La puerta de su habitación ya estaba cerrada.
Los dados estaban echados, la decisión había sido tomada, y no por mí.
Me besó, me trajo a su casa. Sentí su deseo durante todo el camino en coche y también mientras retrocedía hacia las escaleras, casi como si quisiera escapar de mí o de aquello que estábamos a punto de hacer.
Su perfume inunda cada centímetro de la estancia. Querría hacerlo a mi modo, querría abrazarla, besarla, hacerle olvidar quién era, desnudarla, hacer el amor con ella sin ni siquiera dejarle tiempo para comprender en qué dimensión nos encontrábamos.
Pero ella camina lentamente y yo estoy bajo su juego. Un juego de controlados movimientos, de respiraciones jadeantes y de infinitas palabras no dichas.
«Cierra los ojos» finalmente me armo de valor y pronuncio las primeras palabras desde hace una hora.
Obedece. Siento el calor de su cuerpo traspasar sus ropas. De forma torpe, toco sus manos y sigo a lo largo de sus brazos, hasta llegar a aquel cuello maravilloso que quisiera tener entre mis labios. A continuación, paso a la espalda, y su camiseta cae junto a nosotras, silenciosa. Mucho más silenciosa que su respiración, a la que le sigue un escalofrío.
«No quiero que tiembles cuando estés conmigo. Ahora mírame» la palabra perfección es un insulto a sus caderas. Las acerco a mí mientras ella aún con los ojos cerrados, acera su rostro al mío. Su cálida respiración me hacer estremecer.
Le suplico de nuevo que me mire. Y abre los ojos.
Miedo
Deseo
Belleza.
En aquellos ojos veo reflejado mi rostro y mis emociones. Cándidos, cristalinos.
Su cuerpo emana un calor extremo. Mi mente ya ha perdido cualquier tipo de autocontrol.
Piel de seda, lisa, cándida. La habitación está casi en total oscuridad. Algo se luz se filtra por la ventana, pero aquella luz no es nada respecto al resplandor de sus ojos.
«Eres tan encantadora que no sé cómo tocarte para hacer que esto sea tan bello, al menos la mitad de lo bella que eres tú. Pero, ¿eres real?»
Su cuerpo solo está cubierto por la ropa íntima, sin embargo ella no se preocupa. Es más, me ruega que me quite los pantalones antes de colocarme sobre ella. Sus manos encima de mí hacen pequeños círculos sobre mi espalda. Creo que estoy en el paraíso cuando sus labios tocan los míos, no puedo pensar en pedir más. Pero aquel cuerpo casi perfecto tiene que ser amado, tiene que ser amado de la mejor forma posible, y es lo que tengo intención de hacer.
Mis manos interrumpen su juego cuando algunas lágrimas manchan su rostro. Conozco a la perfección el motivo de esas lágrimas. Nunca antes ha sido tocada de esta manera por nadie, ni siquiera por aquel al que ella consideraba su verdadero amor. Porque seguramente había dejado en segundo plano el objetivo de hacer sentir a esa criatura como la más bella del universo. Así que beso y enjugo sus lágrimas, una a una, como si fueran linfa vital, como si de ellas fuera a extraer la energía necesaria para soportar la separación que inevitablemente sucedería. Me nutriría de sus lágrimas, de su sudor, de su más íntima esencia, de los arañazos sobre mi espalda, de los mordiscos en mi cuello. Custodiaría todo eso en el cofre más precioso de los recuerdos, junto al sabor de sus labios y a la pureza de su corazón, delicado como el cristal...y aprovecharé ese conocimiento para hacerla sentir como se merece.
«Te mereces esto y mucho más... No llores, Regina, ahora vive. Vive junto a mí» quiero que sienta esas palabras como absoluta verdad. Solo así podrá entregarse a mí sin ningún tipo de prejuicio o lamento.
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El castigo del silencio
FanficTRADUCCIÓN del fic italiano Il castigo del silenzio de martaparrilla. Emma, 25 años, joven alegre, conoce a Henry, un niño atormentado por algo del pasado. Regina, viuda y madre de Henry, ve cómo, poco a poco, su hijo se le escapa de las manos. ¿Pod...