#5

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Leo se quedó viendo a los ojos de Calista, aunque por fuera pareciera tranquilo por dentro una tormenta y estaba haciendo de todo por no rugir, ¿cómo es que ella había preguntado aquello? ¿Acaso Calista no sabía por todo lo que habían pasado los Especies?

Al parecer no. Solto un suspiro, cerró los ojos y a aunque no quisiera, su cerebro lo llevo a recordar aquel pasado. Las inyecciones, los sueros, los golpes y pastillas, un infierno de lugar creado por humanos sin corazón ni moral. Retuvo un gruñido, le había prometido a Calista que nada de gruñidos, no iba a fallarle.

Se tenso al sentir unas manos en su espalda, abrió los ojos y vio sobre el hombro, Calista estaba ahí. Dibujando el contorno de viejas cicatrices, lo hacía con ternura y mucha concentración, como si todavía dolieran al tacto. Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza, la bella leona le había besado en la columna vertebral, a la altura de los hombros.

— Pobre, pobre Leo. — susurro y él pudo escuchar claramente el dolor que había en ellas. — Si no quieres responder, dejalo así. No hay problema.

— Calis...

— Sé que hablar de unas cosas es doloroso. — se quedó sería, él arqueo una ceja cuando vio a donde dirigía ahora sus manos. — ¿Es sensible? — trago, queriéndose quitar el nudo de la garganta. Asintió en respuesta, ella sonrió. — ¿Puedo tocarla?

Antes de poderle dar la respuesta ella lo acarició, se arqueo ante la caricia, era como si le hubiera acariciado la polla. Escucho la risa tierna de Calista, cerró los ojos y dejo que lo acariciará, sabía que era sensible de esa extremidad, pero no que lo era tanto.

Las manos de Calista se posaron en sus homoplatos, bajo con lentitud acariciando su columna, costillas y luego la cola de león, lo estaba acariciando como si fuera un enorme felino y él vergonzosamente se estaba encorvando ante la caricia. Siguiendo el tacto. Deseoso de tener más.

— Si que eres sensible, — susurro Calista contra la piel de su hombro. — me gusta.

— ¿En serio?

— Sip. Sí se pudiera te la cambiaría por mis ojos.

— ¿Por qué? — la volteo a ver sobre el hombro.

— Ya te dije, son feos.

Leo hizo una mueca, se levanto y giro su cuerpo a ella, Calista estaba desnuda en su cama. Sentada con las piernas dobladas y ligeramente abiertas, manteniendo las pantorrillas bajo sus muslos, se veía tan comestible.

Se inclinó hacia ella, usando su cuerpo para acostarla en la cama, Calista se sonrojo, pero no le aparto la mirada. Bajo y la beso, mordiendo aquellos lindos labios, recorriendo aquel delicioso cuerpo con las manos. Ella gimió contra sus labios, él se bajo hasta su cuello y la mordió, marcándola.

Ella se retorció bajo de él, pero no parecía querer alejarse, más bien, acercarse hasta que no hubiera nada de espacio.

— Eres hermosa, tus ojos son hermosos. — le llamó la atención, viéndola a los ojos y susurrando sobre sus labios. — No vuelvas a decir algo como eso.

— De acuerdo, entiendo.

— Bien. — inclinó la cabeza, respiro hondo y el aire le hizo saber que se acercaban. — Soy un experimento fallido, Marceli me etiquetó así al momento de presentar una deformación. — meneo la cola, para que ella la sintiera en las piernas. — Se fue formando con el paso del tiempo, entre más pastillas o inyecciones para que no la tuviera, seguía creciendo.

— Pero se te ve bien, no se ve mal.

— Dolió, cada centímetro o milímetro que crecía dolía infiernos, me enfermaba todo el tiempo y...

Leo (Nuevas Especies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora