3. Axel

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El chico llamado Axel entro a la oficina de Jack y cerró la puerta detrás de él sin dejar de mirarme. Aparte la mirada, había algo intimidante en él. Vi de reojo que se sentó en la silla que estaba a mi lado.

-          Molly él es Axel – dijo Jack, visiblemente emocionado -Axel ella es Molly…

Ambos volteamos a vernos al mismo tiempo, el asintió con la cabeza como simple cortesía, nada de sonrisas ni apretones de manos. Verlo de cerca me puso nerviosa, sus ojos eran más azules y cien veces más cautivadores  a esta distancia. Aparté la mirada otra vez,  él me ponía nerviosa. Habían pasado años desde que me había sentido nerviosa a causa de un chico atractivo.

-          Tengo la invitación – murmuró Axel con tono victorioso.

La sonrisa de Jack no podía ser más grande. Se levantó y dio golpes de emoción al escritorio.

-          ¡Perfecto! –exclamó Jack – Todo está saliendo bien, a partir de ahora tenemos que ser cautelosos – volvió a sentarse – Molly, no esperamos que tengas que golpear a alguien durante la fiesta pero es mejor estar preparados y abiertos a todas las posibilidades,  entrenaras todos los días durante estas dos semanas, ¿Crees que tu condición física es buena?

-          No es tan mala – respondí pensativa – Puedo correr por un largo tiempo – dije recordando el incidente de hace unas horas, nada como ser perseguida por posibles violadores para sacar a mi corredora interna.

-          Aun así – empezó Jack – Axel se encargará de enseñarte cosas básicas sobre defensa personal, no quiero correr riesgos y no quiero que nadie salga lastimado…

Así que básicamente vería todos los días a Axel… quise pellizcarme al instante. Estaba metida en un asunto serio que podría terminar conmigo en la cárcel y lo único que rescataba de la situación era que pasaría mucho tiempo haciendo ejercicio con un chico guapo. Mis prioridades estaban en el orden equivocado.

Me pregunté si estar en la cárcel en la otra punta del país llamaría la atención de mis padres. Reí internamente, no estaba dispuesta a llegar a esos extremos y algo me decía que estos sujetos tampoco. Me sentía estúpida por confiar en ellos tan rápido, pero no podía evitarlo, parecían tan… profesionales, se lo tomaban tan enserio. Como si se hubieran dedicado todas sus vidas a recuperar objetos robados de casas de millonarios.

Jack seguía hablando de todas las cosas que Axel debía cubrir en mi entrenamiento cuando su teléfono celular empezó a sonar.

– Tengo que atender esto, lleva a Molly a una de las habitaciones, son las dos de la mañana, debe estar exhausta – dijo él dirigiéndose a Axel antes de responder su celular y empezar a hablar en un idioma que sonaba muy parecido al portugués.

Axel se levantó de la silla y yo hice lo mismo. Lo seguí a través de la oficina y abrió la puerta para que yo pasara primero. Mi cabeza llegaba a la altura de su barbilla, sentí su mirada sobre mí cuando pase frente a él.

El silencio que siguió a continuación fue brutal, la enorme casa estaba en silencio total hasta que empezamos a subir las antiguas y lujosas escaleras, crujieron un poco con cada escalón que subíamos.

El trayecto me pareció incómodamente largo, había decenas de pasillos y puertas por todas partes asi que no me molesté en memorizar rutas de salida. Al final de uno de mis pasillos vi mi mochila, supuse que esa sería mi habitación por dos semanas. Cuando estuvimos frente a la puerta, Axel lucía igual o más tenso que yo. Tomó mi mochila y abrió la puerta de la habitación. Me indicó que yo entrara primero, volví a pasar frente a él y registré la habitación.

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