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— ¡Mira, Ámbar! — gritó mi primo cuando salimos del auto y estabamos frente a la playa, me gustó mucho esa playa.

— Es hermosa — dije perpleja al mirar la belleza de esa playa, y yo jamás la conocí.

— Veníamos siempre, su mamá y yo — dijo ni madrina poniendo su mano en mi hombro, y mirándome con una sonrisa — y no importaba cuantas veces ella había venido, siempre le admiraba el paisaje — su sonrisa es aquellas de recuerdos hermosos, y por un momento quisiera que mi mamá estuviese acá, que ella sonriera conmigo al mirar ese paisaje.

Nos adentramos a la casa, y era hermosa, toda la casa era de vidrio lo que la dejaba mejor aun. Subí las escaleras y me quedé paralizada, pues no sabía en qué habitación iba a quedarme, realmente era una duda.

— ¡Ojitos azules! — dijo mi tío a mk espalda. Sí, así me llamaba mi familia — ¿qué estás haciendo parada ahí? — dijo con el ceño fruncido, y tras de él venía Nico y Simón, con sus valijas.

— En qué habitación me voy a quedar? — pregunté intentando no mirar a Simón.

— Pues, cómo tiene dos habitaciones, te vas a quedar con Nico y Simón — dijo mi tío abriendo la puerta de la habitación que creo yo, yo y los chicos nos vamos a quedar.

— Yo no pienso dormir en la misma habitación que ese chico — dije apuntando a Simón.

— Deja de eso, Ámbar, cuando eran niños dormían juntos — sentí cómo mis mejillas ardieron cuando tío dijo eso.

— Pero era... Diferente — dije nerviosa.

— Ya basta, sos la única quejándose — dijo mi tío para después adentrarse a su cuarto.

— Bueno, no nos queda de otra — dijo Nico haciendo gestos con las manos.

Yo solté un bufido y me adentré en la habitación.

— La princesa necesita una habitación sólo para ella — dijo Simón haciendo voz de niña. Rodé los ojos.

— Y él ubicado necesita callar la boquita, y cuidar un poco de solamente tu vida — dije cruzando los brazos y lo mirando desafiante, y es así que todas mis discusiones empiezan con Simón Àlvarez.

Ya dejen de pelear — dijo mi madrina adentrándose en la habitación.

— No hable nada — dijo Nico sentándose en la cama de soltero.

— Bueno, ha cambiarse, pues ya nos vamos a bajar para aprovechar de los días que nos vamos a quedar — mi tía tenía una gran sonrisa.

— Sí, pero alguien esta muy mala onda hoy — dijo Nico bromeando conmigo.

— Deja de fastidiarme, pendejo — le dije y le di un abrazo.

Siempre nos insultaba nos pero yo lo amaba y lo tenía cómo mi hermano.

— Ay que asco — dijo Simón en nuestro medio — creo que me dio diabetes.

— Ay, salí — lo empujé — me voy a cambiar — les dije y me fui al baño que tenía en el cuarto.

Yo me divertí mucho todo el día, fue hermoso. Era la primera viajen que hacía después de la muerte de mis padres — que fue hace seis meses — y lo estaba pasando super bien (por el momento). Simón no me fastidió mucho, ya que paso más tiempo divirtiéndose con mi primo, y yo hice una especie de amistad con el chico que trabaja en el quiosque* de la playa. Él se llamaba Cristopher y tenía mi edad, nosotros podríamos ser gemelos pues teníamos en mismo color de ojos, el mismo pelo, el mismo color de ojos, todo. Y él me encantó, es un chico muy alegre, y también es surfista, no profesional pero hace mejor que yo.

¡Te Odio!  |Simbar|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora