#4

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Leo sonrió a Calista antes de depositarla con suma delicadeza en el sillón de su sala, le aparto aquellos rizos salvajes de la cara y se dejó llevar por aquellos lindos ojos, un mar y un bosque. Quería esos ojos sólo para él, que ella únicamente lo viera a él.

¿Debería reclamarla como suya? Ella le había remitido traerla hasta su casa, tal vez ella esperaba justamente eso. Ser de él. La idea lo hacía excitarse.

— Eres muy hermosa, Calista. — se arrodilló frente de ella, le tomó las rodillas y las comenzó a separar, espero que ella se negara o se alejara, pero ninguna de las dos cosas ocurrió. — Me pondré entre tus piernas, mi vientre quedará en tu sexo, no te preocupes. — hizo exactamente lo que había dicho, la voraz sólo lo observo sonrojada.

— No lo dices de verdad, ¿cierto? — él arqueo una ceja. — Lo de que soy hermosa, es mentira.

— Hey, no soy ciego. Puedo diferenciar entre hermoso y feo, tu eres hermosa. No hay más. No miento. — la vio a los ojos, entonces ella aparto la mirada y él sintio con ese gesto como si lo hubiera abofeteado. — ¿Por qué haces eso?

— ¿Hacer qué? — siguió sin verlo a los ojos, Leo fruncio el ceño y le tomó el mentón con delicadeza, obligándola a verlo. — ¿Qué ocurre?

— Apartas mucho la mirada.

— No hago eso. — y ls aparto, no podía sentirse molesto con ella si se veía así de tierna.

— Lo haces, Calista — se acercó más a ella, hasta que sus narices se tocaron. — ¿Por qué?

— Yo...

— ¿Te aborrezco? — no pudo evitar gruñir las palabras.

— ¡No! — sus ojos se clavaron en los de él, haciéndole saber que decía la verdad. — No me aborreces para nada, eres muy bueno para la vista, bueno, sabes a lo que me refiero con eso. No me aborreces Leo. — bajo la mirada, Leo sonrio.

Aquellas palabras le habían gustado mucho. Le acarició los muslos, sonriendo ante la suerte que tenía de que ella llevase un vestido.

— Entonces, dime: ¿Por qué desvías la mirada? Lo haces muy seguido.

— Yo... no me gustan mis ojos, los odio.

— ¿Por qué? Son hermosos. — le tomó el rostro entre las manos, la sintió temblar bajo su agarre y sonrió, era tan vulnerable y tierna. — Me gustan mucho tus ojos.

— ¿En serio? — los ojos de ella brillaron de alegría, él asintió en respuesta ante su pregunta. — ¿Por qué?

— Porque es como un mar y un bosque, son los mejores lugares para perderse, para mi.

— Gracias.

Leo se sintió llenar de orgullo cuando aquellas mejillas se sonrojaron, mas por aquel agradecimiento tan sincero. Se acercó más, esperando que lo alejara o que retirará el rostro, pero no lo hizo. Ella sólo sonrío, asintió y cerró los ojos, esperando a por él.

La beso en los labios, alzándose poco a poco, hasta que sus pechos se encontraron. La abrazo de la cintura, se puso con ella en brazos y la sintió dudar cuando le abrazo la cadera con las piernas. ¿Acaso ella era...?

— Leo... — su nombre, en ese tono, con ese ronroneo tan inocente le hicieron quedar con la mente en blanco.

La acostó en el sillón, él encima de ella y adorando la forma en que la cubría por completo, volvió a besarla. Usando sus colmillos para atraer el labio inferior de ella, Calista temblo bajo de él y solto un gemido, ¿podía ella ser en verdad...?

Leo (Nuevas Especies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora