9:00pm

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Subo a mi motocicleta y noto que hay otra nota con aquel mismo número escrito con tan delicadas líneas, que dicen "aun espero esas gracias de aquella noche". Sonrío y comienzo mi camino.

Llego a casa luego de haber dado varias vueltas por la ciudad y haber pasado a visitar a un par de amigas y me dirijo a la cocina con la esperanza de encontrar milagrosamente algo para comer, pero vamos, ¿Qué se puede encontrar en la cocina de un chico de 20 años cuyas habilidades en la cocina son básicamente nulas?

Subo a mi habitación luego de pedir una pizza y tomo mi teléfono leyendo una y otra vez ese número guardado con el nombre de "Amy". Mi razón y mi instinto comienzan una lucha al parecer interminable.

Cuando reacciono estoy escuchando un par de tonos seguidos de un seco y delicado "Hola" al cual respondo "Supongo que esta es la parte donde debería agradecer por algún favor que nunca pedí", escucho un par de carcajadas de un silencio inquietante, entonces me pregunta si de verdad estoy interesado en charlar con ella.

  luego de pensarlo 5 segundos digo –Si no fuese así, te hubiese cortado justo luego de agradecerte- Ni siquiera estoy seguro del por qué di esa respuesta.

Luego de charlar un par de minutos mi estómago me obliga a recordar que hay una pizza que viene en camino, y me da por preguntarle si estaría dispuesta a venir y acompañarme a cenar, a lo cual ella responde con un pícaro "espero tu dirección en un sms". Y entonces vuelvo a escuchar el tono del teléfono.

Suena el timbre y bajo a recibir mi pizza, justo a las 9:00pm, la dejo sobre la mesa del comedor e intento ordenar un poco mi desastre. Nunca está bien dar una mala impresión a la primera visita.

Despierto en el sillón sin lograr recordar a qué hora exactamente me dormí, ni en qué momento terminé comiendo más de la mitad de la pizza yo solo. Lo cierto es que Amy nunca llegó y por alguna razón sabía que eso pasaría, después de todo nunca ha actuado como actuarían todas las demás chicas que he conocido.

Es domingo y por lo tanto mi rutina de ir a casa de mi mamá y reunirme con mis hermanos está por comenzar. Rasuro mi barbilla, arreglo mi cabello y busco una vestimenta adecuada para esta ocasión, creo que solo tengo tres de esas.

Al llegar mamá me recibe con su mejor abrazo como siempre lo hace y nos dirigimos al jardín donde están mis otros hermanos reunidos. Los saludos y charlamos un largo rato como cada domingo, comemos juntos en la mesa y cada quien cuenta que tal fue su semana. Cuan distinto me siento aquí y cuando vivo el resto de mi vida...

TRES PUNTOS SUSPENSIVOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora