interesaba en lo más mínimo el porvenir del que ella hablaba, yo solo podía pensar en mis padres y en lo sola que estaba.
—¿A caso no te emociona saber que nos espera algo mejor? Deberías animarte un poco.
—Mira, no quiero ser grosera. Acabo de dejar a mis padres a su suerte en este maldito mundo que está próximo a desaparecer, nadie sabe a dónde nos llevan exactamente y no puedes asegurar que sea bueno para nosotros. Así que no me pidas "que me anime un poco" ¿sí?
—Lo siento... yo no tenía ni idea, me la estaba pasando tan bien que no pensé en que alguien lo estuviera pasando de otra forma.
—Descuida, supongo que no es tu culpa. –la chica solo sonrió, tratando de ser comprensiva.
—Por cierto, me llamo Dinha –me tendió su mano para que yo la estrechara- ¿y tú?
—Camila, mucho gusto.
—Bueno, Camila, supongo que esto es el inicio de una gran amistad ¿no crees?
Yo solo me limité a sonreír y en mis adentros le di la razón. Tampoco le dije que era la primera vez que alguien me había hecho sonreír después de tanto tiempo. El camino fue bien, mejor de lo que yo esperaba. Dinha y yo platicamos casi todo el camino y entendí porque estaba tan optimista. Era huérfana, sus padres habían muerto cuando tenía apenas ocho años. El gobierno se hizo cargo de ella hasta que cumplió la mayoría de edad y tuvo que trabajar para subsistir, lo cual no había sido sencillo. Prácticamente vivía en la miseria. Cuando le dijeron que había pasado la prueba se puso más que contenta y era ese el origen de su inmensa felicidad, el comienzo de una nueva vida. Lástima que yo no lo sintiera así, sin embargo, fue bueno encontrarme con ella. Comenzaba a sentir ese calor que solo las personas pueden proporcionar, esa sensación de que hay alguien a tu lado.
Cuando llegamos a Andrómeda, todos nos quedamos impactados. Aquello no parecía real, era como el fotomontaje de una película de ficción sobrepuesto ante mi realidad. Un oasis flotando en medio del caos, protegido por el casco de cristal más grande que había visto. Desde afuera todo parecía un sueño pero cuando estuvimos dentro todo cambió. Aquello era tan grande que nos era imposible ver los límites, pericia como estar aún en la tierra. Bueno, sistemáticamente seguíamos en la tierra.
—Esto es increíble. –comentó, Dinha
—Y que lo digas, vaya que se han esforzado en hacernos una casita bien hecha.
Más tarde estábamos rumbo al edificio central de Andrómeda. Lugar donde estaban todos los controles, el manejo, la gente importante y misma donde la directora general nos daría la bienvenida personalmente. O al menos fue eso lo que nos dijeron. Nos hicieron entrar a una sala y después se presentó una chica, parecía bastante joven pero decía ser la directora de la que tanto habíamos escuchado, su nombre era Lauren y con ella estaba Lucy. Ambas usaban una camisa de vestir con el logotipo de Andrómeda. Lauren fue la primera que nos habló como a personas. Ella entendía el dolor que muchos cargábamos y se comportó a la altura. Cuando hubo terminado de dar su discurso, todos salimos de la sala y fuimos preparados para ir al lugar en el que viviríamos.
—Creo que es muy joven para ser directora. –comentó, Dinha.
—Y yo creo que esta guapísima para cualquiera que sea su puesto...
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La Ultima Nave a Marte
Science FictionUna importante Ingeniera en física nuclear trabaja en un proyecto para el gobierno. Su misión es salvar a la mayor cantidad de personas antes de que el mundo desaparezca. En el transcurso de su trabajo conoce a Camila, de quien termina enamorándose.