En la cafetería no sabe que pedir, nada es de su gusto, y nada parece apetecible.
—Oye, es sólo pan, también tienen sentimientos—se burla Miku risueña a su lado, ella le observa de arriba hacia abajo notando que es realmente bonita.
—Lo sé, pero es muy diferente a la comida que servían en mi antiguo instituto—explica y la mirada que ésta le manda le desagrada, una mirada llena de comprensión.
—Aquí todo será diferente de tu antigua vida, Rinny—susurra tendiéndole una bolsa con un pan dentro—. Es de melón, de seguro y te encanta—ella lo saca de su empaque y lo mira, ambas caminando lejos de la multitud—. Si no lo pruebas no sabes como sabrá—y se sienta vacía, Len siempre era el que probaba lo nuevo, pero ya no más y lo muerde, es realmente suave y esponjoso, delicioso.
—Esto es increíble, al igual que con el curry. La comida aquí es mágica—y Miku ríe.
—¿Nunca has probado curry? Eso es extraño, pero me alegro que te haya gustado—honesta comenta—. ¿Quieres almorzar conmigo? De seguro Miki y Galaco no me extrañaran—propone pero Rin niega.
—No, aunque es muy amable de tu parte, pero si ya has hecho planes es mejor que no las defraudes—Miku niega, restándole importancia.
—Bah, no es nada. Mientras es mejor hacerte encajar, ya se han corrido rumores de su pelea—Rin aprieta el pan con algo de fuerza.
—Aquí las cosas se esparcen rápido, eh—desganada comenta.
—Más que el agua que fluye en el arroyo—ésta manifiesta riendo.
—Bueno, creo que simplemente estallé. Muchos cambios y unas palabras adecuadas para hacerme perder los estribos—termina explicando, logrando a Miku reír.
—Eso es malo, Len se nota buena persona. Además, es tu hermano, deberías hacer las pases con él—Rin asiente, comprendiendo.
—Lo sé, pero es difícil. Es la primera vez que estamos tanto tiempo juntos, en Tokio ni nos veíamos a menos que sea para las comidas. Ambos teníamos clases extracurriculares y en el colegio no solíamos hablarnos, teníamos nuestras amistades y no resultaba necesario. Es la primera vez que charlo con él por mucho tiempo y no logro acostumbrarme.
—Vaya, ¿cómo no serlo? Son hermanos y no saben nada el uno del otro, creo que deberían comenzar por allí—aconseja y es espontaneo cuando la rubia le abraza.
—Gracias, es agradable tener una amiga—ante eso Miku se sonroja, y luego sonríe.
—Es agradable que me consideres una.
.
Es extraño, en toda su vida nadie se ha disculpado con ella. Y ella tampoco con nadie, por eso esto es extraño, realmente.
—¿Me perdonas?—Y cuando Len pregunta aquello ella no sabe qué perdonar exactamente, ya que hay muchas cosas. O tal vez sea un perdón completo, ¿podría ella perdonarle todo? No está segura.
—No te preocupes, en parte fue culpa mía. Exploté y no debí descargarme contigo, eso estuvo mal—termina respondiendo, y el rostro de Len no se ve satisfecho.
—No me has dado una respuesta adecuada—Rin entra en modo defensivo.
—Tú nunca me las dabas antes, siempre con rodeos, ¿no está esto bien?—Y Len suspira, comprendiendo que no solo debe adaptarse y preocuparse por todo ese entorno raro, sino, porque también debe arreglar la conexión perdida con su rencorosa melliza.
—Lo lamento, Rin. De corazón, y honestamente quiero que me perdones, por todo. Sé que en estos años no he sido un buen hermano, todo lo que padre me daba me aislaba y cegaba de cierta forma—trata de remediar sus errores, y ella lo sabe, y debería comprenderlo, pero no lo hace.
—Y-Yo... está bien—miente, porque no lo siente, y Len lo sabe. Sabe que esa respuesta es forzada y falsa, pero la acepta, porque es mejor que nada.
—Gracias, ahora, ¿comenzamos de nuevo?—Y Rin niega, pensando que eso es muy fácil.
—Mejor sigamos adelante, aprendamos de esto y sepamos evitarlo para la próxima—y Len le sonríe, tomándola de las mejillas y besándola, le toma por sorpresa aquello y se aleja algo sorprendida.—. ¿Q-Qué has hecho?
—Sello una promesa, ¿no era usual hacerlo?—Confundido cuestiona y Rin asiente, pero pensando que eso era antes, ahora no se dan muestras afectivas casi, lo mimos y cariños son nulas. Está acostumbrada a ello, al trato frío, y la acción de recién la desconcierta—. Creo que hay mucho que arreglar—Len dice riendo, y ella desconfía de cada una de las palabras de su mellizo, aunque solo asiente algo cansada. Ya tendrá tiempo para las demencias de su hermano, ahora debe hacer algo peor. Tratar de socializar en clase y conseguir una amiga.
.
La jornada escolar está por acabar y Rin ha notado que la chica que de cabellos cortos y teñida de un rosa fucsia de a fila de en medio la mira constantemente. Ella finge no darse cuenta pero la fémina es tan obvia al mirarla que ya hasta comienza a fastidiarle.
—Creo que tienes una admiradora—Len se burla y ella resopla, hastiada.
—Cállate—murmura concentrándose en la profesora Sakine.
Pero el timbre de salida suena y todos comienza a guardar sus cosas, Rin también lo hace y aprovecha este momento para devolverle la mirada a aquella chica que se nota sonrojar y mirar a otra parte.
—No seas tan ruda con ella—Len advierte antes de perderse con lo que parece ser sus nuevos amigos, genial, lo único que faltaba, volver a casa sola.
—A-Amm, disculpa—escucha que alguien a su lado susurra y al girarse se da cuenta de que es aquella chica.
—¿Se te ofrece algo?—De manera mordaz cuestiona, y la chica tiembla, Rin cree que se excedió.
—Se te cayó el borrador en clases y no sabía como dártelo—en voz baja explica y Rin se siente una idiota.
—Oh... muchas gracias, perdona por ser tan grosera contigo, ¿cómo te llamas?—Trata de aliviar el ambiente siendo amable.
—No, está bien, ser nuevo siempre es una pesadilla. Me llamo Teto Kasane—Rin sonríe ante la comprensión de Teto.
—Un gusto, Teto, yo soy Rin Kagamine—sonriente expresa alzando la mano y estrechando la de la contrario, quien también le sonrie de forma amigable.
—Lo sé, ¿te gustaría qué te enseñe un poco el pueblo?—Rin asiente complacida.
—Me encantaría.
Rin cree que podría considerar esto como un triunfo, al parecer las cosas en su primer día no fueron completamente malas como creyó que lo sería.
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La noche de los meteoros | rilen
RomanceEra un satélite a la deriva, hasta que una estrella se atrevió a acercarse, y un beso regalarme. Entonces dejé de desear ir a la Luna para jamás regresar.