En la pelea que se estaba llevando acabó en la reserva, poco a poco los Especies y Voraces iban ganando terreno, contra los humanos, aunque claro que no había sido fácil. Jericho respiraba con irregularidad, seguía peleando contra lots hombres y se debería como si nunca se fueran a acabar.
Lo peor es que no estaba concentrado, no realmente. La escénica de una hembra lo tenía distraído, ¿quién era ella? ¿Quien desprendía aquel bello aroma?
Golpeó otro humano, lanzándolo hacia Leo, quien estaba como loco demente. Al parecer estaba preocupado por la hembra que ahora pretendía, era lo más seguro.
Entonces la encontró, la hembra que tenía ese bello aroma que le estaba afectando en la pelea, una ¿voraz? Si, era una voraz de cabello castaño rojizo y ojos verdes, tan largo que el cabello le acariciaba las caderas. La piel brillaba de sudor, piel color canela. Exquisita, hermosa.
Nada delicada.
Tenía a un humano sujeto del miembro, a través de los pantalones. El humano se estaba retorciendo de dolor, pero él al ver que las cosas se estaban calmando decidió dejarla pelear, torturar más bien.
→♥←
La tos comenzaba a fastidiarle, hizo una mueca cuando al arrancar una tabla se cortó, no era la primera vez, pero dolía bastante. Los perros cada vez estaban más desesperados, el calor iba en aumento y el miedo de igual forma se estaba elevando.
Calista se echó para atrás, pateando las maderas una vez más y grito frustrada por al momento de no verlas caer, se levantó tambaleante, gruñendo de tener los pies adoloridos por tanto golpe. Respiro hondo, vio fijamente la pared de madera y se lanzó contra ella, usando todo su peso y escucho con fascinación el estruendo al caer.
Lo había logrado.
Tosió, rodó en el suelo y se frotó los ojos, el humo le había molestado mucho, le ardían bastante. Sintió una lamida contra la mejilla, se retiró las manos de los ojos y vio sonriente a Chico, la había esperado.
Abrió los ojos asustada al escuchar pisadas, intento levantarse del suelo y huir, pero el humano la sujeto del cabello y la hizo caer de espaldas. El dolor se propagó por todo su cuerpo.
— Pero mira nada más que culo tienes, estás buenísima. — las palabras dichas contra su oído le dieron náuseas, se removió inquieta, queriendo golpearlo con puños o patadas. Lo que fuera. — ¡Quieta, maldición!
— ¡Hey! ¡¿Qué encontraste?!
¿otro humano? Entro en pánico, grito se siguió removiendo, pero al ver a uno de esos humanos sujetar a Chico se quedó quieta, ¿qué le iban a hacer?
Vio como el humano lo alzaba del pellejo y no le importo que el cachorro llorará, cómo si eso fuera de lo más normal. Entonces lo golpeó en el hocico, el llanto de Chico la hizo gritar, les grito que pararan.
— ¡Dejenlo! ¡Basta! — intento salirse del agarre, importándole muy poco el dolor. — ¡¡BASTA!!
— ¡¿Acaso es tu hijo, puta?! — una abofetada la hizo gruñir.
— ¡ES UN CACHORRO! ¡Un perro! — gruño nuevamente, lanzando patadas contra quien la tenía agarrada, el humano la hizo caer y la sujeto contra el suelo. — ¡Sueltame! ¡Dejame en paz!
— ¿Quieres salir ilesa? — su cuerpo comenzó a temblar al escuchar el sonido de la cremallera, colocaron frente de ella a Chico, entonces le apuntaron con el arma. Calista cerro los ojos. — Has lo que te digamos y tu hijo saldrá ileso, si no lo haces le volaremos la cabeza, ¿entiendes, perra?
Esas palabras, esa pregunta y en ese tono, la llevaron de vuelta a aquel maldito día que ella perdió algo que un niño, un crío, jamás debería perder. La inocencia. Algo que debe reservarse para alguien especial, ese cabrón, ¡Estos cabrones!
Y rugió, un rugido que nació del alma. Un No más callado desde hace años.
→♥←
La piel de Leo se puso de gallina, ese rugido... Definitivamente era de Calista, su leona. Golpeó en el rostro al humano que tenía y salió corriendo a la zona salvaje, dejando de lado a quien lo atacara o lanzándolos lejos de su camino, solo quería llegar a ella.
El corazón le dejo de latir al ver el fuego que se alzaba hasta el cielo, el humo negro formando horribles siluetas... Sin pensarlo se lanzó al establo, usando su cuerpo para romper las maderas que ya estaban prendidas en llamas.
Diviso el interior con dificultad, el humo, el fuego le estaban complicando mucho las cosas y... ¡Ahí! Se lanzó a donde se veía un pequeño orificio en la pared, lo suficientemente grande para que Calista pudiera pasar. Al salir de ahí se quedó quieto, no respiraba y estaba seguro que el corazón le había dejado de latir.
Calista ya hacia entre cuatro cuerpos humanos, muertos. Las gargantas abiertas y los brazos llenos de heridas, el pecho perforado... ¿acaso ella los...?
— ¿Leo? — ella lo vio sobre el hombro, sabía que verla así no debería parecerle sexy ni encantador, pero lo hacía. Su cabello revuelto con ceniza, los ojos verdes, como la pradera en primavera, la sangre manchándole el rostro y los brazos... — En verdad hueles a menta.
Él sonrió, se acercó a ella y la tomo en brazos, Calista se removió.
— No, Leo, tengo sangre. Estoy sucia.
— Basta, dije que cuidaría de ti, ¿cierto? — le depósito un beso en la frente, suspirando. Estaba mejor con ella en brazos. — Me alegro que estés bien.
— Yo... Los mate. — le dolía la forma en que ella lo dijo, estaba asustada. Asustada de su propia fuerza. — Querían tocarme, querían tener sexo conmigo, pero yo no. Y luego me amenazaron, dijeron que matarían a Chico y — sollozo, viéndolo a los ojos. — creo que Chico se asustó de mi cuando he rugido.
— Si, bueno, yo también hubiera salido corriendo. — le besó la mejilla, importándole poco la sangre. — De hecho lo hice, pero hacia ti.
Calista sonrió, le abrazó y comenzó a llorar, él le abrigo entre sus brazos. Estaba a salvo.
→♥←
Leo no dejo que nadie se le acercara, solo pensó en él y ella, en su Calista. Cuando llegaron a la casa, fue directo al baño y la bajo con delicadeza, hasta que los delicados pies de Calista tocaron el suelo.
La vio a los ojos y se sintió enorme, aquello bellos ojos, aquel mar y aquel bosque habían vuelto, tal vez aquellos ojos verde Prado habían aparecido porque los instintos de ella habían despertado. Y el aroma de alista volvía poco a poco, eso quería decir que ella en realidad había entrado en contacto con quién ella era en realidad.
Abrió la llave de la regadera, la despojo la ropa, echándola toda a una esquina y después se quitó la suya, volvió a atraerla a él, abrazándola de la espalda baja y alzándola. Sus pechos quedando a la misma altura.
Entro bajo el agua de la regadera, dejando que está se llevará la sangre y sonrió cuando Calista río, al parecer seguía un poco sensible por sus instintos.
— Leo.
— ¿Hmm? — le acarició el cabello y ella ronroneo.
— Me gusta tu aroma, es menta.
— Entonces, mi hermosa leona, hacemos una gran combinación.
Ella abrió los ojos, dejándolo sin palabras y el único sonido que se escuchaba eran sus corazones y el agua cayendo.
Calista le sonrió, asintió y le tomo la mejilla, acariciándola.
— ¿Tuya?
— Mía. — declaro, bajando los labios a los de ella.
Besándola.
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Leo (Nuevas Especies #2)
Fanfiction(otra vez a su alcance Leo, se que me estoy tardando en subirlas, pero como podrán darse cuenta estoy corrigiendo algunos datos. Gracias por su espera) Paso años en una jaula, y lo seguía haciendo. A pesar de que ahora vivían armoniosamente en la Re...