Capítulo 4 : Verde(Sorpresas)

74 4 1
                                    

La mirada la tenía perdida en el horizonte de  la espesura verde que estaba en su presencia . Me detuve al verlo voltearse sorprendido de verme, allí, parada junto a él. El tiempo se detuvo solo para ese instante. Las hojas caían despacio, incluso el cantar de los pájaros se detuvo.

Me mira con esos ojos avellanados, profundos, que me dicen mil cosas, no puedo aparatar la mirada. No sabía exactamente lo que hacía, pero mi cuerpo aun con voluntad, me obligó a sentarme a su lado. Como si fuera de porcelana me acarició  con la punta de sus dedos la mejilla. Dejando recorrer hasta casi los límites de mis labios. El calor de su roce me hizo estremecer interiormente y a impulsar el latido acelerado de mi corazón. Nos fundimos en un profundo beso, casi perdí el conocimiento del impacto de sentimientos que sentía . Tenía una fina capa  de frio en sus labios, pero debajo de ella era como si comiera un caramelo de gelatina. Eran dulces, tiernos, delicados, sin prisas y sobretodo  eternos. Le correspondí con la misma manera . La sensación era de no parar de embotellar ese momento, para después uno volver a beber de él y tener el mismo sabor.

Las ramas comenzaron a crujir, nosotros ya nos habíamos separado, aun así había escuchado  una advertencia (cuidado), la voz femenina que escuche en mi mente no era la mía, pero me era familiar. Frente a mi veía la cara de James, nada más verle me sonroje. Segundos después se oyó el crujir de nuevo de unas ramas apartándose. Entre ellas se comenzó a formar la figura de un hombre vestido de traje gris, corbata roja y camisa blanca. Tenía unos hermosos ojos azul cielo, consigo llevaba una correa de perro.

— Buenas tardes, ¿No habéis visto por si acaso a un perro blanco y pequeño? —Preguntó el extraño, dándole una disimulada caricia a la correa. El hombre no parecía nada preocupada por la pérdida de su perro , más bien se mostraba como satisfecho de habernos encontrados.

—No, no hemos visto ninguno—.Dijo James con gran disimulo, y solo pensar que hace unos segundos nos habíamos besado de esa manera. Comencé a sentir que mis mejillas me ardían, me concentre a pensar en otra cosa. Los zapatos que llevaba el hombre.

Entre los arbustos, justo los que teníamos detrás, comenzó a ladrar un perro. Era el perro del extraño. Con un silbido, el perro se puso a su lado y nos hizo un saludo de despedida dirigiéndose por el camino de tierra que teníamos a la derecha.

Hubo un momento de silencio, antes de que nuestras miradas se encontrasen.

—¿Cómo es que has venido hasta aquí? —dijo escapándosele una sonrisa.

—Vine… por pura intuición —.Quería decirle que fue porque lo escuche y que me ganaron las ganas de verle.

—Quiero hablar contigo, no sé si lo recuerdas—hizo una pausa para aclararse la garganta—en el teatro te dije… que estaba enamorado de ti y no es que espere algo, pero quisiera saber… tus sentimientos—.Me miro decidido , como si fuera a la guerra y esperara la peor noticia, pero le dije algo que quizás no se esperaba.

—Me acuerdo perfectamente de todo lo sucedido— el corazón se me escapo de las manos y voló con un pajarito que pasaba volando cerca de nosotros—Yo también siento algo por ti, es decir que…—me le acerque y le bese. Me sonrió muy feliz y me cogió de la cintura y me levanto por los aires, después me bajo despacio hasta que nuestras miradas se alinearon.

—No sabes cuánto he imaginado este momento, bueno no es que …— repose mis manos en su hombro, mirando a través de su ventanas que me reflejaban feliz.

Me ardía la cara, la  tenía encima de una hoja de mi escritorio. No salía de mi asombro de que lo que había ¿Soñado?, fuera tan real para mí. Me sentía decepcionada, me dirigí a mi ventana , pero no había nadie solo el coche de su tía aparcado. En estos momentos no me puedo permitir  seguir así.

Baje al comedor a devorar un sándwich de mermelada.

 Lunes.

— Rosie me he dejado unos libros debajo de la mesa en clase— corría Leily en dirección de nuestra clase. Teníamos que hacer un tipo de experimento en el aula experimental. Llevaba conmigo mi mochila echada en mi espada y una carpeta entre mis brazos. Me vi a mi misma recostada a lado de la pared del departamento de ciencias , estaba atrapada entre la pared y los brazos que atravesaban parte de mi cabello . Un chico joven al cual no le podía ver bien el rostro porque estaba de espaldas a mi yo que lo estaba viendo todo. Un profesor salió del departamento, se detuvo a ver por una milésima de segundo la escena que tenía alado.

—La clase de química se encuentra cerca de aquí, dejad los puentes de hidrogeno para otro momento— entendí que se refería a lo que iba a suceder después, es decir a un ¿Beso? El profesor ya se alejaba del lugar, cuando el chico beso a la chica. A mí. A mi otro yo.

—Rosie, vamos, ya los encontré, gracias por esperarme— la imagen se había desvanecido delante de mí. El profesor que vi en mi ‘’visión’’ salió del departamento.

—La clase de química se encuentra cerca de aquí, dejad los puentes de hidrogeno para otro momento— salía con un paquete debajo del brazo—Venga chicos, vamos— detrás de él salieron tres chicos de unos  dos años menores que yo. Llevaban unas letras, H, C,O. Ya lo entendía eran figuras para representar los enlaces que hay entre los elementos de la tabla periódica de química.

Leily me comentaba algo, lo único que llegue a entender es que hablaba de querer ir a tomar esta tarde un batido. Yo solamente asentí.

El color rojo de mi blusa, me hizo acordar de algo, que elimine al instante nomas pensar. Una vez lista, me encontré con Leily en mi puerta. La cafetería ya la había visto antes pero tenía otro nombre. Los propietarios se habían sacado un pequeño premio en la lotería y decidieron probar suerte en otro lado.

Me gusta la decoración, muebles rojos con mesas negras de plástico. Dan para sentarse cuatro personas, me recuerdan a los asientos de los años sesenta. En el mostrador habían unos taburetes negros a conjunto, varios potes llenos con dulces, como nubes, caramelos de miel, chupa-chups, en otros  habían cruasanes minis.

Nos atendió una joven de veinte algo, con una trenza larga que le asomaba entre un hombro. Tiene la piel blanca, lleva un delantal  rojo con el nombre estampado de  la cafetería y un pin donde dice su nombre, Lauren . Ella solo nos tomó la carta.

Leily comenzó a tamborear  con sus dedos encima del mostrador. Al cabo de un rato vino un chico, alto de ojos verdes, cabello azabache, de tez morena.

—Aquí tenéis chicas, ¡He! De nuevo por aquí, veo que traes más clientela—dijo el chico, que al parecer según dice su pin se llama Jim—.

—Me he dejado caer por aquí, solo por los batidos­— me lo parecía a mí o estaba coqueteando. Leily sonrió. El chico no le sacaba los ojos de encima, hasta que se dirigió a mí.

—Tú debes ser… a ver si me acuerdo, Rosie? La chica de los dolores de cabeza, si no me equivoco —dijo ofreciéndome un platillo con un pudin de chocolate.

—Sí, soy yo­—dije algo irritada por el mote ‘’la chica de los dolores de cabeza’’ eso había dicho Leily? — Por lo que ves, ya estoy mejor y ahora soy la chica que se tomó una pastilla para el dolor de cabeza—se puso a reír ampliamente, hasta que Lauren vino y le dio un estropajo.

—Venga a trabajar— le dijo mientras recogía unos platos vacíos de una mesa.

—A trabajar se ha dicho— y nos guiño un ojo.

Ese día me había olvidado completamente de James a no ser por Susan que nos encontró de vuelta a mi casa. Hablamos bastante, sobre los planes que haríamos en vacaciones y los lugares que visitaríamos. James esa tarde había llegado a casa porque estaba en la cuidad resolviendo un problema. Ahora lo entiendo porque estaba el coche de su tía al frente de su casa.

Oscuras melodías_PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora