Capitulo 2. Mark Tuan.

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Las manos aun me seguían temblando ya hacia una hora desde que sucedió el accidente, todo por un estúpido descuido, nadie me había dicho que justo hoy iban a pasarme todo tipo de cosas malas, suceso tras suceso me hacía darme cuenta que no debía estar aquí, debía irme en el primer vuelo a Estados Unidos y no volver jamás, tal vez por primera vez mi adre tendría razón y debía irme y no regresar, dejar todo atrás.

Mire nuevamente la pantalla, allí aparecía el nombre "Wang, J", aún se encontraba en cirugía, ningún médico había salido y eso podía ser algo muy bueno o algo muy malo, solo esperaba que no le pasara nada, sería la cereza del pastel para completar mi estadía en este país que me arrestaran por asesinar a una persona.



Dos horas antes.

- Mark, lo siento pero no puedes quedarte más en esta casa. - la mujer de cabellos negros miraba por una ventana con una copa de vino en la mano.

Él no podía creer lo que estaba escuchando, las palabras que salían de la boca de la mujer que se supone era quien debía amarlo y protegerlo.

- eres mi madre, sabes bien que vine hasta acá para vivir a tu lado, mamá... por favor - su voz se quebró un poco.

- Nunca te pedí que vinieras- no quitaba su mirada de la ventana de la habitación donde se encontraban y que había sido ocupada por Mark desde hace una semana- Yo estoy bien y sabes que mi esposo no se opone ni tiene ningún problema, pero me encuentro incomoda contigo aquí... eres su viva imagen - murmuro esta última frase - No quiero que estés aquí cuando vuelva en la noche, puedes llevarte lo que desees, al final todo lo que te he comprado es tuyo y no lo vamos a necesitar aquí – se dirigió hasta la puerta de la habitación sin dedicarle una mirada, antes de cerrarla se detuvo y aun sin mirarlo dijo las últimas palabras que le dedicaría ese día.- Adiós Mark, cuídate.

Mark miraba el sobre que estaba frente a él en la mesa de café del pequeño recibidor que estaba en su habitación, escucho a su madre subir las escaleras hasta su habitación y se quedó solo, sentado con lo que sería su vida desde ahora en un sobre café. Las lágrimas empezaron a surcar su rostro, pero él no se iba a quedar allí esperando a que lo vieran quebrarse en mil pedazos, limpiando su rostro se levando tomando el sobre, al revisar su bolsillo noto las llaves del hermosos mustang rojo que le había regalado el nuevo esposo de su madre como bienvenida, decidido a subirse en él y por fin terminar con ello, si no lo querían allí, les daría el gusto de irse completamente de sus vidas.

Condujo hasta la tienda de conveniencia más cercana, al bajarse se dirijo hasta las neveras del fondo que tenían todas las bebidas, tomo como pudo entre sus brazos unas 10 botellas de soju y las llevo hasta la caja, la chica del mostrador al verlo lo observo y le sonrió coqueta, pero el único amor que el de verdad quería lo había mandado a regresarse al otro lado del mundo, solo porque no quería verlo más.

Subió al auto y antes de arrancar tomo una de las botellas de soju que había dejado sobre el asiento del copiloto, de un solo trago se tomó la mitad de su contenido, al verla casi vacía sonrió y continuo así, hasta vaciar al menos cinco de las que tenía a su lado. Estaba mareado, las lágrimas no dejaban de salir sin darle chance u oportunidad y es que era doloroso el rechazo de tu propia madre, de la persona que recordaba con tanto cariño y a la que deseabas regresar. Su madre lo había dejado en Estados Unidos siendo muy pequeño, él había quedado a cargo de su padre bajo la promesa de portarse bien para poder volver a estar juntos, siempre estudio, se esforzó y gano los primeros lugares en su escuela con el fin de que al terminar su último año de secundaria poder viajar a Corea y volver con su madre, estar con ella. Y es que Mark la amaba y recordaba los momentos juntos en su infancia, jamás la había dejado de amar y nunca pensó que su presencia le molestaría o que lo rechazaría de la forma que lo había hecho ese día.


Como pudo, decidió que era hora, llevo las llaves al encendió del auto y escucho el motor rugir al acelerar, así avanzo por varias calles sin bajar la velocidad, no le importaba si lo detenían, si lo multaban o si pasaba cualquier cosa, no le importaba ni siquiera si chocaba contra un árbol o una pared y el auto terminaba envuelto en llamas con el dentro, eso era lo mejor que podía pasar por que no quería estar donde no lo querían, donde no era aceptado.

Pero la vida juega de forman inconcebibles, Mark llevaba un largo trayecto en su imprudencia cuando al cruzar por una calle y debido a su nublada visión debido a las lágrimas y el alcohol, no pudo ver que habían dos personas cruzando la calle, para cuando se percató intento frenar pero era muy tarde, alcanzo a impactar a uno de los dos peatones, solo pudo ver el cuerpo de esta persona quedar a unos metros del auto.

Con las piernas temblorosas se bajó del auto, su única reacción era tratar de llegar lo más rápido posible hasta esta persona que estaba en el suelo por su culpa, él no quería esto, el efecto del alcohol rápidamente se fue de su cuerpo dejando solamente la sensación de vació en él, había cometido un grave error uno muy estúpido. Se acercó al cuerpo que yacía en el pavimento, era un chico, había gente alrededor que estaba llamando a urgencias para dar aviso, pero Mark solo quería estar al lado de esta persona que por su culpa estaba sufriendo, cuando estuvo a su lado vio sus ojos entre abiertos, lo miro fijamente y de un momento a otro cerro sus ojos. Mark le había arrebatado la vida a alguien más.






-❄SnowWhiteNo❄-

Rookie Heart - [Markson] **EN EDICIÓN**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora