Desesperación

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Simplemente desapareciste en un parpadeo. Ya no estabas allí. Nada de ti estaba allí.

Sólo tus zapatos a un costado, los recuerdos en mi cabeza y aquel collar de piedra roja.

Suspire entrecortado y sostuve el par amarillo de mi lado antes de levantar vuelo hacia tu nido. Dejé en él lo que te pertenecía sin separarme del collar que guarde en mi cuello junto al azul y el que me había dado Rose y, dejando atrás un suspiro, salí de la misma forma en la que entré.

Un dolor en mi pecho comenzó a incrementarse y muchas preguntas se amontonaron en mi cabeza.

¿Por que?

¿Cómo te encontraré?

¿Dónde estas?

¿Qué haré?

Nadie tomará tu lugar. Nadie estará para mi en las noches. Nadie podrá lograr lo mismo como tú.

Nadie podrá aliviar mi dolor.

El primer mes desaparecido, no sorprendio a nadie. Podia escuchar mi nombre por todos lados al segundo mes.

Me encontraron un año después oculto en el orfanato donde solía vivir Alcalde. Los niños allí tenían miedo por las noches pero no me importaba que escucharan mis pisadas, ya nadie allí podía verme.

Alcalde había vuelto a reencarnar en un gato negro. Cuando lo encontré tuve que levantarlo en una caja y dejarlo en la puerta de una familia amable. Ellos lo aceptaron, generalmente los humanos caen rapidos en las ternura de los felinos bebés. Agradecí a Jane por ayudarme a encontrarlo.

Hice trizas al tipo que lo atropelló en su anterior vida.

Rose fue la primera en encontrarme. Ella sabía desde siempre que yo estaba allí, o donde sea que yo haya estado. Era mi guía y me conocía desde los primero segundos que llegué. Parecía saber todo de mi y de cómo tratarme. Pero su primera llegada era para avisar el cambio de tu puesto. Una niña rubia de ojos celestes había llegado y Rose se había encargado de ser su primera guía.

"Casey" Me nombró.

No dejé escapar ese no me importa que tanto tenía retenido en mi garganta. Sólo dejé que hablara sola. De seguro ella ya lo sabía.

"Es muy atrevida y le gusta pasearse y conocer. Habla mucho para tan joven. Creo que le gustará su nuevo nido. Tiene unas lindas alas, pero son muy pequeñas..."

Frunci el ceño. Era como escuchar la llegada de John otra vez, sólo que de los labios de Rose y no de Jade.

"¿Cómo te encuentras?" Se sentó a mi lado de forma elegante.

"¿Tú que crees?" Respondí sarcástico "¿Por qué no les preguntas a ellos?" Señalé a los niños que se removian intranquilos en sus camas.

Yo estaba igual. Intranquilo. Inseguro. Con miedo. Con esa sensación rara en el pecho.

Pensé que me volví loco, te escuchaba en el viento. Te oía reír y me llevabas a bailar con una corriente de aire. Tuve que encerrarme un tiempo en el orfanato para pensar.

Y entonces Rose me tocó el cabello. Una caricia me trajo miles de nostalgias y un abrazo fue suficiente para que volviera a sentirme roto. Yo sólo me abrace a mi mismo, no quería sentirme así, dolía y mucho. Y no dejaba de sentirme culpable aunque yo no haya sido el causante y lo supiera.

Siempre era yo el que separaba al resto de mi. Siempre causaba pérdidas y angustias. Siempre fui el odiado y apartado.

¿Por que tenías que llegar, John? ¿Por qué ahora me dejas? ¿Por que Rose se queda conmigo sin importar qué? ¿Por que Jade actúa tan tierna conmigo?

Las mismas alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora