10-¿La esclava del Diablo?

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  «Mucha gente del pueblo iría al cielo de no ser por sus brujerías... La mujer tiene encantamientos para pescar marido, para casarse..., encantamientos antes de que el niño nazca, antes del bautizo, después del bautizo... ¡Vosotros, hombres, es gran prodigio que no perdáis el seso debido a los monstruosos hechizos que las mujeres practican con vosotros».

Sermón del franciscano Bertoldo de Ratisbona,

año 1250 [1].

—¡Ten cuidado, mi amor! —Nathan apartó a su esposa de los trozos del sarcófago de mármol con el que iba a tropezarse.

    Antes de terminar en la catacumba de San Calixto —se situaba en la Vía Appia Antica de Roma— el día anterior exploraron durante horas las de la comunidad hebrea de la Villa Torlonia y de la Vigna Randanini. A Danielle se le había metido en la cabeza que debían empezar por allí, pues Michel de Notre-Dame provenía de una familia conversa a la que habían obligado a volverse cristiana.

     Pero no encontraron nada. El único dato curioso para el periodista fue enterarse de que Mussolini —durante la Segunda Guerra Mundial— había vivido encima del cementerio judío de dos milenios de edad mientras perseguía a los miembros de esta colectividad. Según Danielle los muertos le habían echado una maldición y este era uno de los motivos por los que había terminado fusilado por los partisanos. Una regla básica de supervivencia y de sentido común indicaba que nunca se profanaba un lugar de descanso eterno.

—Gracias, Nat. —Ella le dio un beso en los labios como muestra de agradecimiento—. ¿Crees que Noah tratará bien a Aston?

     El hombre se llevó la mano a la cabeza y estuvo a punto de largar una carcajada, solo se contuvo al pensar en el sitio en el que se hallaban. La chica se comportaba con el Aston Martin   deportivo como si fuese su niño mimado. A pesar de que trabajaba con Stone desde que ingresó en la Inteligencia Británica hasta ahora se había negado a dejárselo conducir. ¡Y eso que él se ofrecía una y otra vez como chófer! No tuvo más remedio en esta oportunidad porque ellos dos volaron en avión para llegar a Roma más rápido y continuar con la investigación.

—No te preocupes, vida mía. —La tranquilizó él y sonrió—. Seguro que lo cuida tanto como tú. ¡Hay que ver cómo lo has hecho rogar! Sin duda querrá que se lo prestes de nuevo.

     Danielle esbozó una mueca divertida. La luz tenue de las lamparillas y la que provenía de los lucernarios —una especie de pozos con aberturas en el techo— le creaba sombras en la cara y le proporcionaba la apariencia de un espectro.

     Anthony, en cambio, no se contuvo y chilló:

—¡Nena, no seas tan pesada! ¡Te he dicho más de una vez que el coche llegará perfecto a esta ciudad! ¡Confía en mí, veo el futuro!

La médium del periódico #3. La rebelión de las brujas (novela terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora