4. Entrenamiento

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Cuando abrí los ojos escuché ligeros murmullos en la habitación. Todo estaba prácticamente en completa oscuridad, lo cual era raro porque recordaba haber dejado encendida una de las lámparas. Me senté en la cama y después de que mis ojos se adaptaran a la falta de luz, vi con claridad a dos chicas. Una de ellas era Audrey y a la otra jamás la había visto.

-          Te dije que ibas a despertarla… - dijo Audrey golpeando el hombro de la otra chica.

-          ¿No era ese el objetivo? – preguntó la chica con tono ansioso. No dejaba de observarme fijamente. Su cabello era largo y castaño, tenía la misma estatura que Audrey y era muy bonita – Llevas dormida casi catorce horas, hemos venido a asegurarnos de que sigues respirando.

-          Fue una noche difícil, seguro necesitabas las horas de sueño – intervino Audrey casi en mi defensa – Por cierto, ella es Becca – señaló con la cabeza a la chica del pelo castaño – También vive aquí…

-          Encantada de conocer al tema del momento – dijo Becca con los brazos cruzados – Gracias por ayudar a Jack – su rostro permanecía inexpresivo a pesar de que me estaba agradeciendo.

¿Todos eran así de fríos en esta casa? Me pregunté recordando la actitud de Axel hace algunas horas. Audrey era más vivaz que los demás…

-          ¿Qué hora es? – quise saber mirando hacia la ventana. Seguía igual de oscura que la madrugada anterior.

-          Casi las ocho de la noche – contestó Audrey - Deberías ducharte y bajar a cenar, estaremos abajo.

Ambas salieron dejándome sola en la oscuridad de nuevo. Empezaba a acostumbrarme a la ausencia de luz. Mi estómago rugió de hambre al tiempo que me levanté para ducharme. Saqué ropa de mi enorme mochila, se podría decir que mi guardarropa consistía en el mismo tipo de prenda pero en diferentes colores. Me encantaban los jeans y las playeras de leñador con cuadros de colores. Nunca había sido muy femenina, en parte para llamar la atención de mi madre, cosa que tampoco me funcionó, pude haberme puesto una botarga de hamburguesa durante toda la preparatoria y mis padres seguirían sin dirigirme un segundo vistazo.

Ya que estuve lo suficientemente presentable para bajar a cenar, salí de mi habitación con el temor de perderme. La casa era enorme y antigua, no podía evitar sentir que estaba atrapada en una casa embrujada. “No te ves del tipo que se pierde fácilmente”, había dicho Axel. Lo que él no sabía era que mi sentido de la orientación dejaba mucho que desear. Mi memoria nunca había sido algo que cooperara conmigo.

Giré varias veces por pasillos sin salida, tenía que reanudar mis pasos y buscar otro camino, todo era tan silencioso, solo se escuchaba el ruido de mis zapatos golpeando las lujosas alfombras. Había decenas de puertas en cada pasillo, llegó un punto en el que empecé a correr, en el fondo sabía que tenía miedo pero lo disimulaba diciéndome a mí misma que tenía mucha hambre y necesitaba llegar a la cocina cuanto antes.

Estaba a punto de girar en una esquina cuando mi cuerpo se impactó contra algo. Cuando observé mejor supe que era alguien.

-          Wow – dijo una voz juguetona. Reconocí a Zack, el sujeto que me había sacado de la cajuela del auto cuando llegué a la casa hace algunas horas - ¿Soy yo o parece que quieres encontrar una ruta de escape? – preguntó en tono preocupado.

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