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    Cuando llegó la noche unos pequeños insectos la molestaban, picaban y hacían que pequeñas ronchas rojizas se marcaran en su perfecta piel. Decir que estaba disgustada era poco, ¡estaba frenética! ¿Por qué su padre les enviaría a un campo? Es que no estaba en sus cinco sentidos. No estaba siendo racional, era de locos mandarlos allí por todo un año. Suspiro mientras desempacaba sus cosas, las cuales eran muchas, casi ocupaban toda aquella pieza que debía compartir con su hermano. Que molesto, no es que ella no quisiera a Len, pero debía tener su espacio al menos. Y ella presentía que en ese lugar no existía algo como la privacidad.

—No lo creo, no hay señal—escuchó a su hermano decir mientras se levantaba y ponía su Iphone en dirección al techo en busca de señal—. Esto es como alguna clase de pesadilla, ¿cómo me contactaré con mis amigos?—Éste pareció enloquecer, Rin se abstuvo de suspirar nuevamente.

—¿Crees qué eso es malo? ¡Imagínate el dormir en el suelo!—Con horror exclamo, apuntando a éste. El rostro de Len palideció aún más.

—¿Dor-Dormir en el su-suelo? Oh, ¡finalmente ha ocurrido, Rin! ¡Estamos en la quiebra!—Y haciéndose bolita comenzó a llorar en una esquina de la habitación, su hermana suspiro.

—No es eso, Lenny. Sino que padre nos odia, por algún motivo que no sé—declaro encogiéndose de hombros y sobando la espalda de su hermano, quien la miro receloso.

—Eso es mentira, él nos adora—y su hermana dudó.

—¿Lo crees? Entonces, ¿por qué nos hace esto? ¿Por qué castigarnos mandándonos aquí? Es una tortura y apenas han pasado unas horas.

—Tal vez simplemente esta jugando, ¡cómo esa vez que nos olvidó en Hawái! ¿Recuerdas qué pensamos que no volvería por nosotros? Pero lo hizo—parecía orgulloso de ese hecho, y su melliza no pudo evitar el estar insegura.

—Len, no creo que vuelva por nosotros.

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—Bien, chicos, yo comenzaré a preparar la cena—avisó Kaito mientras caminaba a la cocina. 

    Len trataba de entrar en ese kotatsu pequeñísimo, y Rin pensaba que le gustaría degustar aquella noche.

—Tío Kaito, yo sería realmente feliz con un filete de carne a término medio que tenga como guarnición una ensalada césar y puré de patatas, ¡oh! Y de postre un parfait de chocolate con fresas—casi babeo al imaginarse su exquisito parfait, justo como su cheff Gennaro lo preparaba.

—A mi me gustaría un blanquette de veau, y de postre un suave tiramisú de queso crema—Rin se derritió al oír a su mellizo nombrar aquel plato francés con tanta fluidez.

—Oh, Lenny, tu francés es simplemente cautivador. ¿Estuviste practicando?—Éste asintió, orgulloso por ello.

—Lo estuve, ¿te encanto?—Cuestiono dubitativo, pero su gemela siempre lograba subirle el ego.

—¡Me sedució!—Expreso ésta chillando, su complejo de hermano nacía de a momentos, y Len quedó satisfecho con tal respuesta.

—Lo siento chicos, aquí tienen—habló Kaito entregando dos platos con comida en ésta a ambos mellizos, los cuales miraban consternados aquel platillo.

—¿Qué es esto?—Cuestiono Rin.

—Es curry con arroz—su tío explico rodando los ojos, sinceramente no le sorprendía que éstos no supieran de aquella comida típica de su propio país, ¿es qué habían vivido en una cueva o que? No, mansión, se corrigió.

—Esta salsa amarronada se ve insípida, me recuerda al lodo—con desagrado compartió Len, y Rin asintió, dándole la razón a su gemelo.

—Ugh, sólo pruébenlo. Si no les gusta pues... ¡qué pena! Se quedarán sin cena—ese hecho sorprendió a los mellizos.

La noche de los meteoros | rilenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora