Capítulo 16: Real

243 12 0
                                    


Segunda nota como autora de toda mi vida: 

Voy a ser breve, porque después de cuatro años esperando este final sé que el resto sobra. Sin embargo, no puedo cerrar este capítulo de mi vida sin deciros que vuestros comentarios pidiendo más me sacan una sonrisa traicionera e inevitable por muchas veces que los lea. 

Habéis sido mi rayo de luz, mis queridos lectores. Solo quería que lo supierais, porque si alguna vez lo consigo en este mundillo de locos, seréis los primeros en la lista de agradecimientos. 

De todo corazón, que disfrutéis el último capítulo y hasta siempre.


Beso el cuello de Peeta delicadamente, marcándolo con pequeños besos de arriba abajo, subiendo mi cuerpo un poco más respecto al suyo, lo que me convierte, por primera vez en mi vida, en una persona más alta que otra de mi edad. Temporalmente.

Peeta acaricia mi espalda, frotando su piel contra la mía más fuerte, aplastando mi cuerpo contra el suyo. Ni decir hace falta que quiero que siga. Necesito sentirlo completamente junto a mí, sin dejar un centímetro de piel libre. Y quiero que me cubra con su cuerpo. Me da igual si es más grande y puede aplastarme un poco contra el suelo. Necesito tenerlo sobre mí. Engancho su cadera, rodeándola con mis piernas, y hace calor, a pesar del agua helada. Mucho calor. En zonas en las que nunca hace calor.

- Katniss... -susurra Peeta con voz ronca.

- Sácame, Peeta -susurro yo, como un perrito lastimero.

Se parta lo suficiente como para mirarme a los ojos sin bizquear. Y ya está demasiado lejos.

- ¿Segura? -pregunta. Parece que haya pillado un catarro con esa voz ronca. Y posiblemente mañana lo pillemos por este baño. Pero ahora eso no me importa. Él. Solo él.

- Por favor -susurro, atrapando su labio inferior entre los míos.

Él me abraza más fuerte y, con su fuerza de capitán del equipo de lucha libre, me saca del agua como si no pesara más que un bebé. Oh, pero un bebé no le haría estas cosas por el camino.

Desenredo mis piernas cuando llega a la orilla y camino de espaldas sobre la hierba, arrastrándolo conmigo en un beso intenso, antes de que me abrace y caigamos sobre algo suave. Miro y estamos sobre una manta color melocotón. Peeta empieza a besar mi cuerpo de arriba abajo, desde el cuello hasta la cintura, creando una línea ardiente que me atraviesa como fuego celestial, mientras yo gimo y aparto con un manotazo la cesta de detrás. Supongo que la cena romántica queda para después. Avanzamos hasta estar completamente tumbados sobre la manta, y Peeta me pone ágilmente sobre él, girando y alzándome por la cadera. Le miro y paso mis manos por su cuerpo, dibujando su abdomen, trazando sus pectorales, sintiendo su corazón latir fuertemente bajo mi mano. Me tumbo lentamente sobre él, sintiendo cada célula de mi cuerpo fusionarse con las suyas, y coloco mis piernas a sus lados. Estiro mis manos y juego con su cabello mientras él me besa, dejándome sin respiración.

Y entonces nos unimos del todo. Somos dos. Dos y uno.


** * *


Saca la botella de vino tinto de la cesta mientras yo me pongo el vestido de nuevo por encima, para no helarme, y le traigo sus pantalones. Ups, ¿se me olvidó coger la camiseta? Toooda una pena. No soportaría vérsela puesta de nuevo después de esto. Me llorarían los ojos. Hablo de lo mismo cuando pienso en nuestra ropa interior tirada en la orilla.

La Katniss real o no realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora