Capítulo 1: Amarrado

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-Me haces daño, Alejo, suéltame....
-No, Pedro tú eres mío, tu cuerpo me pertenece.
Fue una noche maravillosa para Alejo, un argentino alto, de tez blanca, de cara perfectamente simétrica con una mirada que podía intimidar incluso a un leon, agresivo y dominante, pero para Pedro, un venezolano de piel color canela, unos labios abundantes (en los que Alejo amaba derramar sus ansiedades), delgado, estatura media y con una voz delicada que era la responsable de que Alejo lo azotara cada noche, fue un evento que lo dejó sin poder levantarse de la cama al día siguiente, él estaba acostumbrado pero esa noche Alejo se había molestado por la corta visita de Juan Pablo, un colombiano de estatura mediana, blanco, un cabello muy cuidado, peinado a la moda y una sonrisa coqueta.
Alejo era muy celoso, él odiaba ver a su hombre (o mejor dicho "Liebre") charlando con otros individuos de sexo masculino, aquella visita le costó el culo al pobre Pedro, Alejo le agarró los brazos con fuerza y lo arrinconó contra la pared, luego le puso un brazo en le pecho mientras con la otra se sacaba el cinturón.
-Ni se te ocurra moverte, sabés que te irá peor.
Y en efecto era cierto, pues Alejo era 10 veces más fuerte que Pedro.
La piel se tornaba roja, gotas de dolor y placer caían de los ojos de Pedro, y es que aunque cueste creerlo a Pedro le encantaba.
-¡Suéltame por favor, me duele!
Gritaba la víctima, sin tener en cuenta que a Pedro le excitaba más y hacía que su pene explote de su pantalón.
-¡Vamos!¡Muévete!
Bosiferó Alejo y se lo llevo casi arrastrándolo de los brazos.
De un tirón le sacó la camisa, luego lo tiró a la cama y de forma violenta le retiró su delgadas y estilizadas piernas de su pantalón, dejándolo completamente en bóxer, le agarró las manos y se las amarró a los tubos que se encontraban a los costados de la cama, luego él se sacó la camisa y, al ver a su liebre luchar por safarse, no soportó más y se lanzó encima de él, le besó el cuello, los labios, el cuerpo, luego le dio la vuelta, lo levantó y lo agarró por detrás, le besaba la espalda, mientras Pedro le decía que era suficiente, pero esto a Alejo lo exaltaba más, procedió a quitarse los pantalones y quedando los dos completamente en boxer, Pedro sentía la pistola completamente cargada detrás de él.
-¡Muévete, baila como lo hace Beyonce!
Pedro empezó a mover sus finas caderas, rozandole su trasero.
-¿Te gusta verdad? ¡Te encanra sentir mi pene en tu rico culo! Le susurró al oído Alejo.
- Sí me gusta, me gusta mucho. Dijo Pedro mientras lágrimas brotaban de sus ojos.
Alejo de un tirón le quitó el bóxer, lo único que impedía llenarle de su éxtasis. Alejo se quitó el bóxer también y le dió vuelta a Pedro de nuevo, acercando sus protuberantes labios sobre su cañon.
-¡Ya sabes que hacer! Le ordenó.
Pedro empezó a enseñarle lo mucho que aprendió consumiendo helados y chupetes cuando asisitía al colegio.
Alejo le dio la vuelta de nuevo, no se resistía más, y se lo metió todo, sin previo calentamiento, Pedro solo gritaba del dolor, pero nada podía hacer, el estaba amarrado.
-¡Por favor, más lento! Le suplicaba Pedro adolorido, pero Alejo no lo escuchaba, era todo un salvaje
Dentro de ese ser, dignamente comparado con un animal, había algo de dulzura, y por momentos le susurraba al oído "Te amo" incluso le decía "Me encanta todo de ti, todo".
Pedro, gimiendo por supuesto, le gustaba morder a Alejo en los momentos en que pudiese, así Alejo se convertía en la víctima llena de dientes acompañados con una aurora morada al rededor de su cuello.
Los dos acabaron como si fueran fuegos artificiales, esos que se lanzan en fin de año.
-¿Ya entendiste quién es tu macho?
Le preguntó Alejo al oído, mientras lo abrazaba de espalda.
-Sí, perdón por ponerte así. Le dijo Pedro agachando la mirada.
Alejo le quitó las cuerdas de las manos que lo tenían sometido a su liebre y se acostó con él, dejándo mojada la cama con el placer de lo que ellos llaman "amor".

DIVALEJO / MIEDO, AMOR Y SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora