Tras varias semanas de seguimiento para conocer las costumbres de aquella mujer de quien aún ignoro el nombre, decido dar un paso hacia delante. Últimamente he cogido muchos permisos en el hospital, pero con la excusa de Henry mis colegas me dejan espacio, que obviamente devuelvo cubriendo turnos incómodos, concediéndome de esta manera dos o tres horas de permiso.
Es un justo compromiso.
La nueva "amiga de Henry"
No sé de qué otra manera definirla.
Obviamente no puedo dejar a mi hijo solo con una desconocida.
Soy consciente de eso, es una cosa de maniaca, pero por lo que a mí respecta, la maniaca psicópata puede ser ella y quiero tener la certeza de que no estoy mandando a mi hijo a las manos de un verdugo.
El primer día de seguimiento fue un martes, primer descanso semanal en aquel mes.
Descubrí, poco después, dónde vivía, una casita bastante particular, ciertamente a restaurar, con un gran patio, mucho más cuidado que la casa y un coche amarillo que me había dado escalofríos. En efecto, parecía una casa del horror, toda de madera deteriorada. Esperaba, por ella, que solo fuese una cuestión de fachada.
Al terminar el día, ya había comprendido una cosa: tenía una vida aburrida al igual que la mía. Se levantaba, ordenaba el patio y probablemente la casa, después iba a pasear a sus perros y volvía a casa.
Por supuesto con el tiempo efectué otros seguimientos, por el hecho de ser precisos. Una vez la vi interactuar con un hombre, un vecino que le tiró descaradamente los tejos y a quien ella dijo que no; otra vez fue a casa de sus padres, o al menos parecían sus padres, dos personas super empalagosas, muy afectuosas y comprensivas con ella; en otro momento se encontró con una amiga, digamos que particularmente acalorada y, por eso, poco vestida.
Al final, en el sexto intento, cuando ya había perdido la esperanza de poder hablarle a solas, encontré lo que buscaba: su lugar secreto.
Allí tengo la intención de asaltarla y exprimirla como un limón. O una naranja. En fin, como a cualquier cítrico, y hacia allí me dirijo esta tarde.
Mi madre está particularmente alegre este domingo. Eso hace las cosas más sencillas, ya que de ese modo el domingo será definitivamente calmado, porque soportarle con sus habituales críticas no sería posible.
La comida, como siempre, en silencio (con un niño como Henry no puede ser de otra maneras) y terminó rápidamente.
«Tesoro, últimamente estás siempre por ahí, ¿tienes que decirme algo?»
Pregunta mi madre con fingido interés. En realidad, solo quiere encontrar un pretexto, un motivo para enfrentárseme, criticarme y volverme pedazos.
Mi madre. Cora Mills, 1, 65 de pura cortesía, cabellos negros recogidos en una enorme y anticuada trenza, pocas arrugas en el rostro, traje elegante vaya donde vaya. Ha hecho de mí la diana de sus puyas, de sus insultos y de los sueños que ella no realizó empujándome a casarme con un hombre al que no amaba, del que después me divorcié para casarme con el que creía que era el hombre de mi vida. Obviamente tras su muerte, en lugar de un abrazo y de apoyo, recibí solo acusaciones de cómo dejé escapar también a Robin, subrayando cómo no fui capaz ni mantener eso. Definirla como madre es una ofensa para esa figura.
Sin embargo, es verdad que es una abuela excepcional. Probablemente hubiera querido un hijo varón, así que vuelca en Henry todo el afecto que nunca me dio a mí y eso es lo único por lo que en un futuro le daré las gracias, si alguna vez sucede.

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El castigo del silencio
FanficTRADUCCIÓN del fic italiano Il castigo del silenzio de martaparrilla. Emma, 25 años, joven alegre, conoce a Henry, un niño atormentado por algo del pasado. Regina, viuda y madre de Henry, ve cómo, poco a poco, su hijo se le escapa de las manos. ¿Pod...