Se despierta agitado, observando el techo con algo de temor. Con lentitud se sienta en aquel futón y se gira a contemplar a Rin, un suspiro de alivio sale de sus labios al verla descansar a su lado, y no corriendo lejos de él como en su sueño. Él flexiona sus rodillas y atrae sus piernas a su pecho, colocando su mentón en las rodillas y observando la oscura habitación, sintiéndose frustrado e irritado.
Él no quiere convertirse en su padre, decide con el transcurso de los minutos y del silencio.
Su corazón se encoge cuando piensa en Rin en la cocina, recordandole levemente a su madre. Él da un quejido involuntario y luego se muerde el labio inferior, algo abatido por demostrar su dolor. No llorará, se dice mientras aprieta sus manos alrededor de sus piernas, enfadado y angustiado. No derramará ninguna lágrima, se repite mientras entre sus recuerdos rememora su rostro sonriente y cálido, mientras puede sentir escuchar su nombre ser pronunciado de una forma alegre.
—Len... ¿estás llorando?—La escucha susurrar y él se sobresalta, mientras se gira a verla.
—No—miente de forma insensata, su gemela sonríe comprensivamente antes de tomar su rostro entre sus manos y limpiar el camino de algunas lagrimas que han logrado escaparse
—No me mientas, ni tampoco intentes hacerte el fuerte frente mío, dime, ¿qué ocurre?
Nada, todo...
—No es nada, solo algo tonto, deberías volver a dormir—de forma terca expresa, intentado alejarse de ella y sus cálidas manos, pero Rin puede llegar a ser incluso mucho más terca que él, y se lo impide.
—Dímelo, si no lo haces no quiero que luego te quejes acerca de que no somos unidos y bla, bla, bla. Si no confías en mí para compartirme como te sientes entonces no funcionará—explica de una forma tan madura, Len ni siquiera puede reconocer a la niña frente a sus ojos.
¿Cuándo te convertiste en alguien tan genial?
—Me recordaste a mamá—confiesa, sintiendo un peso invisible levantarse de sus hombros, relajándose.
—Oh, Len...—ella susurra mientras le atrae a su pecho, él no lucha y esconde su rostro en el hueco de su cuello, sintiéndose como un niño pequeño de nuevo, uno sin una madre presente a la cual recurrir, uno tan perdido y asustado, desconfiado.
—No tiene sentido llorar por algo que no vale la pena, lo sé, pero aún así... mi mente no deja pensar en que nos odia—admite con dolor, sintiéndose herido, Rin lo consuela con suaves palabras y caricias en su espalda.
—No nos odia—ella dice pero él no la cree, y piensa que ni ella misma cree sus palabras.
—Lo hace, y si no, entonces, ¿por qué no nos ha venido a visitar? Ni siquiera nos viene a ver en nuestro cumpleaños, solo nos manda regalos, como si eso la excusara de presentarse—escupe, de forma enfadada.
—Ella no nos odia—la escucha repetir, y él sabe que intenta convencerse a sí misma con esas palabras, él no puede dejar que ella viva en un mundo irreal por lo que se aleja y la observa fijamente, ella se nota algo apagada ahora.
—Elegimos a papá, ¿por qué no nos odiaría? La traicionamos, ella debe sentirse dolida y lastimada... por sus propios hijos, salidos de su vientre y no queriendo...
—Basta—ella suplica, poniendo sus manos en su boca, él nota su error al ver pequeñas lagrimas deslizarse pro sus mejillas—. Solo detente, Len, basta... —expresa herida, temblando incluso.
—Rin—él susurra alejando sus manos, tomándola de las muñecas, ella se ve rota, quizás siempre lo estuvo y él nunca lo vio.
—No quiero pensar en eso, ¿crees qué no lo hago? ¿Crees qué no he pensado en como debió sentirse aquel día? Con solo ver su rostro en el tribunal, oh, Dios mío, ella se vio tan destrozada, ella solo...
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La noche de los meteoros | rilen
RomanceEra un satélite a la deriva, hasta que una estrella se atrevió a acercarse, y un beso regalarme. Entonces dejé de desear ir a la Luna para jamás regresar.