En algún lugar de mi mente se refugia los recuerdos de las cosas malas que he hecho estando mal en la vida. La vida es compleja me decía Joael y tenia razón, uno parece ver las cosas más distintas bajo el efecto de alguna sustancia, vemos la vida de manera distinta? O vemos la vida tal cual es y por eso es ilegal?
Una vez había devolvido encima de una costilla ahumada y no se veía agradable como condimento, no me sentía mal al hacerlo porque lo primero que pensé es si alguien me había visto y si no, pues mi vida seguiría normal y corriente.
Es impresionante como nos apegamos al que dirán de nosotros por lo que hacemos mal, preferimos callar y "olvidar" en lugar de aceptar que estamos mal y necesitamos ayuda.
Yo me refugiaba en los vicios, tratando de olvidar por un instante la vida miserable que me tocó vivir, veía la realidad más ebrio que sobrio y tenia menos tiempo de pensar en mis problemas morales. Pero todo tiene un límite, llega un punto en el que queres decir "basta" y empezar una vida normal y corriente, pasando domingos en iglesias, tardes cortando el césped y preocupado porque alcance el dinero a fin de mes.
Mi vida era desmesurada hasta que llegó el límite, había despertado en una banqueta con la camisa llena de sangre, no sabia ni en que lugar del mundo estaba. Vi dos personas vestidas de blanco que se acercaron a mi con una camilla y hablando entre ellos logré escuchar que se referían a mi como el nuevo "paciente" que había llegado anoche por el incidente de la terraza.
Volví a despertar y ya estaba frente a lo que parecía un doctor y de inmediato cuestioné.
-Donde estoy?
-En el hospital del instituto Bruno.
-que instituto? Como sabe mi nombre?
-tranquilo! No corres peligro aquí, es un institito de ayuda a personas con problemas mentales y/o problemas de drogas.
-pero que hago aquí? Que problema me adjudican? Quien me trajo? No pueden tenerme aquí sin mi consentimiento.
-son muchas cuestiones y yo solo me encargo de la salud corporal, debería cuestionar eso al director del instituto.
-y quien es el director, necesito hablar con él. -cuestioné al doctor que me miraba entre lente y ojo.
-Dr. Bretto para servirle. -dejenos solos Dr. Neuman. -entró a la sala un viejo con canas y lentes redondos.
-Si señor, con su permiso -dijo el doctor que me estaba vendando el pie.
-Bruno, Bruno, Bruno Zabarrieta. -dijo el doctor mientras me miraba y se acomodaba en un sillón. -dejame presentarme, soy el Dr. Ronald Bretto, director del instituto "Paz en cuerpo y alma" para personas con problemas mentales y/o drogas.
-ya lo sé, que hago en este instituto? -Cuestioné de inmediato. -cual de esos problemas me adjudican?
-me temo que ambos. -dijo el doctor mientras miraba una hoja que le dejó el doctor Neuman. -diez clases de farmacos en el organismo, te tiraste de la ventana de tu habitación y no sabes por qué estás aqui?
-quien me trajo a este instituto y porqué no recuerdo haber llegado? -dije.
-iremos de a poco, conforme el tratamiento mejore, resolveremos todas tus dudas -dijo el Doctor. -mientras deberías conformarte con saber que estás aquí por la orden de un Juez. Era esto o la prisión, así que aconsejo que no vuelvas a repetir la escena. Te espero a las 18:30 en mi consultorio, ya los guardias te enseñaran el lugar y tu habitación, no es el Sheratton así que espero que te acostumbres.
Salí de la sala con cautela, al salir había un guardia esperando en la entrada.
-tú debes ser Bruno, mi nombre es Jorge, ven conmigo te enseñaré tu habitación.
Caminabamos por un pasillo, las paredes eran blancas y se oían grupos de personas hablando al final del pasillo.
-esta es la sala de encuentros entre pacientes -dijo el guardia.
Veía un grupo de cinco personas tomadas de las manos y gritando... "Estar sobrio es lo mejor!"
Todo me parecía extraño, subimos las escaleras y habia otro grupo de personas y oí que decian:
-yo creo que es por drogas y mujeres.
Otro decia...
-marihuana, cocaina y mujeres. -decían mientras reían.
-ignoralos, también son nuevos aquí. -dijo el guardia.
-esta es tu habitación y compartirás con él. Eliot, explicale lo que debe saber. -dijo el guardia al cerrar la puerta.
-mi nombre es Eliot. -me dijo el hombre con quien compartiría habitación.
-tienes cigarrillos? -le pregunté.
-me temo que no. Pero pueden calmar tu ansiedad estos dulces.
-olvídalo. Que es este lugar? Sabes como llegué aqui? -le cuestioné.
-si, los rumores de los pacientes llegan aquí muy rápido, pero hay cosas que por protocolo no debo decirte.
-es justo, pero dime lo que es necesario que sepa. -le dije mientras me asomaba a la ventana.
-está bien, llegaste aquí por orden de un juez, bueno, la mayoría llegamos por la misma razón. Tienes alguna enfermedad mental?
-me diagnosticaron esquizofrenia a los 12 años, pero personalmente creo que ya me curé.
Eliot sonrió y acercó a la ventana.
-en serio crees que te curaste y por eso estás aquí? -me dijo.
-que tanto sabes? Pregunté.
-lo necesario para saber que tienes problemas.
-yo estoy bien, no necesito ayuda -le dije.
-ese siempre es nuestro mayor problema, no aceptar que tenemos problemas y necesitamos ayuda.
-yo sólo pasaba bien las noches, alcohol, cigarrillos, monólogos. Soy escritor, supongo que eso es lo que hacemos.
-yo no escribía y hacia lo mismo.
-bueno se puede decir que yo si tenía una razón para hacerlo. -le dije.
-todos aquí hacemos lo que queremos para ocultar lo que somos.
-y según tú... que somos?
-adictos a los que nos destruye.
Me dejó pensando, todos aquí serán así.
Sali del instituto rumbo al jardín, vi una chica hablando a las plantas, oía "tu eres hermosa y floreceras al igual que yo" Estaba rodeado de locos sobrios.
Seguí caminado y vi a un hombre fumando frente a un lago, de inmediato me acerque a él.
-3 dolares y 5 centavos, es tuyo si me regalas uno de tus cigarrillos. -le dije.
Me miró fijamente el hombre de pelada y me dijo.
-claro, toma.
Le di una sobada y meti el la boca.
-Si que necesitaba esto le dije.
-todos aqui lo necesitan. -replicó. Si tu consejero te nota haciendo esto te expulsará.
-no tengo porque discutir con él esto. -le dije.
-Ya es tarde, yo soy tu consejero. -Freddy, para servirte.
-en serio todos me harán esto? Otra cosa para lo que no sirvo.
-descuida, no te expulsaré.
-gracias! -dije y me eché para atrás.
Al llegar a la puerta se acercó a mi Eliot.
-debí haberte dicho que no buscaras vicios dentro del instituto.
-descuida. -dije. -solo estaba tratando de hacer algo para ocultar quien soy. Supongo que este es el precio de hacer lo que quiero.
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SERENDIPIA LIMERENCIA
Mystère / ThrillerUn omnisciente en la cúspide existencial, poniendo en órbita la vida misma. Lucas Silvero.