Reencarnaciones

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Amaba la tierra más que nada. Era lo que nos hacía a nosotros. Lo que nos mantenía vivos. Lo que nos dejaba ser lo que somos.

Pero... ¿Qué soy yo? ¿Qué es ser un ser que no está vivo pero aún así está, y piensa, y actúa?

¿Soy humano? ¿Soy un animal? ¿Qué soy?

Esas preguntas siempre me han tenido la cabeza ocupado. A veces pensaba en volver a vivir. Los espíritus que son encontrados suelen tener una nueva vida. Ya sea como humano, una planta, un animal o como nosotros.

Siempre me gustaron los árboles. No importa su tamaño eran fuertes a su modo y veían más el cambio que cualquiera. Eran los que más amaneceres tenían.

No te gustaba que hablara de eso, nunca me negabas el tema pero veía tus gestos.

Dejé eso de lado cuando ya no tenía nada más que decir. Aún permanecía a tu lado en los amaneceres. Siempre en tu regazo, era cómodo para los dos. A veces veía a los humanos así con sus parejas. Se besaban el cuello y los labios del otro.

Una vez te pregunté por que hacían eso.

"Demuestran amor de esa forma." Dijiste simplemente.

Y ahí entendí todo.

Y te pedí un beso.

Y te riste. Parecias nervioso.

"Yo no se dar besos."

"Yo tampoco, pero podemos intentar."

"No lo sé..." te rascaste la nuca. "Eso es cosas de humanos..."

"Damara lo hace todo el tiempo." Resople.

"Damara es de la Lujuria, claro que lo hace."

"¿Entonces le tengo que pedir uno a Damara?"

"Absolutamente no." Te negaste.

"Pero..."

"Ya, ya, te voy a dar el beso. ¿Si? Sólo... no te burles de mi."

"De acuerdo." Asenti.

Primero tomaste mi mano y besaste mis nudillos. Te veías rojo pero no te detuviste. Después entrelazaste nuestros dedos y pasaste a mi cuello.

"¿Qué haces?" Me reí. Me hacía cosquillas.

"Es un ritual humano que vi una vez que hacían para dar besos." Respondió oculto en mi hombro.

Pasó lento dando besos por mi cuello hasta llegar a mi mejilla derecha. Subió a mi nariz. Me dio otro en la frente. En la mejilla derecha. En la barbilla. Y, viéndome antes de hacerlo, en los labios.

Nos quedamos quietos sin saber muy bien que hacer con los ojos cerrados y nos separamos a los segundos muy lento.

"¿Así lo viste en los humanos?" Sonreí avergonzado.

Asentiste apartando la mirada.

"Yo también veo a los humanos." Agarré tu mejiia para que volvieses a verme. "Creo que puedo intentarlo yo también."

Me puse a horcajadas como lo hacían las chicas humanas y pasé ambos brazos por tu cuello atrapandolo con sorpresa. Un buen dato que me había enseñado Cronus una vez. Mi cuerpo pegado al suyo como había observado y moviendo los labios lento con los ojos cerrados. Vi como cerrabas los suyos cuando quise abrir los míos y repetí su gesto mientras él tomaba mi espalda para pegarme más de lo que podía.

Y se sentía bien. Era placentero como sentir el agua pasar por la piel y refrescante como una brisa fría en un día de mucho calor. No tenía muchas palabras para explicarlo.

Las mismas alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora