Capítulo 4: Un almuerzo intenso

1.7K 65 3
                                    

Gale inspecciona a Peeta, para luego mirarme a mí, entrecerrando los ojos. Me doy cuenta de que en realidad nos mira a nosotros. Mientras tanto Peeta le ignora, supongo que pensando que es un chico raro que mira a la gente con fijación, así, muy normal. Sigue sonriéndome y yo,  rodeada por sus brazos, estoy en el quinto cielo, así que le correspondo, hasta que aparece Gale y me baja de golpe.

- ¡Katniss! -grita Madge, que asoma su cabeza detrás de Gale. Creo que hablaban juntos, o al menos se hacían compañía. Se corta al ver mi situación, e intenta echarme un cable. Aparta a Gale de golpe y se detiene a nuestro lado. Peeta y yo deshacemos nuestro abrazo, incómodos- Me he encontrado a Delly, gracias a Dios, y nos ha dicho que habías ido a Secretaría con Peeta -menciona a Peeta como si lo conociera de toda la vida. Raro; alarmas encendidas.

- Me has dado un susto -aparece Delly detrás de Gale como Madge- de muerte, Katniss -dice Gale.

- Nos -corrige Madge, divertida.

- Peeta, ¿tienes mi horario? -cacaraquea mientras tanto Delly, con una sonrisa, apartando a Gale antes de ponerse al lado de Peeta. Pobrecillo.

- Lo siento -me disculpo, mirando a Gale a los ojos-. Sé que no ha estado bien -Peeta le da el horario a Delly, que frunce el ceño mientras lo examina-. ¿Podría el excelentísimo perdonarme? -resalto, inclinándome hacia delante.

- Puede -dice Gale, encogiéndose de hombros. Me cruzo de brazos, exhalo fuertemente, y golpeo el suelo rítmicamente con el pie derecho ante su ‘no’ disfrazado-. Bueeeeno, vale -cede-, pero ven aquí -abre sus brazos. No dudo en lanzarme a ellos, pero me muerdo el labio en cuenta doy el primer paso. Noto la mirada de Peeta en el cogote, una mirada seguro no muy agradable. Pero bueno, ¿a él que más le da? ¿Eso significa qué le importo? Eso me lo ha demostrado, pero también está la otra parte, la parte en que no me recuerda. Aunque, ¿qué más da que no recuerde eso? A lo mejor salva jovencitas en apuros todos los días. Es idea me pone celosa, así que lo dejaremos en un caso aislado de alzheimer no degenerativo. Y, quizás, y sólo quizás, esa mirada no exista y me lo esté inventando todo, porque al fin y al cabo, no tengo ojos en la espalda.

Me separo de Gale y me vuelvo hacia Peeta. No frunce el ceño ni entrecierra los ojos, pero ha perdido esa alegría que ilumina su rostro.

- Gale, ¿conoces a Peeta? -pregunto. Me parece una presentación necesaria, y me considero amiga de ambos bandos, opuestos al parecer, aunque no entiendo todavía el por qué.

Las hormonas flotan en el aire cuando se dan un medio abrazo, medio golpe en la espalda.

- Un ‘encantado de conocerte’ también habría valido -suspiro. Los dos ríen un poco, mirándome a mí. Siento un escalofrío (por una extraña razón, Gale y Peeta no coexisten bien en mis pensamientos) y me ruborizo levemente. Katniss Evereen, la chica en llamas.

- Ellos son así -dice Madge. Las tres chicas empezamos a reír, mientras ellos se quedan serios y rígidos.

Me dirijo a entablar conversación con los chicos, cuando dos manos me cogen, una por cada codo.

- Y, ¿qué tal con Peeta? -me pregunta Delly, en el codo derecho.

-Cuenta, cuéntalo todo -dice Madge agitada, en el codo izquierdo.

- ¿Qué queréis que os cuente? -digo, lo suficientemente bajo como para que se acerquen cuando hablo.

- Pues, qué tal te llevas con él… -dice Delly.

- Hasta qué punto estás loca por sus huesos… -dice Madge. Le pego un codazo y me giro rápidamente, como cuando estoy en el bosque y un depredador mayor que yo anda cerca. Peeta no ha escuchado nada. Mantiene una helada conversación con Gale, y, en cuanto le miro, me mira a la vez, y me regala una de sus cálidas sonrisas, antes de que los dos apartemos, como hacemos desde hace años, la mirada, avergonzados.

La Katniss real o no realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora