CAP 2. Anna

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Despues de correr durante horas, me detuve. Por lo que pude ver desde mi perspectiva lobuna, estaba en Quebec. ¡Pues sí que había corrido! Decidí volver a mi forma humana. Después de vestirme, vagabundeé por entre los árboles un buen rato. Aquello era precioso. Acostumbrado al sempiterno verde de Forks y la reserva, la variedad de colores de aquellos bosques era toda una novedad. Sinceramente, no me importaría vivir allí, aunque fuese en forma de lobo. No estaría nada mal.... sin voces ni pensamientos ajenos. Sólo yo y mis cosas. No pude evitar sonreir.

Caminando sin rumbo fijo llegué a un lago. Había varias casitas de madera repartidas por la orilla. Varias lanchas motoras cruzaban el lago de lado a lado. Había gente practicando deportes acuaticos y varios niños jugando en una playa. Caminé hacia allí. No sólo había niños. Dos parejas de ancianos disfrutaban del sol y un grupo de chicas tomaba el sol, riéndose de esas tonterías que sólo les hace gracia a ellas. Me senté en la arena, cerca del agua y cerré los ojos. Podría acostumbrarme rápido a todo esto.

-Tú no eres de por aquí, ¿Verdad?

Tan concentrado estaba en disfrutar del sol que no había oído acercarse a una de las chicas. Me maldije en silencio. No podía ser tan descuidado. Un susto un poco más grande que ese y podría haber entrado en fase allí mismo. ¡Menudo papelón! Me imaginé a todas aquellas personas alucinando en colores al ver cómo un chico se transformaba de repente en un lobo del tamaño de un caballo. Miré de reojo a la chica. Parecía simpática.

-No. Soy de bastante lejos. Sólo estoy de paso.

-¿Cómo te llamas? -se sentó a mi lado. ¡Qué bien olía! Sandía y melocotón. ¿Por qué todas las chicas tienen que oler a fruta?

-Seth. -Le tendí la mano. Era guapa a rabiar. Pelo cobrizo, rizado, piel tostada por el sol, dientes blancos y unas pestañas larguísimas. No quise mirarla fijamente. Por si las moscas.

-Anna. ¿De donde eres?

-De la reserva Quileute, en Forks. Washington.

-Pues sí que vives lejos -sonrió. No puede evitar hacerlo yo también.- Así que indio.

-Pues sí.

-Exótico. -Señaló el tatuaje que llevo en el hombro- ¿Algún rollo tribal?

-Más o menos. -Me sentía agusto con ella. No hacía preguntas tontas o estaba continuamente soltando risitas, como las chicas de Forks o Port Angels.- Es el símbolo de los antiguos quileute.

-Es muy bonito. ¿Cuántos años tienes, Seth?

-¿Por? ¿Cuántos tienes tú? -a ojo, le calculé unos diecisiete, más o menos. Soy un completo desastre en eso de calcular la edad de las chicas, tengan los años que tengan.

-Dieciocho. Cumplo diecinueve mañana. -Su sonrisa me pilló desprevenido. ¡Cielos! Pero que guapa es...

-Dieciseis para diecisiete. Me quedan tres meses para cumplirlos.

-Pareces...

-Mayor. Ya. -No pude evitar reirme. Con casi dos metros de altura y la buena forma física que conlleva el gen lobuno, aparento al menos veintidos.- Pero es cosa de los genes. Casi todos los chicos quileute somos así. Tengo una amiga que piensa que de pequeños nos alimentaron con algún producto experimental.

-Bueno, por lo menos tienes la ventaja de aparentar más edad. A mí siempre me quitan años.

-¿Y eso no es lo que os gusta a las chicas? ¿O es a las mujeres ya entradas en años? -me dió un codazo mientras se reía.

-Eso solo gusta a las maduritas -una de sus amigas le hizo señas desesperadamente.- Ahora vuelvo.

-No me voy a ir a ningun sitio, tranquila.

LO QUE SIGNIFICA SER  YO: SETH CLEARWATERWhere stories live. Discover now